Cuando se habla de neonazis, supremacistas o extremistas de derecha, a menudo se suele pensar en hombres jóvenes, agresivos y, por supuesto, blancos.
Las mujeres, como se vio en las marchas extremistas en Charlottesville, Virginia, Estados Unidos, el año pasado, suelen estar casi siempre ausentes en este tipo de eventos.
Y existe la creencia generalizada de que los movimientos xenofóbicos y racistas blancos son un monopolio de los hombres.
Pero nada más alejado de la verdad.
La historia demuestra que las mujeres han tenido un papel determinante en la expansión y supervivencia de los grupos supremacistas blancos.
Como ejemplo está el Ku Klux Klan (KKK) en Estados Unidos, uno de los movimientos de odio racial más notorios que han existido, en el cual, debajo de las infames capuchas blancas puntiagudas con que se cubrían el rostro, había cientos de miles de mujeres.
“Las mujeres han sido mucho más exitosas que los hombres en el progreso de la agenda xenofóbica y racista de la supremacía blanca”, asegura Kathleen Blee, profesora de Sociología de la Universidad de Pittsburgh.
Blee es autora del libro Women of the Klan: Racism and Gender in the 1920s (“Las Mujeres del Klan: Racismo y género en los 1920”).
“En estos movimientos de extrema derecha las mujeres han jugado papeles muy importantes que son menos públicos: en el reclutamiento de afiliados, en las enseñanzas de la ideología a los nuevos reclutas”, le dice la experta a BBC Mundo.
“También han sido las encargadas de criar a los niños y convertirlos en supremacistas blancos y de propagar la solidaridad para mantener vivo al movimiento”.
--- La primera “gran líder” ---El ejemplo más claro de este “éxito” se vio en Estados Unidos durante los 1920, cuando el KKK estaba en dificultades financieras.
Entonces la organización contrató a Elizabeth Tyler, una experta en “relaciones públicas”, para que ayudara a publicitar el movimiento y reclutar a nuevos miembros.
Tyler se convirtió en “la primera gran líder femenina” del Klan. Fundó el grupo Women of the Ku Klux Klan (WKKK) (Mujeres del Klu Klux Klan) y bajo su liderazgo el grupo experimentó un “dramático cambio de fortuna”, según Kathleen Blee.
“Medio millón de mujeres se unieron al KKK entonces”, dice la autora.
“Y ellas fueron mucho más efectivas que los hombres en la expansión del movimiento y en la organización de campañas para aplastar lo que consideraban los enemigos de la supremacía blanca en esa época: católicos, judíos, y afroamericanos”.
Las mujeres del Klan se encargaron de campañas que incluían boicotear negocios de judíos o propagar rumores para expulsar a pobladores locales afroestadounidenses.
“Las mujeres tenían estrategias y tácticas diferentes de los hombres del KKK, pero eran tan peligrosas como ellos”, explica a BBC Mundo, Kelly Baker, historiadora y autora de The Gospel according to the Klan (“El Evangelio según el Klan”).
Ellas representaban el “poder blando”, dicen las expertas, ayudando a los hombres a esconder su agenda de supremacía blanca detrás de una fachada de bienestar social.
“Las mujeres llegaron a ser muy buenas reclutadoras del KKK porque cuando estaban en las marchas supremacistas acompañando a los hombres, esto los hacía parecer más 'normales'”, asegura Kathleen Blee.
“Ellas parecían menos amenazadoras que los hombres y este aire de 'normalidad' hizo que mucha gente, que de otra forma hubiera temido involucrarse con un grupo tan marginal, se uniera al KKK”.
El KKK demostró entonces que las ideologías racistas se alimentan en las comunidades para poder integrarse en el tejido de una sociedad.
No sólo se demostró en Estados Unidos. Durante los 1920 y los 1930 estaba ocurriendo lo mismo en Europa, en la Alemania nazi y otros regímenes fascistas alrededor del mundo.
--- “Niños, cocina e iglesia” ---Se ha pensado que las mujeres no tuvieron responsabilidad en los regímenes nacionalistas o fascistas porque a menudo eran confinadas a los roles tradicionales de su género.
La ideología nazi, por ejemplo, planteaba que las mujeres debían limitarse a tres cosas: Kinder, Kuche, Kirche (niños, cocina e iglesia).
Ruth Wodak es profesora emérita de la Universidad de Lancaster, Inglaterra, y autora, entre otros libros, de The Politics of Fear: What Right-Wing Populist Discourses Mean“ (La política del miedo: lo que significan los discursos populistas de derecha).
Tal como le dijo Wodak a BBC Mundo, “las mujeres han tenido distintos papeles en los movimientos extremistas y fascistas, pero las políticas de género en estos movimientos han sido bastante tradicionales” .
En estos movimientos se propagó el papel de las mujeres como “súper madres”, las encargadas de criar a niños “superiores” y de muchos programas de supremacía racial.
“Por supuesto que ese papel fue sumamente importante y peligroso de muchas formas”, afirma Ruth Wodak.
“Por otro lado, también tenemos a las mujeres perpetradoras. Por ejemplo, las guardias de los campos de concentración que hicieron cosas muy sádicas y violentas”.
--- ¿Antifeministas? ---Hoy en día, en muchos movimientos modernos y partidos políticos de extrema derecha continúa promoviéndose este papel tradicional de las mujeres.
En Europa, muchas de las más exitosas políticas de extrema derecha son mujeres, como Marine Le Pen (Francia), Frauke Petry (Alemania), Siv Jensen (Noruega) y Pia Kjaersgaard (Dinamarca).
Pero tal como explica Ruth Wodak, no debe pensarse que esto es una contradicción.
“Por un lado, tenemos mujeres líderes de la extrema derecha, pero por otra parte han surgido políticas de género muy tradicionales y homofóbicas, políticas en contra del aborto, en contra del feminismo, o que abogan para que las mujeres permanezcan en sus casas teniendo hijos”.
“Están surgiendo posiciones ideológicas muy interesantes sobre el papel de las mujeres que parecen estarse contradiciendo, pero a la vez propagándose con movimientos autoritarios bastante patriarcales”, explica la experta.
Esa posición ideológica parece cada vez más clara en movimientos como el Alt-right, en Estados Unidos, en el que proliferan los foros misóginos pero también los blogs de mujeres que abogan por volver al papel tradicional del género.
“Están ocurriendo dos cosas”, le dice a BBC Mundo Kelly Baker, autora de The Gospel According to the Klan.
“Una es que el Alt-right establece básicamente que las mujeres deben respaldar a los hombres, que los hombres deben estar al frente de este movimiento que en realidad es una especie de constelación poco definida de una variedad de supremacistas”.
“La idea de esta amplia categoría del Alt-right, es que las mujeres deben dar apoyo, deben estar en la casa, deber estar a cargo de los niños y dedicarse a tener bebés”.
“No vimos a muchas mujeres en Charlottesville porque las protestas son algo que hacen los hombres blancos, no las mujeres blancas”.
En efecto, las nuevas plataformas de extrema derecha, como el Alt right, se promueven como defensores de la raza blanca y a la vez, como ocurrió con el KKK, promueven la continuación de los roles tradicionales de género.
Y no son los hombres del movimiento quienes lo están haciendo, son las mujeres, en las redes sociales, en blogs y en canales de YouTube.
Tal como le dijo Cecilia Davenport, bloguera del Alt-right, a la revista The Economist: “En lo que se refiere al empoderamiento femenino, no hay nada que me haga sentir más empoderada en mi vida que apoyar y ser apoyada por un hombre fuerte”.
“Creo que los hombres y las mujeres estaremos mucho mejor cuando dejemos de luchar contra la naturaleza y permitamos que brillen nuestros instintos e identidades”.
Lo que muchos se preguntan es si, igual que ocurrió durante los 1920 con el KKK, esta promoción del rol femenino y tradicional le está dando credibilidad y “respetabilidad” al mensaje subyacente de los grupos de ultraderecha: es decir, “queremos una mejor sociedad, pero una mejor sociedad blanca”.
“Creo que muchas mujeres podrían sentirse atraídas hacia esta ideología del Alt-right, pero es muy difícil saber cuántas mujeres son simpatizantes y cuántas están promoviendo las ideas”, asegura Kelly Baker.
En este momento, tanto en Estados Unidos como Europa, es claro que los movimientos de extrema derecha están ganando cada vez más partidarios y cada vez se están volviendo más públicos.
Como asegura la autora de Women of the Klu Klux Klan (Mujeres del Ku Klux Klan), “la participación de las mujeres en los movimientos de extrema derecha ha sido una parte de la historia que sólo se ha conocido hasta hace poco”.
“Ahora sabemos que en estos movimientos las mujeres fueron mucho más peligrosas, importantes y efectivasde lo que se piensa en el avance del fascismo, el racismo y la supremacía blanca”.
Hoy en día, dice Kathleen Blee, seguimos pensando en grupos extremistas blancos de “hombres agresivos e hipermasculinos”.
“Pero hay muchas mujeres detrás de ellos. Y sólo porque no las vemos en las marchas supremacistas, eso no significa que no estén apoyando estos movimientos”.