Joaquín “El Chapo” Guzmán, el mexicano convertido el narco más célebre del mundo en este siglo, ha conocido su condena: pasar el resto de su vida en una cárcel de Estados Unidos.
La condena de cadena perpetua más 30 años de prisión para “El Chapo” fue leída este miércoles en una corte federal de Nueva York por el juez Brian Cogan, quien dijo que sus crímenes fueron de “maldad avasalladora”.
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Guzmán, de 62 años, escuchó sin inmutarse la sentencia algo inclinado en su silla, vestido de traje gris, camisa lila y corbata. En su rostro volvió a lucir el bigote que lo caracterizó en México y se había afeitado tras su extradición a EE.UU.
“Ya que el gobierno de Estados Unidos va a enviarme a una prisión donde jamás van a escuchar mi nombre, tomé esta oportunidad para decir: aquí no hubo justicia”, dijo Guzmán en su primer pronunciamiento en el juzgado de Brooklyn.
También sostuvo que ha pasado una “tortura mental, emocional y psicológica las 24 horas” del día por las condiciones del encierro solitario que lleva desde hace 30 meses en una cárcel de Manhattan.
Se trató del epílogo a un juicio histórico, que abrió una ventana inédita al mundo de los carteles del narco, su poder para matar y corromper, las veleidades y flaquezas de capos como Guzmán.
Sin embargo, el proceso también dejó importantes misterios sin develar.
La condena
La del “El Chapo” es una condena temida por cualquier capo narco. Pablo Escobar, abatido a tiros en 1993, decía preferir “una tumba en Colombia que una cárcel en EE.UU.”.
Pero para Guzmán, la cadena perpetua era inevitable en función del veredicto que recibió en febrero, cuando fue hallado culpable de los 10 cargos por narcotráfico que enfrentaba en Nueva York.
Sólo el primero de esos delitos, el de liderar en una empresa criminal como el cartel de Sinaloa entre 1989 y 2014, tenía la cadena perpetua como sentencia mínima obligatoria.
Los 30 años adicionales en la condena de “El Chapo” se deben a que el jurado lo halló también culpable de uso ilegal de arma de fuego en relación con el narcotráfico, delito que tiene esa pena mínima obligatoria consecutiva a la cadena perpetua.
La pena de muerte había sido descartada para Guzmán desde antes del juicio, como parte del acuerdo para su extradición de México (país que abolió la pena capital) a EE.UU. en enero de 2017.
En el juicio a “El Chapo” surgieron montañas de pruebas en su contra, incluidos videos y audios de él mismo negociando cargamentos de toneladas de droga a EE.UU. o torturando rivales, así como de crueles asesinatos cometidos por su organización.
¿Dónde está su fortuna?
Pero una de las preguntas que dejó sin responder el juicio es dónde está la fortuna de Guzmán, quien en 2012 entró en la lista de los más ricos del mundo de la revista Forbes y, según las pruebas presentadas, tenía en México fincas, un zoológico privado, una flota de jets y yates.
El juez también aceptó en su sentencia un pedido del gobierno de EE.UU. de decomisarle al narco US$12.666 millones.
Esta suma surge de un cálculo del valor de mercado de las drogas transportadas por el cartel de Sinaloa hacia EE.UU. según distintos testimonios vertidos en el juicio, en especial 528.276 kilos de cocaína.
Según los fiscales, se trata de “una cantidad conservadora”, aunque incluye los costos operativos del cartel y cargamentos de drogas para los cuales “El Chapo” se asoció con otros narcos.
Sin embargo, durante el juicio nunca surgieron revelaciones claras de dónde escondió Guzmán sus activos y la fiscalía ha evitado hasta ahora indicar si conoce esa respuesta.
Uno de los abogados de Guzmán, Jeffrey Lichtman, afirmó la semana pasada que “el gobierno no ha localizado ni un centavo de sus activos”.
“Si no hay activos, no hay nada que pagar”, insistió Lichtman tras la sentencia este miércoles.
Esto también parece generar dudas en México.
El mes pasado, el senador mexicano Jorge Carlos Ramírez Marín, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pidió al gobierno información sobre la cantidad y destino de bienes asegurados o decomisados a Guzmán tras su extradición.
¿Y los bancos?
Muchos esperaban que el juicio a “El Chapo” también arrojara luz sobre las redes financieras que usan los carteles de la droga, ya que uno de los 10 cargos por los que fue hallado culpable es lavado de dinero.
Durante el proceso, hubo testimonios y pruebas de que Guzmán empleó aviones o automóviles para mover millones en efectivo entre EE.UU., México y Colombia, y ocultó ganancias en residencias privadas, una empresa aseguradora, tarjetas de débito o cuentas bancarias.
Pero, ¿qué banco(s) en concreto usaron “El Chapo” y sus socios para lavar sus ganancias? ¿Cómo lo hacían? ¿Por qué ningún banco o banquero ha enfrentado cargos penales por esto?
Años antes del juicio a Guzmán se descubrió que el banco británico HSBC había movido unos US$881 millones de organizaciones de narcotráfico, incluido el cartel de Sinaloa.
Pero en 2012 la misma sede de la fiscalía de EE.UU. en Brooklyn que acusó a “El Chapo” llegó a un acuerdo con HSBC: el banco evitó cargos penales a cambio de una multa de unos US$1.900 millones y el compromiso de aumentar sus controles contra el lavado de dinero.
Algo que decepcionó a varios de quienes siguieron el juicio a Guzmán es que nunca profundizó en el vínculo entre el cartel y los bancos.
“La evidencia que surgió del juicio sobre corrupción de las redes financieras en especial, fue mínima”, sostiene Malcolm Beith, autor del libro “El último narco” sobre Guzmán.
“Me gustaría atribuirlo a que las autoridades lo mantienen en secreto para poder perseguir casos más grandes, pero la verdad es que nunca tendrían un caso más grande que 'El Chapo' Guzmán, así que algo está pasando ahí”, dice Beith a BBC Mundo.
¿Cuánta corrupción?
El juicio a Guzmán sí incluyó varios testimonios sobre corrupción a distintos niveles en México, desde policías locales hasta altos cargos de gobierno.
Alex Cifuentes, un narco colombiano que trabajó como secretario de Guzmán, testificó en enero que el capo pagó US$100 millones en 2012 al entonces expresidente mexicano Enrique Peña Nieto.
Cifuentes dijo que esto se lo había contado “El Chapo” y que el dinero era para evitar que tuviera que seguir escondiéndose de las autoridades.
La acusación fue rápidamente negada por Francisco Guzmán, quien fue jefe de la oficina de la presidencia mexicana durante el mandato de Peña Nieto, cuyo gobierno extraditó a “El Chapo” a EE.UU.
Jesús Zambada —hermano de otro líder del cartel, Ismael “El Mayo” Zambada— testificó en noviembre sobre sobornos millonarios a Genaro García Luna, quien fue secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón en México (2006-2012).
García Luna también rechazó ese testimonio como una “mentira”.
Sin embargo, el juez Cogan aceptó una moción del gobierno de EE.UU. y limitó las preguntas que la defensa de “El Chapo” podía hacer a Zambada sobre corrupción a presidentes mexicanos.
El argumento del magistrado fue que quería proteger a individuos y entidades que no eran parte directa del caso ante el posible “bochorno” que causaría un interrogatorio abierto.
A lo largo de un juicio, que se caracterizó por una extraordinaria reserva, también se evitó la posibilidad de abordar indicios de contactos entre el cartel y funcionarios estadounidenses.
Y así se hundieron las esperanzas de muchos de conocer hasta dónde llegaron los tentáculos del narco en México, y quizá también del lado norte de la frontera.