Karachi, 2050: el agua escasea, el precio del pan está por las nubes y las olas de calor abundan. ¿Ficción o realidad? Entre el deshielo de los glaciares y la demografía galopante Pakistán contiene todos los ingredientes de una bomba climática de relojería.En este país azotado por la violencia islamista y otras penurias energéticas que lastran su crecimiento económico se habla poco del tema. Pero no faltan los signos precursores; basta con acordarse de las inundaciones de los últimos años o de los 1.200 muertos por la ola de calor del verano pasado.Y es que el cambio climático también afecta a Pakistán, país musulmán de 200 millones de habitantes con tres macizos montañosos, el Hindu Kush, el del Himalaya y el de Karakorum, que forman la primera reserva mundial de hielo fuera de los polos.El agua de estas cumbres del norte surten el río Indo y sus afluentes para irrigar el resto del país, desde las mesetas del Punjab (centro) al delta del Sind, cerca de Karachi (sur), una ciudad de 20 millones de habitantes donde la falta de agua empieza a notarse.El futuro de este país, donde según la ONU vivirán más de 300 millones de personas allá por 2050, depende en parte de estos glaciares y del de Passu, a las puertas de China.En sus pendientes pedregosas, el deshielo salta a la vista. “Cuando veníamos hace más de 25 años, el glaciar llegaba hasta la roca de allí”, 500 metros más abajo, explica Javed Ajtar, un lugareño con la cara curtida por el sol. Trabaja para un equipo de glaciólogos que miden el impacto del calentamiento global.Según las autoridades, las temperaturas en el norte de Pakistán subieron 1,9 grados en un siglo, lo que provoca rupturas repentinas en los diques de hielo de los lagos glaciares, soltando torrentes que lo arrastran todo a su paso.Hoy, una treintena de lagos glaciares están bajo observación en el norte de país.Según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el deshielo de los glaciares en las regiones montañosas “debería acelerarse en el siglo XXI, lo que puede reducir la reserva de agua, el potencial hidroeléctrico y cambiar las tendencias de las estaciones”.Dicho de otra forma, la bomba climática en Pakistán no sólo amenaza sus glaciares, sino todo el país, empezando por el Punjab, conocido por el cultivo de cereales.- Amenaza para el trigo - Pese a su demografía trepidante, Pakistán sigue siendo autosuficiente en términos agrícolas, gracias sobre todo a la fertilidad de sus tierras del Punjab.Pero en los últimos años los campesinos han sufrido inundaciones sin precedentes, como las de 2010 (21 millones de damnificados), provocadas por lluvias y monzones espectaculares y quizá amplificadas por el deshielo de los glaciares.“Cuando hay demasiada agua no es bueno para el arroz, y cuando no hay bastante tampoco. Lo mismo ocurre con el trigo”, explica a la AFP Mohsin Amin Chatha, productor de estos dos cereales a las afueras de Lahore, capital provincial de Punjab.Cada variación en el nivel de las aguas supone un quebradero de cabeza para los campesinos, que se exponen a perder las cosechas si siembran demasiado pronto o tarde. Y para las autoridades, que deben de almacenar agua en los depósitos para luego redistribuirla.El resto del año, los campesinos dependen del agua de los ríos, sobre todo del Indo, para irrigar sus tierras.Por el momento la producción de arroz y de trigo sigue en alza. Pero si un día desaparecen los glaciares “dependeríamos completamente del monzón. Y ya está cambiando”, explica Ghulam Rasul, jefe de los servicios meteorológicos de Pakistán. “Todo esto tiene un impacto sobre la seguridad alimentaria”, añade.Si la producción de trigo llegara a ser insuficiente, el país tendría que importarlo, lo que repercutiría en el precio del pan.- Olas de calor -Karachi (sur) podría verse afectada por la escasez de recursos hídricos y una multiplicación de las canículas.La ciudad, que obtiene casi toda su agua del Indo, ya abastece sólo la mitad de la demanda de sus habitantes por falta de una red de bombeo y de distribución eficaces.El IPCC prevé, para 2050, una reducción de la cantidad de agua dulce en el sur de Asia, y en particular en las cuencas fluviales como el Indo. Karachi deberá en ese caso aprender a vivir con muchos más habitantes y menos agua.“A largo plazo es un desafío enorme” para las autoridades, resume Syed Mashkoor ul Hasnain, un directivo de la Compañía de Aguas de Karachi (KWSB).Para complicarlo todo un poco más la variación de la presión atmosférica prevista en el mar de Arabia podría reducir la brisa que modera el calor de este puerto, explica Rasul, el meteorólogo. En junio pasado, una canícula segó más de 1.200 vidas, sobre todo en los barrios pobres. Puede ser un anticipo de lo que le espera a la población. “Las olas de calor se intensificarán”, advierte Rasul.
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