Algunos escritores suelen lidiar con sus demonios personales al retratarlos en sus obras. Tal es el caso de Tennessee Williams, uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX, que pasó a la historia por escribir magistrales puestas en escena como “Un tranvía llamado deseo”, “La gata sobre el tejado de zinc” o “El zoo de cristal”. Todas ellas fueron llevadas al cine y protagonizadas por los actores más cotizados y reconocidos del momento (y de la historia), como Kirk Douglas, Katharine Hepburn, Elizabeth Taylor y Paul Newman.
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Pero es quizás la última de las obras mencionadas la que revela más sobre su vida y cómo fue crecer en una familia tradicional del sur estadounidense. En ella, Williams retrata a una chica extremadamente tímida como consecuencia de sus problemas físicos, personaje que guarda gran parecido con su hermana Rose, quien sufrió de trastornos mentales y que quedó incapacitada por una operación fallida. Además, pinta de cuerpo entero a una madre (quizás la suya) controladora y sobreprotectora, y a un muchacho melancólico que ha encontrado en el cine una forma de huir de la monotonía.
El éxito le llegó pronto a este drama sobre una familia que está a punto de quebrarse, por lo que en cuestión de año y medio (1945 y 1946) se montó en 563 ocasiones. Para la crítica de entonces, la buena recepción tenía sustento en el valor descriptivo de la realidad sureña de Estados Unidos durante los 30.
Joaquín Vargas, quien actualmente dirige esta obra sobre las tablas del Icpna, coincide con dicha apreciación, pero considera, además, que el aporte de Williams transciende al mensaje evidente y que se trata de algo más profundo que un relato de la sociedad en la que le tocó vivir. “La historia tiene que ver con los deseos de ser un artista o escritor y cómo los adultos obligan a que los jóvenes se queden en el mismo trabajo de siempre”, dice. “Por ello, la obra muestra cómo obligan a Tom, su hijo, a continuar el oficio de zapatero, aun cuando él tiene otros sueños”, agrega.
Vargas acota: “También hace referencia a la codependencia; a esas personas, como la madre, que se sienten incapaces de resolver su propia vida y cómo esto genera que Tom se refugie en la bebida y en esa fábrica de sueños que es Hollywood”. Al final, “El zoo de cristal” es casi una autobiografía de Williams, de quien se conoce su afición desmedida por el alcohol y las drogas, que lo llevaron a una muerte por sobredosis de pastillas a los 71 años.
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Lugar: Icpna. Dirección: Av. Angamos Oeste 120, Miraflores. Horario: de jueves a lunes, 8 p.m. Entradas: S/50 general en Teleticket y boletería.
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