Cuba. Nada lo podía prever: la habitual quietud del mediodía en La Habana, hora del almuerzo y reposo, se quebró con un estruendo brutal. Yasniel salía de una finca cerca del aeropuerto y vio como un avión perdía altura, hasta estrellarse. “La explosión estremeció todo”, contó.
La aeronave que utilizaba Cubana de Aviación, un Boeing 737 arrendado a la firma mexicana Damojh, se estrelló el viernes sobre un verde campo de cultivo, con más de 100 pasajeros a bordo, minutos después de despegar desde el aeropuerto internacional de la capital cubana, en la zona de Boyeros. Los reportes oficiales hablan de al menos tres sobrevivientes.
“Iba a mi casa y vi el avión y que el piloto maniobraba hacia la derecha, perdió altura y fue para abajo”, cuenta Yasniel Díaz, músico de 21 años, que había pasado la noche en una finca en el sector de Boyeros, muy cerca del lugar del accidente.
“En algún momento vi que el avión trató de aterrizar pero evidentemente no pudo. La explosión estremeció todo. Me mandé a correr porque sentí miedo. Después vi que llegaban las personas de un caserío para ayudar”, contó a la AFP.
La aeronave que despegó después del mediodía tenía como destino Holguín (este). Pese al siniestro, el aeropuerto continuaba en operaciones. El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel llegó al lugar y estimó un “alto número de víctimas”. Recorrió la zona del siniestro y saludó el gesto de los vecinos y brigadas que acudieron en ayuda de los accidentados.
La información en Cuba sobre el accidente fue fluyendo de a poco, por cuenta gotas. En la isla socialista el acceso a internet es limitado y la información oficial llegó durante el noticiero estatal de las 13H00 locales, casi una hora después del siniestro.
A dos kilómetros del lugar, Yosvany Sarmientos montaba bicicleta junto con su hijo. “Sentí el estruendo y vi la humareda. Yo venía caminando con el niño y le comente: mira, hijo, eso es un avión que se cayó”, explica.Tras el estruendo, una marea de médicos y ciudadanos fueron en ayuda. Alicia León fue por mucho tiempo médico del policlínico de Boyeros, donde ocurrió el accidente. Es especialista en urgencias médicas y ahora trabaja en otra dependencia. Pero vive cerca y, cuando escuchó la noticia, salió corriendo al centro de salud y logró dar la mano a una sobreviviente.“Soy médico las 24 horas. Esto me impactó muchísimo. Vi que nuestros médicos del policlínico acudieron rápido. Yo llegué a entubar a una sobreviviente, una mujer. No pudimos identificarla. Llegamos enseguida”, cuenta a la AFP.Luego se trasladó a la zona del desastre para ayudar en la clasificación de cadáveres. “Es muy doloroso llegar a este lugar y ver los cadáveres”, explicó José Luis Castellano, otro de los médicos rescatistas.Algunos de los vecinos temieron que el avión pudiese haber caído encima de sus hogares.“Yo vivo aquí cerca y pensé que había caído en mi casa y corrí porque tengo un bebe de 8 meses, pero no. Soy un conductor, tengo un carro y vine para dar auxilio. Es algo doloroso y todos estamos y creo que el país completo este de luto”, contó por su parte Alexander Pérez.La familia de las víctimas comenzó a llegar de a pocos a un ambiente cerrado en el aeropuerto de La Habana, ubicados por teléfono por la aerolínea, en medio de hermetismo.A Yusniel León, de 22 años, mecánico, lo llamó un primo para contarle del accidente. Su suegro había embarcado esa mañana.“En ese avión iba mi suegro. No sabemos si él está entre los sobrevivientes”, dijo apresadumbrado. Por la tarde, mientras continuaba la remoción de escombros y búsqueda de cuerpos, una leve tormenta cayó sobre La Habana. “Estamos con el alma caída”, remató.