El fútbol femenino en Afganistán se había convertido en un símbolo internacional de una nueva era de libertades para las mujeres tras de la caída del Talibán en 2001.
Sin embargo, el Comité Olímpico afgano destapó la verdad esta semana sobre lo que parecía un triunfo social y deportivo: admitió que algunas futbolistas —quienes habían logrado practicar el deporte pese a las restricciones en el país— fueron víctimas de abuso sexual.
Y no solo en el campo de fútbol. Según el comité, el problema se extiende a otras disciplinas.
Muchas de las atletas están asustadas para hablar públicamente sobre los supuestos abusos perpetrados por entrenadores y directivos.
Pero algunas revelaron lo que ocurrió de forma anónima en diálogo con la BBC.
Abuso sexual
El escándalo explotó en los últimos días. El pasado viernes, la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) dijo que estaba investigando la denuncia de varias mujeres de la selección femenina de Afganistán.
A la vez, el fiscal general de Afganistán anunció su propia investigación.
El presidente del país, Ashraf Ghani, reconoció este lunes la gravedad de las denuncias y dijo que “iban a escandalizar a todos los afganos”.
“Si estos alegatos provocan que nuestra gente deje de enviar a sus hijos a hacer deporte, necesitamos actuar inmediatamente y de manera exhaustiva”, dijo.
Hummel, la empresa de ropa deportiva danesa, retiró su patrocinio a la Asociación de Fútbol Afgano (AFF) que se encuentra en el centro de las denuncias.
Por su parte, el secretario general de la AFF, Sayed Alireza Aqazada, negó las acusaciones contra el presidente de la entidad, Keramuddin Karim, y aseguró que las denuncias de las mujeres no son ciertas ni se ha cometido ningún tipo de abuso.
Pero sus declaraciones no ayudaron a apagar el debate.
El parlamento afgano citó este lunes a varios dirigentes deportivos como Hafizullah Rahimi, quien está al frente del Comité Olímpico de Afganistán.
“Tristemente, estas preocupaciones nos han llegado. El abuso sexual existe, no únicamente en la Federación de Fútbol sino en otras federaciones deportivas. Y tenemos que luchar contra eso”, dijo a los medios en Kabul.
Las medidas
Ese fue el primer reconocimiento formal, después de varios meses de continuas denuncias por parte de exintegrantes de la selección nacional de fútbol, que hablan de constantes abusos por parte de los entrenadores y otros hombres en posiciones de poder.
Muchas de las denuncias han sido hechas por Kahlida Popal, excapitana de la selección, quien también ejerció como directora del equipo.
Popal arriesgó su vida al dedicarse al fútbol desde que era adolescente, cuando Afganistán todavía estaba bajo el control Talibán y estaba prohibido que las mujeres practicaran deporte.
Para evitar ser descubiertas por los guardias talibanes, ella y sus amigas jugaban en total silencio en su escuela.
Popal le contó a la BBC desde Dinamarca, donde vive desde 2011 tras huir de su país por amenazas de muerte, que había sido testigo del abuso sexual y físico por parte de los técnicos en contra de niñas y jóvenes.
Y la excapitana concluyó que no había esperanza de solucionar nada cuando, después de documentar todas las denuncias contra dos entrenadores, las llevó ante los directivos de la federación.
“En vez de expulsarlos del cargo o castigarlos, (los responsables) fueron promovidos”.
Ocurrió hace varios años, dice la deportista. Y algunos de los principales acusados son figuras poderosas en Afganistán, con vínculos con el gobierno.
Según la denuncia, funcionarios de la federación le dijeron a las jugadoras que si querían quedarse en el equipo debían mantener relaciones sexuales con ellos.
Testimonio
La BBC habló con varias jóvenes que todavía viven en Afganistán, incluso con deportistas de otras disciplinas distintas al fútbol.
Ellas relatan historias semejantes de acoso sexual e intimidación, donde directivos y técnicos las chantajeaban a cambio de un lugar en la selección nacional o por una oportunidad de jugar en el extranjero.
Una de ellas contó que un técnico le había dicho: “Muéstrame qué tan bella eres, porque solo las chicas bonitas quedarán en el equipo”.
Las acusaciones dentro de la selección femenina de fútbol tuvieron bastante repercusión debido a que el equipo había sido visto como un símbolo de un nuevo Afganistán, más liberal y moderno.
De hecho, que el estadio en Kabul donde el equipo entrena haya sido en el pasado el escenario de las ejecuciones de los talibanes no hace sino enfatizar el contraste.
Popal no es ajena a las ironías del caso: cuando fue la directora de la selección, por ejemplo, reclutó entrenadoras de Estados Unidos y muchas afganas de la diáspora.
“Las mujeres afganas soñaban con hacer algo por su país, apoyar a sus hermanas en Afganistán o desarrollar un seleccionado poderoso que presentara una imagen positiva de la mujer afgana”, dijo.
“Pero desafortunadamente, los hombres intentaron por todos los medios destruir nuestro programa”, afirma.
Desde que sus denuncias fueron hechas públicas el pasado viernes por el diario británico The Guardian, Popal recibió el agradecimiento de una docena de mujeres y hombres que valoraban la valentía de haber denunciado los atropellos.
Habían tenido experiencias similares, pero tenían miedo de hablar.
“Sé que mi voz puede cambiar la vida de muchas personas. Sé que mi voz puede cambiar el sistema”, concluyó la ex capitana.