Los hermanos de origen checheno Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev llevaban una vida aparentemente normal. El mayor de ellos, Tamerlan, de 26 años, estaba casado, tenía una hija y era aficionado al boxeo. Dzhokhar, de 19, estudiaba becado en una universidad de Boston y era una persona sociable.
Hacía más de una década que habían llegado con sus padres a Estados Unidos donde, según sus amigos y conocidos, se habían integrado sin demasiados problemas. De hecho, en 2010 Dzhokhar había obtenido la nacionalidad estadounidense.
Nada hacía presagiar que acabarían implicados en los ataques con bomba que aterrorizaron a Boston la semana pasada en los que murieron tres personas y más de 200 resultaron heridas y eso es precisamente lo que más preocupa a las autoridades en EE.UU.
De confirmase que fueron los autores de esos ataques, todo apunta a que los investigadores se encuentran ante al perfil de lo que se conoce como lobos solitarios: individuos que llevan a cabo un atentado inspirados por una determinada ideología pero que no pertenecen ni mantienen vínculos estrechos con ninguna organización extremista.
Esa falta de conexiones con grupos radicales los hace prácticamente indetectables para las agencias de inteligencia. Llevan una existencia corriente, no presentan problemas de integración y, lo más importante, no suelen llamar la atención de las autoridades hasta que cometen su primer ataque.
DIFÍCIL TAREA En los últimos días han surgido informaciones que señalan que Tamerlan Tsarnaev quien murió el pasado viernes durante una espectacular persecución policial en un suburbio de Boston y al que algunos señalan como el autor intelectual de los ataques se encontraba en la lista de sospechosos de terrorismo del Buró Federal de Investigaciones de EE.UU. (FBI, por sus siglas en inglés).
Había sido incluido en ella después de que las autoridades rusas advirtieran en 2011 a sus pares estadounidenses que Tsarnaev se estaba radicalizando.
Agentes del FBI interrogaron al joven y a algunos de sus familiares, y rastrearon sus actividades en internet para ver si tenía algún tipo de relación con el extremismo islamista, aunque concluyeron que no suponía una amenaza.
Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, las agencias de inteligencia de EE.UU. y de otras naciones occidentales han centrado sus esfuerzos en detectar a individuos que tuvieran vínculos con organizaciones radicales como Al Qaeda, lo que les ha permitido, en muchos casos, mermar la infraestructura de estos grupos y su capacidad realizar ataques.
Ahora, la posibilidad de que los atentados de Boston hayan sido perpetrados por dos individuos sin lazos aparentes con organizaciones de esta naturaleza y que se habrían radicalizado a sí mismos a través de Internet, pone de relieve la difícil tarea a la que se enfrentan las autoridades en su lucha contra el terrorismo.
TODO SE COMPLICA Hasta ahora no era difícil conocer la autoría de ataques llevados a cabo por células terroristas que estaban vinculadas con organizaciones como Al Qaeda en el Magreb Islámico o al Qaeda en la Península Arábiga, señala Carlo Muñoz, corresponsal de Seguridad Nacional del diario The Hill, con base en Washington.
Pero cuando se tiene enfrente a individuos como los dos hermanos acusados de los atentados de Boston todo se complica, según le dijo Muñoz a BBC Mundo.
En el caso de las células terroristas, se puede analizar cierta información para corroborar los vínculos entre algunos individuos y las organizaciones terroristas, que pueden ser infiltradas. Pero cuando esos vínculos desaparecen, como sucede en el caso de los lobos solitarios, el problema es enorme, señala Muñoz.
Las autoridades en EE.UU. se enfrentan a una situación difícil, no sólo por la cantidad de análisis que tendrán que realizar a partir de ahora para detectar a estos lobos solitarios, sino también por la dificultad de determinar qué tipo de señales de alarma hacen que alguien sea sospechoso.
¿Visitar una página de Internet sobre radicalismo islámico te convierte en un lobo solitario potencial? ¿Que alguien cuelgue un mensaje en redes sociales como Facebook o Twitter puede llevar a pensar que se ha radicalizado y que se le ha de vigilar? Es un terreno resbaladizo, sostiene Muñoz.
PERFIL INDETECTABLE Lo cierto es que la mayoría de los ataques exitosos llevados a cabo en suelo estadounidense en los últimos años fueron perpetrados por individuos que encajan en el perfil del lobo solitario. Ese fue el caso del atentado de Oklahoma City de 1995 o del ocurrido durante los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996.
En ninguno de los dos ataques sus autores habían despertado las sospechas de las autoridades, y es que, aunque los lobos solitarios suelen alinearse ideológicamente con las causas de organizaciones o individuos extremistas ya sean supremacistas blancos, islamistas o de cualquier otra naturaleza no suelen tener vínculos formales con ellos y no reciben su soporte material.
Por lo general planean sus acciones en la intimidad de sus hogares y, más allá de las visitas que puedan realizar a páginas de internet de contenido radical, no despiertan sospechas, ya que no suelen frecuentar lugares o personas sospechosas.
Además, a diferencia de las organizaciones radicales tradicionales, es difícil frustrar sus ataques ya que no suelen realizar amenazas públicas ni, como parece demostrar lo ocurrido en Boston, comparten sus planes con sus familiares y amigos.
Una vez logran su cometido, resulta muy complicado seguirles la pista porque los artefactos que utilizan suelen prepararlos de manera artesanal, con instrucciones que pueden encontrarse fácilmente en la red y que fabrican con elementos disponibles en cualquier tienda.
Según los expertos en seguridad, esa invisibilidad de los lobos solitarios ha hecho que en los últimos años las organizaciones radicales islámicas hayan centrado sus esfuerzos en reclutar a este tipo de individuos, a los que pueden llegar a través de Internet y que no despiertan las sospechas de las autoridades.
INSTRUCCIONES PARA FABRICAR BOMBAS Les hacen llegar la información a través de foros yihadistas, que suelen ser muy cerrados, y la acompañan con videos, muchas veces subtitulados para que sean vistos por la mayor audiencia posible.
Un claro ejemplo de ello es la revista Inspire, asociada a Al Qaeda en la Península Arábiga, en la que se explican las formas de atentar contra diferentes objetivos. Sin ir más lejos, en 2010 publicó un artículo titulado Cómo hacer una bomba en la cocina de tu madre, que recomendaba utilizar una olla a presión como la que explotó en Boston.
Christopher Swift, experto en terrorismo de la Universidad de Georgetown, en Washington, está de acuerdo en que en el radicalismo islámico se está produciendo un proceso de individualización, que encaja con el perfil del lobo solitario.
Un individuo ve lo que les está sucediendo a musulmanes en un país extranjero y se identifica con su causa. Eso hace que se radicalice y tome la decisión de llevar a cabo una acción violenta, explica.
Según le dijo el experto a BBC Mundo, eso es lo que les podría haber sucedido con los sospechosos de Boston. En el caso de estos dos jóvenes, formaban parte de una comunidad imaginaria. Incluso si tuvieron un mentor en el extranjero que facilitó su radicalización, principalmente formaban parte de una comunidad de internet.
Swift cree que todo esto hace que cambie la manera de enfrentar la amenaza del terrorismo global.
Hasta ahora las autoridades lo veían como una organización jerárquica y centralizada, pero esa no es la realidad en EE.UU. o en otras naciones occidentales que cuentan con grandes comunidades extranjeras en las que hay individuos que no se están integrando bien en la sociedad.
Según Swift, esta realidad presenta un gran problema porque no se puede perseguir a la gente asumiendo que sus creencias los hacen personas violentas.
MITIGACIÓN Carlo Muñoz, del diario The Hill, cree que para hacer frente a la amenaza que representan los lobos solitarios, las agencias de inteligencia estadounidenses deberán incrementar su colaboración y asegurarse de que la información fluye entre ellas.
Además, sostiene que se deberán redoblar los esfuerzos para seguir las actividades de determinados individuos en la red e incrementar las medidas de seguridad en algunos espacios públicos.
Los atentados de Boston no ocurrieron en un objetivo obvio como un edificio federal sino en un evento deportivo. Por eso la gente tendrá que adaptarse a esta nueva realidad”.
Pese a todo, Christofer Swift cree que, por muchas medidas se seguridad que se tomen, el problema del terrorismo será imposible de eliminar.
No se puede eliminar el riesgo de las violaciones o los asesinatos, y con el terrorismo sucede lo mismo. Nunca podremos eliminarlo, así que la cuestión es como lo mitigamos y hacemos que ataques como los de Boston sean casos extraordinarios.