Miles de familias hongkonesas se dirigían este viernes al cementerio para honrar a sus antepasados, quemando réplicas de papel de los objetos que podrían necesitar en el más allá, según una antigua tradición.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
El festival de Ching Ming, que significa “claro y brillante”, es una fiesta importante en China. Las familias van a los cementerios para rendir homenaje a sus difuntos y limpiar sus tumbas.
Queman incienso y las copias de papel de cosas tan distintas como dentaduras, cuchillas de afeitar, camisas, coches con chófer, yates, grandes casas o fajos de billetes falsos.
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Cementerio Diamond Hill de la antigua colonia británica. (AFP)
“Aquí están los padres de mi abuelo, venimos cada año para honrarlos”, dice Agnes Poon, de 40 años, que trabaja en el sector inmobiliario. Ella acudió al cementerio de Diamond Hill de la antigua colonia británica, a pocos días del festival de Ching Ming, que se celebra el domingo.
Agnes Poon explica que ha quemado figuritas de papel que representaban zapatos, ropa, joyas y comida. “Pensamos que podrán utilizar esas cosas en el otro mundo”.
En este centro del capitalismo financiero internacional, donde el consumo es primordial, las últimas tendencias de la moda se suman a los objetos más tradicionales.
“Antaño, la gente sólo quemaba muebles de papel o edificios, pero ahora quiere televisores 3D, iPads y también iPhones”, asegura la señora Ng Shuk-fong, que vende esas réplicas de papel en su tienda de Sai Ying Pun, barrio céntrico de Hong Kong.
Se cree que esta tradición se remonta al primer emperador de China, hacia el año 220 antes de nuestra era.
Para los actuales hongkoneses, el ritual tiene un lado apacible. “Se cuentan historias de personas que soñaron que sus difuntos les decían que tenían frío”, dice Shirley Ho, una hongkonesa, de compras en la tienda de Ng. “Después de haber quemado las réplicas, las cosas mejoraron”.
Fuente: AFP