Al incremento de tensiones durante una crisis política solemos denominarlo una “escalada”. Según el diccionario de la RAE, una acepción posible de ese término es la de “escala”, es decir, una escalera de mano. Ello provee una metáfora para comprender la crisis entre Estados Unidos e Irán: en una escalera podemos ascender o descender a discreción, y podemos hacerlo a nuestro propio ritmo.
Sugiero que un tobogán provee una metáfora más adecuada para comprender dicha crisis: una vez iniciado el descenso, se hace difícil no solo volver al punto de partida sino incluso controlar nuestra velocidad y trayectoria.
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Hay varias razones por las que creo que esa crisis implica un riesgo de guerra. La primera es que se trata de Estados rivales en tensión militar que no mantienen relaciones diplomáticas y que, además, pusieron fin a cualquier vía directa de comunicación y coordinación tras la llegada de Donald Trump al gobierno. Diversos casos históricos sugieren que ello incrementa el riesgo de errores de percepción o de cálculo.
Durante la crisis de los misiles en Cuba, por ejemplo, Washington recibió dos mensajes escritos del liderazgo soviético de contenidos diferentes. La administración Kennedy decidió responder el primer mensaje (de un contenido más conciliatorio) ignorando el segundo y, una vez superada la crisis, propuso el establecimiento de un mecanismo de comunicación permanente y en tiempo real (el denominado “teléfono rojo”, que en realidad era un telégrafo).
Otra razón por la que el riesgo de guerra es real la sugieren las declaraciones del canciller iraní, Javad Zarif, a la cadena CNN. En ellas, Zarif sostiene que, si bien cree que Trump no desea una guerra o un cambio de régimen en Irán, John Bolton, su asesor de seguridad nacional, ha declarado que el gobierno de su país debería plantearse ambos objetivos. Pero en tanto Trump no tenga que tomar una decisión definitiva, esas diferencias podrían permanecer en un estado de latencia.
El propósito de acciones como el derribo de un avión estadounidense no tripulado sería el de escalar las tensiones para obligar a Trump a tomar una decisión. El que Trump revirtiera a último minuto el lanzamiento de ataques en represalia por ese derribo confirmaría el cálculo iraní.
Diversos antecedentes (desde los ataques en Yugoslavia en 1999 hasta la invasión de Iraq en el 2003) proveen indicios sobre lo primero que intentaría hacer Estados Unidos en caso de guerra. De un lado, establecer una supremacía aérea destruyendo la capacidad de respuesta antiaérea del Estado rival. De otro lado, destruir sus capacidades ofensivas. En ese escenario, Irán podría decidir que le conviene lanzar una respuesta de gran envergadura antes de que buena parte de esos arsenales sean destruidos por Estados Unidos y sus aliados. Lo que en inglés llaman ‘use them or lose them’ (es decir, si no los usas los perderás).