Yerma es una mujer que nació condenada. Vive en una sociedad que la desprecia, sufre por un matrimonio infeliz y, sobre todo, por no poder cumplir su más ansiado deseo. Su nombre, cuyo significado alude a su infertilidad, es también su cruz.
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La mayoría de sus enemigas declaradas son las mujeres de su pueblo. La insultan todo el tiempo, le dicen 'seca' y no tienen reparos en deslizar que es infiel. De hecho, todo el mundo lo dice: Yerma sale de su casa cuando quiere y eso ha causado que salten las alarmas. Ella, sin embargo, solo está buscando con desesperación cómo concebir.
Para Nishme Súmar –directora encargada de llevar la historia de Federico García Lorca al Teatro La Plaza–, “Yerma”, vista desde ahora, puede ser considerada una obra feminista. “Lorca fue un adelantado a su época, una de las voces que se levantó en contra del sistema. Esta obra fue escrita antes de la Guerra Civil española, una época en la que había una represión muy fuerte y un patriarcado representado por la ultraderecha española. Y ya desde entonces invitaba a reflexionar sobre la situación de la mujer”, dice Súmar.
Para la directora de la puesta en escena que se estrena el martes 2 de abril, Lorca puso varias cuestiones sobre la mesa que valen la pena ser revisadas, sobre todo ahora que en el Perú se ha iniciado una lucha reivindicativa de la mujer.
¿Lorca toma como excusa la historia de Yerma para hablar de otros temas? ¿Cuáles serían, para ti, los temas de fondo?
Hay varios subtemas que aparecen a partir de la búsqueda de la fertilidad y maternidad. A partir del viaje que emprende, Yerma descubre que está absolutamente atada a una realidad que no la hace feliz, que no es libre. Sus ganas de comerse el mundo, su necesidad de vida, no solo tiene que ver con el hijo que ansía, sino que es algo más grande y que tiene que ver con su capacidad de crear, de trascender. En ese sentido, la obra habla de una mujer poderosa que, independientemente de ser madre, está buscando florecer como persona.
Lorca deja entrever que la culpa podría ser del esposo, algo impensado para su época.
Precisamente por la herencia patriarcal que domina muchas de nuestras interacciones se suele pensar, en primera instancia, que la mujer es la que no puede engendrar. Nunca se piensa que el hombre también podría tener alguna dificultad. Lorca retrató eso perfectamente. La carga de la infertilidad pesa sobre Yerma e incluso son otras mujeres quienes al decirle marchita o seca, hacen más difícil su situación. Es solamente uno de los personajes, el de la vieja pagana, el que plantea esa cuestión y da pruebas al recordar que el esposo viene de un linaje infertil. Lorca, de forma brillante, plantea esa posibilidad. Hay que decir, eso sí, que la situación está cambiando.
Pero hacia el final, esa señora que es portadora de verdad revela su naturaleza machista.
Esa es una de las trampas de ese personaje. Si bien en las primeras escenas se presenta como alguien muy liberal, diferente y adelantada al resto, al final resulta ser víctima del machismo y termina representando al patriarcado latente que está para oprimir a las mujeres.
¿Consideras que Juan, el esposo, también es una personaje con trampa?
Hacia el final hay una conversación entre ellos. Yerma le pregunta qué quiere y él contesta: “Lo que tengo entre mis manos”. Luego, ella añade: “Me buscas como cuando te quieres comer una paloma. Buscaba la casa, la tranquilidad”, y él replica: “Sí, como todos”. Hemos sentido que él busca ejercer su poder desde una posición opresora disfrazada de amor. Allí podría estar la trampa porque él le habla dulce y románticamente y con ello normaliza la situación. Pero más que pensar en él como villano, sentimos que también es víctima de la educación machista. Creemos que Juan sí ama a Yerma, que sí quiere estar con ella, pero en sus términos. Y en ningún momento valora lo que ella desea. Por ello es que lo único que puede hacer es tildarla de loca, de terca y puta.
¿Consideras que el deseo de tener un hijo significa algo más para Yerma?
Es también la gran motivación del personaje, aquello que la hace resistir, pero también es lo que le permite hacer el viaje de descubrimiento y conocer lo que realmente quiere, que es la posibilidad de ser la persona que quiere bajo sus propios términos. Es cierto que la obra termina con ella matando al marido y leer eso desde hoy, desde las luchas actuales y con miles de mujeres asesinadas, ha sido muy interesante. Nos ha hecho preguntarnos a quién está matando Yerma. ¿Realmente es el marido? ¿Qué es lo que quiere matar? Esas preguntas nos han cuestionado mucho, pero también nos han inspirado.
DATO
Lugar: Teatro La Plaza. Dirección: Larcomar, Miraflores. Estreno: martes 2 de abril, 8 p.m. Horario: de jueves a martes, 8 p.m.; domingos, 7 p.m. Entradas: Teleticket.