Si trabajar haciendo cultura en el Perú ya implica un riesgo, bregar en solitario con el objetivo de difundir nuestra identidad en el extranjero es, por lo menos, un aporte loable. En ese sentido, el caso puntual del cónsul general del Perú en Zúrich José Zapata López, diplomático con más de 30 años de carrera, merece ser destacado. Su más reciente esfuerzo ocurrió hace unos pocos días con Quipu Zúrich, quincena cultural peruana en la ciudad Suiza, que en esta primera edición se llevó a cabo de manera virtual debido a la emergencia sanitaria. Pero para el 2022 el nutrido programa -con charlas, cine, música, arte, etc.- se llevará a la presencialidad sin dejar de lado la transmisión online de las actividades.
La labor de Zapata se inicia a finales de los años ochenta, pero cobra mayor relevancia a inicios del nuevo siglo, cuando la idea ver a la comunidad peruana como recurso cultural se transforma en un importante evento en Buenos Aires. Por entonces el fenómeno de migración en Argentina ya se había instalado con fuerza y a su llegada, hace 20 años, los 300 mil compatriotas allí instalados ya habían convertido a la capital del tango en la ciudad con la más alta concentración de peruanos en el mundo. “Es importante mencionar que la mayoría de migrantes peruanos casi no habían tenido experiencia con la cultura pública en el Perú. Muchos salían del país desde la periferia urbana o de provincias. Y llegar a un lugar con gran cantidad de redes culturales como Buenos Aires significó una oportunidad para generar espacios que ayuden a la reconexión de los peruanos”.
Así las cosas, en julio del 2007 se inauguró un mes dedicado a la cultura peruana con las iniciativas y emprendimientos de la comunidad de connacionales basado en cuatro principios que Zapata replica en Zúrich: la cultura como consenso, es decir aglutinar expresiones populares que generan los vínculos identitarios; los peruanos en el exterior son recursos culturales, o sea parte importante para la promoción del Perú; la interculturalidad, que se refiere al diálogo de la cultura peruana con la local, así como el uso de su infraestructura; y forjar marcas identitarias, que se refiere al valor agregado que significa identificarse como peruanos. Todo este análisis se volcó en el llamado Mes Cultural del Perú durante tres años hasta que Zapata fue cambiado de misión. Ilustres peruanos de la talla de Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Christian Bendayán y Luis Repetto colaboraron en este proyecto bonarense.
Aunque se piensa que iniciativas como estas son poco viables y sin presupuesto, Zapata ha demostrado el valor y alcance de atender a los peruanos que están fuera del país. Para él “en el exterior hay una potencialidad que debe aprovecharse. No solo para que los peruanos se integren a su propia cultura sino porque pueden convertirse en agentes que ayuden a mejorar la imagen del Perú”.
Otro tema que interesa al cónsul de Zúrich es la relación que existe entre el estrés y la migración. Se sabe que cambiar de lugar puede producir ansiedad, además de nostalgia. Ese es uno de los motivos por el que muchos peruanos se refugian en nuestra propia cultura. Como dice Zapata “la gastronomía, por ejemplo, no es solo una cuestión de paladar es una cuestión de identidad. La gente se refugia en ella para sostener el desarraigo”. Al respecto y tras la experiencia en Quipu Zúrich, se viene organizando, para marzo o abril próximo, una serie de conferencias dictadas por psicoterapeutas, psicólogos y antropólogos que aborden el tema del costo psíquico de la migración.
El dato: para conocer más sobre esta iniciativa visite el Facebook Quipu Zürich.