Katmandú. Miles de personas se agolpan en el espacio abierto más grande de Katmandú, entre carpas improvisadas, la incertidumbre sobre lo que va a pasar y el sentimiento de abandono ante la falta de ayuda por parte de las autoridades.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
En el campamento de New Road en la capital nepalí, miles de personas agradecen el sol de la mañana tras haber pasado la noche bajo ropas y mantas entrelazadas de cualquier manera con las que a duras penas aguantaron bajo la lluvia.
Están allí desde el pasado sábado, cuando el sismo de 8 grados hizo temblar las entrañas del valle central de Nepal y dejó, hasta el momento, más de 4.000 muertos y 7 mil heridos, una cifra que aún podría aumentar considerablemente.
“No hay ayuda del Gobierno. El Ejército nos está dando agua, pero para conseguirla tienes que estar en la cola durante horas”, lamentó Manoj Sah, un residente de origen indio.
Dice que la gente aguanta con fideos y con lo que puede ir consiguiendo por aquí y por allá, mientras los precios de los alimentos se han disparado y ya cuestan el doble.Además, los pocos baños públicos instalados son insuficientes y en muy poco tiempo quedaron inservibles.
La falta de comunicación debido a la caída del servicio de telefonía en prácticamente todo el país también le ha impedido saber cómo podía acogerse a la evacuación organizada por las autoridades de su país.
“Sabemos que la India está movilizando a sus nacionales, pero no tenemos móviles y no sabemos cómo hacerlo porque no hay comunicaciones”, dijo.
En la ciudad muchos edificios aguantan en pie, pero una revisión más cercana deja al descubierto grietas y daños en estructuras que sirven para justificar el temor a un derrumbe.
Un colegio de dos plantas muestra su interior tras perder su fachada y una tienda situada en la parte inferior ha quedado abierta permanentemente al quedarse sin pared.
En la ciudad no hay forma de desplazarse en vehículo y las tiendas están cerradas, las pocas que abren son fácilmente identificables viendo el tumulto frente a ellas.
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Frente al hospital BIR, el principal de Katmandú, una docena de cuerpos mal cubiertos están dispuestos en fila sin que nadie les preste atención.
Suram Gurung, un médico voluntario que ha estado allí desde los minutos siguientes al terremoto, dice que hoy ya llegaron menos heridos, entre 10 y 12, mientras que ayer la cifra era de más de un centenar.
Las estructuras del hospital están dañadas hasta el punto de que en la cuarta y la quinta planta hay grietas y los médicos se niegan a subir a atender a los heridos que se encuentran allí, indicó Gurung.
“Hay heridos y nadie los está atendiendo”, declaró.
No obstante, en medio de la tragedia generalizada, Gurung destacó que hoy llegó una chica al hospital que, tras permanecer un día y medio atrapada bajo los escombros, se encuentra “muy bien”.
Alrededor de esa zona céntrica de la capital, en la plazas, pequeños grupos de alrededor de 20 personas han decidido establecerse lo bastante lejos de sus casas como para que no les caigan encima y lo suficientemente cerca para que los ladrones que tratan de sacar partido de las circunstancias no puedan hacerlo.
Amish Tuladhar, un publicista de 28 años, indicó que no tiene la menor idea de cuándo van a regresar al interior de las viviendas.
“No tenemos electricidad, internet... no tengo ni idea”, dijo, al explicar que el terremoto lo sorprendió regresando de Trisuli y que cuando llegó a su casa ya todo el mundo estaba en la calle.
Recuerda cómo a medida que llegaba a la capital los edificios se iban cayendo, y se producían deslizamientos de tierra, y recordó que desde que tiene memoria todo el mundo ha hablado de que el país iba a afrontar en algún momento un terremoto de gran intensidad.
Fuente: EFE