Nuestra especie, el Homo sapiens, se originó hace cientos de miles de años en África y ahora este continente también podría ser clave para la continuidad de la humanidad.
Eso es lo que sugieren los estudios de población que anticipan cómo será el mundo a finales de este siglo.
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Para estimar cómo será la población mundial en 2100 los expertos realizan proyecciones basadas en una serie de factores, principalmente la llamada tasa global de fecundidad (TGF), que es un promedio de la cantidad de niños vivos que nacen por cada mujer.
Para que una población pueda crecer, o al menos mantenerse estable, es necesario, como mínimo, una TGF de 2,1, es decir, que el promedio de nacimientos sea de 2,1 hijos por mujer.
Esa cifra se conoce como la “fecundidad de reemplazo” y la idea detrás es sencilla: como las mujeres son casi la mitad de la población, si cada una tiene al menos dos bebés la población no disminuirá.
La tasa de reemplazo es de 2,1 niños y, no solamente 2, porque toma en cuenta que no todos los bebés que nacen llegan a la adultez y que, además, hay una leve tendencia a que nazcan más varones que mujeres.
Según muestran las estadísticas de la División de Población de la Organización de Naciones Unidas, en 1950 las mujeres a nivel mundial tenían en promedio 5 hijos.
Eso llevó a que la población del planeta se triplicara en menos de un siglo, y que próximamente seamos 8 mil millones.
Sin embargo, factores como la creación y diseminación de mejores métodos anticonceptivos y el desarrollo profesional de las mujeres en muchos países, entre otros, llevaron a que la TGF cayera a menos de la mitad, y en 2022 las mujeres del mundo tienen, en promedio, 2,4 hijos.
En muchos lugares, la cifra es aún más baja.
“Hoy, más de la mitad de la población mundial vive en países donde la fecundidad está por debajo del nivel de reemplazo de 2,1 hijos por mujer, y una gran proporción de esta población vive en países con niveles de fecundidad muy bajos y en descenso”, le dijo a BBC Mundo Sabrina Jurán, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
Esto ha llevado a los expertos a proyectar que la población mundial llegará a su punto máximo en unas décadas y luego empezará a caer.
Los cálculos de cuándo ocurrirá el pico poblacional y cuántos llegaremos a ser varían, pero todos los pronósticos coinciden en que la humanidad se irá achicando en el próximo siglo.
La ONU estima que el mundo llegará al borde de los 11 mil millones de habitantes para 2100 antes de empezar a reducirse.
Otros estudios realizados en Austria y Estados Unidos sugieren que el declive empezará antes, en apenas medio siglo, y que la población no llegará a los 10 mil millones.
La proyección más reciente, realizada en 2020 por el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington y publicada en la revista científica The Lancet, indica que para finales de este siglo 183 de los 195 países del mundo tendrán una tasa de fertilidad por debajo de los niveles requeridos para reemplazar a su población.
A primera vista este descenso poblacional puede sonar como una buena noticia, después de todo, un mundo menos sobrepoblado podría ser uno más sustentable.
Pero detrás de las cifras se esconde una realidad muy compleja: con cada vez menos jóvenes y una población crecientemente avejentada, ¿cómo harán los países para mantener su economía activa?
Y a la larga: ¿cómo sobrevivirá la raza humana si cada vez hay menos personas jóvenes con capacidad de procrear?
Es en este contexto que muchos miran con interés al continente africano, en particular a los países de África subsahariana, como se conoce a la inmensa región del centro y sur del continente, que agrupa a 54 países.
Y es que, a contramano de lo que ocurre en el resto del mundo, en esta zona, que fue la cuna de la especie humana y el lugar desde donde se pobló originalmente a la Tierra, la población está creciendo exponencialmente.
Las proyecciones indican que se duplicaría para 2050, alcanzando los 2.500 millones.
En la práctica, esto significa que, en menos de treinta años, un cuarto de la humanidad podría, potencialmente, ser africana.
El crecimiento poblacional de África es dos veces más veloz que el de Asia del sur y casi tres veces más que el de América Latina.
Y lo que lo impulsa es una particularidad única de esta región: en la mayoría de los países africanos al menos el 70% de los ciudadanos tiene menos de 30 años.
Esto contrasta fuertemente con la situación del resto del mundo, donde la población se avejenta a paso veloz.
Jurán resalta en este punto el caso de América Latina y el Caribe, que es la región “con el envejecimiento de la población más rápido del mundo”.
La explosión demográfica de África ha llevado a la ONU a concluir que este continente “desempeñará un papel central en la conformación del tamaño y la distribución de la población mundial en las próximas décadas”.
Algunos expertos advierten que esta disparidad entre África y el resto de los continentes provocará cambios profundos en el mundo que conocemos hoy.
En su reciente libro “8 mil millones y contando: cómo el sexo, la muerte y la migración dan forma a nuestro mundo”, Jennifer D. Sciubba, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington destaca que en África subsahariana la TGF es de 4,70 hijos por mujer, casi el doble de la tasa mundial.
En tanto, en la mayor parte de Europa, Asia oriental y sudoriental, Oceanía, América del Norte y grandes partes de América Latina la tasa de fecundidad ya cayó por debajo del nivel de reemplazo de 2,1.
Según Sciubba, esto está creando la mayor brecha demográfica de la historia.
Por un lado -señala- están los países que han liderado el orden mundial durante el último siglo, y hoy se están convirtiendo en las sociedades más envejecidas de la historia.
Por el otro, están las naciones más pobres y menos poderosas del planeta, donde la mayor parte de la población es joven.
La autora señala que esta división será un factor clave que impulsará las relaciones políticas, económicas y sociales durante las próximas dos décadas.
Por su parte, François Soudan, editor del semanario francés Jeune Afrique, advirtió sobre este fenómeno en un artículo titulado: “El futuro de la humanidad será menos blanco y cada vez más africano”.
“En 2100, una de cada tres personas del planeta nacerá en el África subsahariana”, destacó Soudan en la nota publicada en The Africa Report.
“Nigeria superará en población a China, convirtiéndose en el segundo país más grande después de la India”, dijo, citando el trabajo del IHME.
Ese estudio proyecta que, mientras que naciones como Japón, España, Italia, Portugal, Tailandia y Corea del Sur verán su población reducida a la mitad a fin de siglo, la población de África subsahariana se triplicará.
Las proyecciones de la ONU son aún mayores, y prevén que la población africana alcanzará los 4.300 millones para 2100, equivalente a casi el 40% de la población mundial.
Para Soudan, el hecho de que la edad media en el continente africano sea de “19 años, frente a los 42 en Europa”, llevará indefectiblemente a un fenómeno migratorio.
“La única salida potencial para Europa, donde los jubilados superarán en número a los trabajadores por un factor de dos y las muertes superarán a los nacimientos, es depender de un flujo constante de inmigración, con la mayoría de los recién llegados provenientes del único continente que todavía tiene una población creciente: África”, analizó.
Según las estimaciones que citó, para mantener su población en los niveles actuales, Europa necesita integrar cada año “entre 2 y 3 millones de inmigrantes”.
Los datos más recientes publicados por la Comisión Europea muestran que 1,92 millones de personas inmigraron a los países de la Unión Europea (UE) en 2020, pero 960 mil personas emigraron, por lo que la inmigración neta fue de 960 mil.
“Sin la migración, la población europea se habría reducido en medio millón en 2019, dado que nacieron 4,2 millones de niños y murieron 4,7 millones de personas en la UE”, aclara el propio sitio de datos migratorio de la UE.
“La realidad es que, en pura lógica capitalista, los gobiernos europeos deberían alentar la inmigración, si no cortejar a los inmigrantes con bonos en efectivo”, señala Soudan.
En vez -dice- crean “una miríada de obstáculos a la inmigración”.
Según el libro de Sciubba, hoy solo entre el 2% y el 4% de la población mundial vive fuera de su país de origen, algo que podría cambiar drásticamente en el futuro.
“Con el tiempo, tendremos mucha más gente de descendencia africana en muchos más países”, predijo por su parte Christopher Murray, director del IHME y coautor del estudio publicado en The Lancet.
Pero ¿qué impacto tendrá para África ser la principal fuente de juventud en un mundo cada vez más avejentado?
Los expertos están divididos. Algunos creen que, aprovechado correctamente, el continente más postergado del planeta podría utilizar su ventaja sobre países con población declinante para impulsar su poder económico y geopolítico.
En ese sentido, citan el fuerte aumento de inversiones de China en el continente africano, con la construcción de puertos, aeropuertos, carreteras y escuelas, entre otras infraestructuras.
“El mero peso de los números (de población) debe provocar una reinvención de los países africanos y sus poblaciones”, afirmó Edward Paice, director del Africa Research Institute y autor del libro “Terremoto de juventud: por qué la demografía africana debería ser importante para el mundo”.
En una columna de opinión publicada en enero pasado en el diario británico The Guardian, Paice instó a que la comunidad internacional deje de lado sus “representaciones estereotipadas” y “marginalización” de África.
El experto anticipó que la importancia demográfica que tendrá ese continente “afectará la geopolítica, el comercio global, el desarrollo tecnológico, el futuro de las religiones dominantes del mundo, los patrones de migración... casi todos los aspectos de la vida”.
En cambio, los más pesimistas advierten que, sin más educación, desarrollo y sobre todo, creación masiva de empleo, el crecimiento exponencial de la población africana podría conducir a peores niveles de desempleo, pobreza, conflicto y radicalización religiosa.
Una de las visiones más alarmistas es la de Malcolm Potts, un profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California quien en 2013 pronosticó que la zona conocida como el Sahel, la parte norte de África Subsahariana, “podría convertirse en la primera parte del planeta Tierra que sufre una hambruna a gran escala y un creciente conflicto a medida que una población humana que aumenta supera los recursos naturales que disminuyen”.
Para Soudan, al final el destino de África dependerá en gran medida de lo que hagan hoy los líderes de ese continente.
“Si África quiere conservar a su ciudadanía dinámica, audaz y creativa -es decir, a aquellos que tienen más probabilidades de aventurarse por el arriesgado camino de la emigración-, y cosechar los beneficios de su dividendo demográfico fuera del ámbito del discurso político, entonces el continente debe hacer hincapié en la educación, los programas de capacitación laboral y las políticas de creación de empleo con visión de futuro, así como una mejor planificación familiar”, concluyó.
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