Uno los escucha antes de verlos. Ya al entrar, están sobre el escenario, de pie, rezando el rosario. Los nueve actores que interpretan “Tartufo”, clásico teatral de Molière, representan lo que sería una familia religiosa; una de las actrices incluso lleva en la blusa una medallita del Señor de los Milagros. Están así varios minutos, ajenos a cualquier ruido de la audiencia. Al rato, otro de los personajes convulsiona en el suelo en éxtasis dogmático. Así empieza la versión que conduce el director Jean Pierre Gamarra para el Teatro de la Alianza Francesa de Lima.
Escrita originalmente en el siglo XVII, la obra sigue la historia de Orgón (Alonso Cano), cabeza de familia que acoge en su casa a Tartufo (Fernando Luque), pordiosero que se presenta como el más santo de los hombres; el anfitrión, embelesado por su nuevo amigo, lo llena de regalos e incluso pretende casarlo con su hija Mariana (María Fernanda Misajel), para desazón del prometido de esta, Valerio (Stefano Salvini). Completan el elenco la matriarca Pernelle (Denise Arregui), la madrastra Elmira (Amaranta Kun), la criada Dorina (María Grazia Gamarra), el joven hijo Damis (Alejandro Tagle) y el cuñado Cleanto (Oscar Yepez). Para esta adaptación, el vestuario y escenografía representan la vida de una familia a mediados de la década de 1950.
Gamarra cuenta a El Comercio haber entrado a casa de una familia que rezaba antes de comer, personas que sirvieron de inspiración para la obra; “pero no se rezaba como cualquiera que se puede persignar; era muy largo el rezo. Habían unas cartas que leían, y veía a los hijos nerviosos de no equivocarse”. En palabras del director, un “momento incómodo” que quiso transmitir a la audiencia desde el inicio. Por ese lado está la fe exacerbada, la cual no interfiere con que la obra sea finalmente una comedia.
El también dramaturgo cuenta que trabajar una obra de Molière puede ser difícil, porque a veces los actores quieren dar profundidad a los personajes. Pero esto le resta a la obra, que está hecha para provocar lo cómico. “Siempre me dicen que es difícil encontrar el ‘timing’ (el momento justo) en comedia, pero yo creo que en Molière no lo es. Lo difícil es saber la sutileza del texto y no subestimarlo, porque hay textos que piensas que no van a dar risa y le dan risa al público”, asegura. También hay comedia física, con ocasionales piruetas que nacieron en el ensayo por la energía del momento. Ayuda también que este elenco haya trabajado antes con textos del maestro francés.
El público presente en el ensayo presenciado por El Comercio rio en varias ocasiones. Comentó sobre los personajes, destacó sus “tonterías”, como lo ocurrido con Valerio durante sus penas de amor. Y también respondió a la conducta de Tartufo, quien desde antes de mencionar una sola palabra ya es una presencia sobre el escenario; Fernando Luque lo convirtió en un ser que provoca reacciones. También destaca en la obra el personaje de Dorina, donde María Grazia Gamarra –quien es la hermana del director- está irreconocible, comportándose de manera muy distinta a lo que se espera de ella.
¿Por qué esta obra ha sobrevivido al paso del tiempo? “Porque es absolutamente hilarante, entonces creo que es un buen repertorio. Pero también porque está bien escrita y tiene una absoluta relación con la realidad en la que vivimos. No solo la religión; yo pienso en la política”, dice Gamarra, en referencia a quienes creen con fervor en ciertas figuras a las que el tiempo se encarga de desmentir, de mostrar en su real dimensión.
Lugar: Teatro de la Alianza Francesa de Lima (Av. Arequipa 4595, Miraflores)
Fechas: Del 10 de julio al 24 de agosto, de jueves a sábado.
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