Se suele decir que Alexander von Humboldt “redescubrió” América o incluso hay quienes directamente le llaman el “segundo Colón”.
Es que el viaje que este naturalista alemán hizo por lo que hoy son Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, México y Estados Unidos entre 1799 y 1804 tuvo profundas influencias en el continente.
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El paralelismo entre ambos parte de una extensa lista de coincidencias, dijo a BBC Mundo la historiadora de la ciencia Laura Dassow Walls.
Diarios y libros han repetido una y otra vez que “tanto Colón como Humboldt partieron hacia el Nuevo Mundo desde España, ambos lideraron viajes de descubrimiento, navegaron con el permiso de la corona española y desembarcaron en el mismo lugar”, contó Walls, aclarando que este último dato no es cierto.
Pero según la docente de la Universidad de Notre Dame en Indiana (EE.UU.) y autora del libro The Passage to Cosmos (“El paso al cosmos”) sobre Humboldt, estos hombres también están unidos por las diferencias.
“En pocas palabras, Colón, viajando con un ejército, descubrió riquezas materiales que llevaron a la servidumbre; Humboldt, viajando solo con un acompañante, el botanista francés Aime Bonpland, descubrió una riqueza de conocimiento que llevó a la liberación”.
En este sentido, hay quienes prefieren catalogar al alemán como “el descubridor científico de América”.
La mejor prueba de su profundo legado 250 años después de su nacimiento está en su nombre: Humboldt es la persona del mundo con más lugares, accidentes geográficos, plantas y animales en su honor.
Solo en América Latina tiene una corriente que baña las costas de Perú y Chile, un pico en Venezuela, una sierra en México, una comuna en Argentina, un río en Brasil y una bahía en Colombia, entre otros.
Ha dado nombre a una especie de pingüinos y otra de calamares gigantes, a un cráter en la Luna y un asteroide. Incluso el estado de Nevada estuvo a punto de llamarse Humboldt.
La llegada del alemán a América, tres siglos después que Colón, volvió a cambiar el destino del continente y el eje de poder mundial.
-La herencia millonaria-
Humboldt nació el 14 de septiembre de 1769 en Berlín, en el seno de una adinerada familia aristocrática cercana al rey Federico el Grande de Prusia.
“Cuando su madre murió, él tenía unos 25 años y heredó una fortuna”, le dijo a la BBC Andrea Wulf, autora de la premiada biografía sobre el naturalista titulada The Invention of Nature (“La invención de la naturaleza”).
“Lo gastó casi todo en la exploración de cinco años por América Latina”, agregó. “Eso le dio una libertad inaudita, lo cual creo que es muy importante cuando analizamos cómo luego escribió sobre ello”.
Pero antes de viajar, debió pedir permiso al rey Carlos IV para viajar a territorios que entonces eran colonias españolas.
“Los ilustrados monarcas borbones querían hacer resurgir la economía de sus colonias y modernizar la administración”, escribió Leila Gómez, directora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Colorado (EE.UU.), en un ensayo publicado este año.
“Colón descubrió riquezas materiales que llevaron a la servidumbre; Humboldt, descubrió una riqueza de conocimiento que llevó a la liberación”
Por eso, agregó, la corona decidió nombrar a Humboldt como “inspector de minas del Nuevo Mundo”, permitiendo la casi inédita excepción de dejar a un extranjero entrar en las colonias españolas.
Para Gómez, esta renuencia de la corona de admitir extranjeros explica por qué “el conocimiento de buena partede la naturaleza del continente permanecía como un misterio fuera de España”.
Pero Walls recogió en su libro un segundo motivo: para Europa, la propia existencia de América, con su rica naturaleza y cultura, constituía un desafío a sus valores, creencias y tradiciones.
-El “anticonquistador”-
En palabras de Walls, el trabajo de Humboldt en América fue el de un “anticonquistador”.
A pesar de su título de inspector de minas, no tomó oro y plata, sino notas y medidas astronómicas. También se llevó más de 6.000 muestras geológicas y botánicas, fósiles e ilustraciones hechas por él mismo.
“Entre sus hazañas y descubrimientos más destacados están el haber escalado el Chimborazo, el monte más elevado del mundo —según se creía en la época—, el haber descubierto la comunicación entre el Orinoco y el Amazonas y el haber inventado las líneas isotérmicas y las isobaras”, escribió Gómez.
Durante tres décadas se dedicó a narrar su viaje “en 32 volúmenes que comprendían la botánica, zoología, geología, astronomía, meteorología, relaciones públicas, economía, geografía de los países americanos visitados”.
Su obra fue tan influyente que el naturalista británico Charles Darwin llegó a decir que, de no haber leído a Humboldt, jamás hubiese abordado el Beagle.
No obstante, para Gómez el mérito principal del alemán “radica en haber realizado su viaje en una de las épocas más especiales para la historia de la Occidente, en la antesala de las independencias latinoamericanas”.
-Diplomacia y ciencia-
De acuerdo con Walls, Humboldt fue, en cierto sentido, un diplomático: “Veía al conocimiento como una forma de diplomacia, más que una forma de poder o control”.
En él la ciencia y la política fueron indivisibles.
Walls explicó: “Humboldt era un profundo y muy vocal admirador de (George) Washington, (Thomas) Jefferson y (James) Madison”, considerados padres fundadores de Estados Unidos
Durante su viaje por América Latina, pero especialmente en Venezuela, “Humboldt mantuvo conversaciones sobre el movimiento de independencia y ayudó a difundir los ideales estadounidenses de libertad e igualdad”, dijo la historiadora de la ciencia.
Humboldt incluso se reunió en varias oportunidades con Simón Bolívar, quien reconoció la influencia del naturalista en sus aspiraciones libertadoras.
De hecho, Bolívar directamente le llamó “el descubridor del Nuevo Mundo”.
“Mientras que Colón fue la causa de que naciones enteras fueran reducidas a la servidumbre, Humboldt allanó el camino para las revoluciones que dieron la independencia a las naciones de Sudamérica”, contó Walls.
Humboldt, que decía ser “mitad americano”, contó la docente, “amaba Sudamérica y allí se sentía como en casa”, un lugar que consideraba “el más hermoso del mundo” por su enorme diversidad tanto natural como cultural“.
Él creía que al abrir los ojos a Europa sobre esta riqueza, “encontraría soluciones a la guerra, opresión y la abominación de la esclavitud”.
“Ello muestra lo vulnerable de la naturaleza, pues si se tira de hilo, el tapiz entero puede desmadejarse”.
Su constante militancia contra el imperialismo europeo y la esclavitud, le ganaría enemigos en la corte de Berlín, la corona española y el gobierno de Napoleón Bonaparte.
-Padre de la ecología-
Según Mary Louise Pratt, investigadora retirada de la Universidad de Nueva York, la “audacia discursiva” de Humboldt buscó no solo reinventar el imaginario europeo sobre América, sino “el planeta en sí”.
Por eso Wulf en su libro le llama “el inventor de la naturaleza”: creó la noción de que la Tierra es un organismo vivo, un tejido donde todo está interconectado, “desde el insecto más pequeño hasta el árbol más alto”.
“Ello muestra lo vulnerable de la naturaleza, pues si se tira de hilo, el tapiz entero puede desmadejarse”, dijo.
En aquel entonces Humboldt ya había visto que esta naturaleza vista como “una red de vida”, estaba en peligro por las acciones humanas, convirtiéndolo en el “padre olvidado de la ecología”, opinó Wulf.
Incluso fue el primero en advertir sobre los vínculos entre la deforestación y los cambios catastróficos en el medio ambiente, convirtiéndolo en precursor del cambio climático.
Para Walls, “en una época atormentada por la ansiedad de la conquista y destrucción imperiales, Humboldt fue un Colón del Iluminismo, una figura de redención y esperanza”.