El tiburón gigante está de regreso.
Cinco años después del estreno de “Megalodón”, en la que la estrella de acción Jason Statham luchaba contra un enorme tiburón prehistórico, la secuela del filme está entre nosotros.
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La criatura que retratan ambas películas fue una vez muy real.
Los tiburones megalodones aterrorizaron los océanos durante unos 20 millones de años, antes de desaparecer hace unos 3,5 millones de años.
Eran los tiburones más grandes que jamás existieron y uno de los depredadores marinos más grandes.
Una nueva investigación proporciona información sobre cómo estas criaturas pudieron haber vivido y cazado.
Los megalodones son conocidos por la ciencia desde la década de 1840 gracias a sus enormes dientes triangulares que se han encontrado fosilizados.
El nombre “megalodón” significa “diente grande” en griego antiguo.
Y no es broma lo de los dientes grandes: algunos medían 16,8 centímetros de largo.
A modo de comparación, los dientes del gran tiburón blanco llegan como máximo a 7,5 centímetros.
Para saber qué tan grandes eran los megalodones necesitaríamos de un esqueleto completo, pero no lo tenemos.
Los tiburones son peces cartilaginosos, lo que significa que sus esqueletos están hechos de cartílago blando en lugar de hueso duro, y el cartílago no se fosiliza bien.
Como resultado, el registro fósil del megalodón consiste principalmente en dientes, además de algunas vértebras, que están parcialmente mineralizadas.
“Realmente no tenemos una gran idea de cómo se veía realmente”, dice Sora Kim, ecogeoquímica de la Universidad de California en Merced, que estudia la química de los dientes del megalodón.
Paleontólogos han estimado el tamaño comparando los dientes del megalodón con los de otros tiburones cuyos tamaños corporales se conocen.
Pero esto es intrínsecamente incierto porque los animales más grandes no son simplemente versiones ampliadas de los más pequeños.
Por eso ha habido desacuerdos.
Muchos estudios han sugerido que el megalodón podría haber medido 18 o incluso 20 metros.
Sin embargo, en un estudio de 2019, el paleobiólogo Kenshu Shimada, de la Universidad DePaul en Chicago argumentó que esas estimaciones eran erróneas.
Argumentó que los dientes frontales superiores eran los de mejor métrica y producían una longitud máxima del tiburón de 15,3 metros.
Al año siguiente, un equipo dirigido por Victor Pérez, entonces en el Museo de Historia Natural de Florida en Gainesville, adoptó un punto de vista diferente.
En lugar de su longitud, observaron el ancho de los dientes, que determina el tamaño de la abertura de la boca.
Esto indicó que el megalodón realmente podría haber crecido hasta 20 metros de largo.
Su análisis es “muy convincente”, dice Catalina Pimiento, paleontóloga marina de la Universidad de Zúrich, en Suiza.
Shimada también está de acuerdo en que esta longitud superior es posible.
Esto significa que el megalodón empequeñecería a cualquier tiburón moderno comparable.
El tiburón depredador más grande de la actualidad es el gran tiburón blanco, que alcanza una longitud de 4,9 metros.
El megalodón puede haber sido tres o cuatro veces más largo.
El tiburón ballena moderno está a la par con el megalodón, pero no es depredador.
Ambos son eclipsados por las ballenas barbadas más grandes.
Las ballenas azules son los animales vivos más grandes y pueden alcanzar los 30 metros.
El resultado de estos números es que el megalodón no está en disputa por el título de animal más grande, aunque bien pudo ser el tiburón y el depredador más grande que jamás haya existido.
Los dientes revelan que el megalodón era un depredador, pero ¿qué comía? Para responderlo, los investigadores recurrieron a análisis químicos de los dientes.
Un enfoque es observar el nitrógeno. Todo el nitrógeno en el cuerpo de un animal proviene de la proteína en su comida.
Como resultado, los animales que se encuentran más arriba en la cadena alimentaria tienen una mayor proporción de nitrógeno en sus cuerpos, incluidos los dientes.
En un estudio de 2022, los investigadores, incluido Kim, demostraron que los dientes de megalodón tenían niveles extremadamente altos de nitrógeno.
Esto sugirió que era un depredador superior que se comía las presas más grandes, como las orcas modernas.
Otro estudio de 2022, con Shimada y Kim como coautores, analizó los isótopos de zinc y se parecían más al gran tiburón blanco: un depredador superior, pero no tan superior.
Parte de esta incertidumbre puede deberse a las diferencias entre jóvenes y adultos, dice Pimiento.
Los grandes tiburones blancos juveniles comen principalmente pescado, mientras que los adultos buscan mamíferos marinos.
Los megalodones jóvenes pueden haber seguido una transición similar.
Más pistas sobre la reproducción del megalodón surgieron en un estudio de 2020 realizado por Shimada y sus colegas.
Estudiaron una criatura que medía alrededor de 2 metros de largo cuando nació, un gran tamaño que sugirió que el pez se había incubado dentro de su madre en lugar de ser un huevo puesto, como hacen muchas especies de peces.
El equipo también sugirió que el embrión había comido otros huevos mientras estaba en el útero, lo que lo ayudó a crecer tanto.
Si bien suena impactante, tal “canibalismo intrauterino” es común en los tiburones modernos.
El megalodón tenía algunas habilidades físicas verdaderamente formidables.
En 2022, Pimiento y sus colegas escanearon una rara columna vertebral casi completa y la usaron para recrear un modelo esquelético completo de la especie.
Eso les permitió concluir que el megalodón era un nadador experto que podía cubrir grandes distancias a velocidades de crucero promedio de alrededor de 1,4 m/s, más rápido que cualquier tiburón vivo en la actualidad.
El equipo también pudo estimar el tamaño de su estómago y su abertura. “La apertura de la mandíbula era tan grande que cabían presas realmente grandes”, dice Pimiento.
Un megalodón adulto podría comerse un animal del tamaño de una orca moderna con unos pocos bocados. Un alimento así lo sustentaría durante un tiempo considerable. “Incluso con una sola presa podría haber sido capaz de moverse distancias muy largas”, dice la científica.
En base en todo esto, Pimiento y sus colegas describieron al megalodón como un “superdepredador transoceánico” que podía nadar de manera rutinaria de un océano a otro.
Este estilo de vida activo fue apoyado por otra característica: la sangre caliente, que le permitió nadar más lejos y más rápido, y aventurarse en aguas más frías.
Sin embargo, ahora parece que el tamaño y la sangre caliente del megalodón también pueden haber sido su ruina. “El megalodón se extinguió una vez que bajó el nivel del mar y no había suficientes presas”, dice Pimiento.
En 2017, ella y sus colegas identificaron una extinción masiva en los océanos, que acabó con el megalodón y otros animales marinos grandes. “Todos los animales tenían una alta demanda metabólica”, dice ella. Una vez que las presas escasearon, el estilo de vida del megalodón se volvió demasiado costoso desde el punto de vista energético.
Esta extinción ocurrió hace millones de años.
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