Las conexiones de Joaquín “El Chapo” Guzmán con Estados Unidos vuelven a la primera plana de la actualidad.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos confirmó que una de las armas decomisadas a “El Chapo” durante su captura el pasado enero formaba parte del operativo conocido como Rápido y Furioso.
Se trata de un fallido programa, iniciado por las autoridades de Estados Unidos en noviembre de 2009, para rastrear 2.500 armas vendidas de manera encubierta a narcotraficantes mexicanos.
Parte de los cargamentos se entregaron al Cartel de Sinaloa, encabezado entonces por Guzmán.
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Un fusil Barret como éste le fue confiscado a El Chapo.
La Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF por su nombre en inglés), encargada de la operación, perdió el control sobre el destino final del arsenal.
Tiempo después las armas se vincularon con diferentes hechos criminales, entre ellos la muerte de dos agentes de seguridad de Estados Unidos.
Ahora se confirmó que uno de los fusiles, calibre .50, fue encontrado en la casa donde “El Chapo” fue detenido en Los Mochis, Sinaloa, en el noroeste de México.
En esa operación de captura, el 8 de enero de 2016, la Secretaría de Marina mexicana confiscó 19 armas que fueron revisadas por la ATF para verificar su procedencia.
No está claro cuál fue el camino del fusil Barret que tenía el capo, aunque según dijo el Centro de Integridad Pública al semanario Riodoce el arma pudo haber ingresado a México por la fronteriza Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua.
Las autoridades mexicanas no hicieron comentarios sobre el tema.
Historia del escándalo
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Joaquín Guzmán fue recapturado en esta casa de Los Mochis, Sinaloa.
La confirmación sobre el origen del arma confiscada a “El Chapo” se realizó en una carta enviada el pasado 15 de marzo al Congreso de Estados Unidos por el subprocurador general Peter Kadzik.
En el documento el funcionario señala que la ATF y el Departamento de Justicia “lamentan profundamente que las armas de fuego asociadas con el Operativo Rápido y Furioso hayan sido utilizadas por criminales en la perpetración de crímenes violentos”.
Es un capítulo más del escándalo revelado en 2011 por medios en Estados Unidos, quienes entrevistaron a uno de los agentes que participaron en el programa.
La estrategia consistía en hacerse pasar por traficantes de armas y contactar a bandas de narcotráfico para venderles su mercancía.
Los fusiles contaban con dispositivos ocultos para rastrearlos y ubicar a quienes las adquirían.
Pero a muchas de estas armas se les perdió el rastro, hasta que una fue identificada en un tiroteo en diciembre de 2010, en el que murió el agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos Brian Terry.
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El expresidente Felipe Calderón reclamó a EE.UU. por la Operación Rápido y Furioso.
Meses después, en febrero de 2011, el cartel de Los Zetas atacó a dos agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas de EE.UU. (ICE, por su nombre en inglés), en una carretera de San Luis Potosí, en el noreste de México.
En la emboscada murió el oficial Jaime Zapata. Al colaborar con la investigación las agencias de seguridad estadunidense identificaron una de las armas utilizadas como parte del cargamento extraviado por la ATF.
El caso sacudió al gobierno de Barack Obama. El Fiscal General, Eric Holder, fue citado a comparecer en el Congreso en octubre de 2011.
Ante el Comité Judicial del Senado el funcionario reconoció que la estrategia fue “defectuosa” desde el inicio. Holder renunció a la fiscalía en 2014.
Furia mexicana
Rápido y Furioso también provocó un fuerte diferendo diplomático entre la Casa Blanca y el entonces presidente mexicano Felipe Calderón.
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El arma fue hallada en el operativo de captura de “El Chapo”.
El mandatario mexicano había iniciado una guerra contra carteles de narcotráfico, que al final de su gobierno en 2012 se había saldado con la muerte a más de 70.000 personas.
Otras 26.000 desaparecieron, según datos oficiales.
Las autoridades mexicanas insistían en que la violencia de los carteles se debía en parte a su enorme capacidad de fuego, con armas que provenían mayoritariamente de Estados Unidos.
Calderón insistía en que la Casa Blanca y el Capitolio debían asumir la responsabilidad de controlar la venta de armas de alto poder, usadas para asesinar a muchos mexicanos.
Así, cuando se supo de la fallida operación de la ATF, el presidente reaccionó con fuerza.
“Los rápidos fueron ellos (la delincuencia organizada) y los furiosos nosotros porque, la verdad, es que se quedaron con el santo y la limosna”, dijo a la comunidad mexicana de Los Angeles, California.
“Por ejemplo un criminal que capturamos dice que hasta los propios agentes le decían cómo quitar el rastreador a los AK-47 (fusiles de asalto) que les vendían”.
En febrero de 2012 el presidente mexicano inauguró en Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos, un cartel de 21 metros de largo que contenía un mensaje a sus vecinos del norte.
Con armas confiscadas a narcotraficantes se escribió la siguiente frase: “No more weapons”, es decir, no más armas.
El cartel fue retirado en junio de 2015 por el alcalde de la población fronteriza, Enrique Serrano, porque “no abonaba a una buena relación con EE.UU.”.