París. El modo de actuar del presunto autor del ataque contra una planta de gas en Francia muestra al pie de la letra las consignas dadas por Al Qaeda y el grupo Estado Islámico a los aspirantes a yihadistas: golpear donde y como puedan, para crear eco mediático.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Fichado por la policía por su vinculación con medios radicales, el acusado, Yassin Salhi, padre de familia de 35 años, no parece haber utilizado cómplices en su acción.
Desde hacía años que las autoridades lo habían detectado, pero no aún no han podido confirmar las sospechas que pesaban sobre él.
Pero si Salhi efectivamente decapitó a su jefe e intentó, sin lograrlo, hacer explotar una planta de gas, habría puesto en práctica el manual de la organización fundada por Osama Bin Laden y del grupo yihadista Estado Islámico.
Las directivas difundidas para hacer la “yihad global” animan a los simpatizantes de estos grupos radicales, que en caso de que no puedan o quieran unirse a una “tierra de yihad”, a que actúen contra los “infieles”, militares, policías o civiles, de todas las formas posibles.
E incluso si las investigaciones demuestran a posteriori que los movimientos extremistas no han tenido ningún vínculo operaciones con los autores de los ataques, nada es más fácil que gritar victoria y alabar a los atacantes, elevados al rango de “mártires” si mueren en el intento.
Todo hace pensar que supuestamente Yassin Salhi no tenía más armas que un cuchillo y esperaba perecer en una enorme deflagración en la planta de Air Products. Tras sobrevivir a la primera explosión, el acusado intentó un plan B, tratando de abrir botellas de acetona, antes de ser reducido por unos bomberos.
- Lumpenterrorismo -Este patrón de actuación corresponde al anunciado en enero, tres días antes del atentado en París contra Charlie Hebdo, Harith al Nadhari, un responsable religioso de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA).
“No estarán seguros mientras combatan a Alá, a su mensajero o a sus fieles”, dijo en un video. “Soldados que adoran a Alá han llegado entre nosotros. Ellos no temen la muerte, buscan el martirio en nombre de Alá”.
En setiembre, un portavoz del Estado Islámico, Abu Mohamed al Adnani, exhortó en un mensaje audio a asesinar a occidentales, sin diferenciar entre civiles y militares.
“Si pueden matar a un infiel americano o europeo, en particular uno de esos franceses sucios y rencorosos (...) o un ciudadano de los países que han declarado la guerra al Estado Islámico (...) confíen en Alá y mátenlos, donde estén y de la forma que puedan”, afirmó.
Desde otoño de 2010, en la revista yihadista en inglés “Inspire”, el convertido estadounidense Adam Gadahn evocaba “los deberes de la yihad individual”.
“Hemos pasado del hiperterrorismo (de Estados) del 11 de setiembre al lumpenterrorismo” explica el criminólogo Alain Bauer, autor del libro “terrorismos”.
“Son los microatentados, llevados a cabo por una o dos personas, con simples cuchillos, con su coche (...) Están menos estructurados, menos profesionalizados y pueden realizar atentados más pequeños. Pero el efecto es el mismo, ya sea una víctima o 3.000”, aseguró.
Fuente: AFP