A diferencia del estereotipo del hombre peruano, al actor Carlos Carlín no le gusta tomar cerveza los fines de semana, comer arroz junto a sus menestras, ni proferir groserías con terminaciones en -ajo, -erda o -uta. Para Carlín, el mundo nunca giró alrededor de una cancha de fútbol, sino en torno a los personajes y los escenarios, donde se siente capaz de revelar aspectos de su vida, con un toque de humor, aunque duelan.
“Soy de la década de los 70, mi ciudad era una Lima aún más gris. Era época de dictaduras militares, grandes mundiales de fútbol y un tiempo en el que, fingiendo ser una persona que no era para poder encajar con mis amigos, aprendí poco a poco a ser un actor”, menciona Carlos Carlín en entrevista con El Comercio.
Criado en una familia de artistas, Carlín no obtuvo soldados de niño, sino disfraces y teatrillos, donde emulaba algunas obras o inventaba situaciones. Años más tarde, el colegio le enseñó un mundo diferente, uno donde el respeto se ganaba a pulso de fuerza bruta, y por la cantidad de besos que se conseguían de alguna compañera.
“Siempre me cuestioné por qué teníamos que mirar a las chicas pasar, o silbarlas si estaban guapas -nos cuenta Carlín-. Lo peor fue en la adolescencia, cuando era ley tener que debutar, el mío fue pésimo. Esas cosas uno las guarda y solo las analiza cuando pasa el tiempo”.
Años más tarde, despertaría en él la pasión por la actuación. Siendo uno de sus maestros el icónico actor Carlos Gassols, el joven artista saltaría a la fama con la serie televisiva Patacláun, donde interpretó a un personaje que considera evidenciaba una parte no contada de su vida.
“Tony se la pegaba de algo que no era, pero en sí era un imbécil total, alguien que no era lo que decía ser. Era alguien sin chispa, gallardía, calle o cualquier cualidad del que tanto solía sentirse orgulloso, era una gran mentira”, explica Carlín.
Adiós estereotipos
Tal y como respondió David Bowie en una entrevista, mencionando que sus extravagantes zapatos no eran de hombre o mujer, sino solo zapatos, un vendedor en España cuestionó la pregunta de Carlín sobre camisas exclusivas para hombre. Este evento marcaría un primer paso en la creación de su nuevo unipersonal “Rudo”, que pone sobre la mesa verdades incómodas sobre la hombría.
“Tengo 53 años y no dejo de pensar como cuando era un niño, cuestionándome las mismas cosas. En mi tiempo, las cosas eran así porque sí, no había espacio para el cuestionamiento. Para mí, no tener hijos, pareja y ser un hombre solitario no es un problema, pero la presión social es algo con lo que todavía estoy batallando”, comenta el actor.
Otros temas que se abordarán en su presentación son la relación entre padres e hijos. “Del papá parece que no se recuerda nada. Son esas personas a quienes abrazamos en fechas agendadas en el calendario y, aún con mayor rareza, se les daba un beso o expresabas cómo te sentías”, menciona Carlín, quien hablará también sobre momentos humillantes, anécdotas dolorosas y reflexiones personales.
Para contemplar y cuestionar tanto los conceptos de masculinidad del público como los propios, Carlín recurrirá a la comedia para abordar un tema que pocas veces se pone sobre la mesa. “Aunque mi carrera me mostró cosas nuevas, mi generación tiene ese chip de demostrar que uno es hombre en la cabeza. La vida no se trata de ir yendo por la vida marcando checks para saber que es ser un hombre, sino vivir porque el tiempo no perdona ni al más rudo cuando avanza”, concluye.
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