De origen humilde, Recep Tayyip Erdogan ha logrado convertirse en un gigante político que ha liderado Turquía durante 20 años y ha puesto su huella en el país más que ningún otro mandatario desde Mustafa Kemal Ataturk, el reverenciado padre de la república moderna.
Y este domingo logró renovar su mandato por cinco años más al vencer al candidato opositor Kemal Kilicdaroglu en la segunda vuelta de las elecciones más reñidas que le ha tocado disputar al gobernante en dos décadas.
MIRA: “No podemos perder esta oportunidad histórica”: Ucrania dice estar lista para una contraofensiva militar contra Rusia
Con 99,85% de los sufragios contabilizados, Erdogan obtuvo 52,16% de los votos mientras el candidato de la oposición sumó 47,84%, de acuerdo con cifras del Consejo Electoral Supremo de Turquía.
Horas antes de que se dieran a conocer los resultados oficiales, Erdogan se había proclamado ganador, al tiempo que su rival -sin conceder la victoria- había calificado el proceso como “injusto”.
Anticipándose al anuncio del Consejo Electoral Supremo, los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Francia, Emmanuel Macron, habían felicitado a Erdogan por su reelección.
Kilicdaroglu, quien logró unir a todos los partidos de oposición, representó el mayor desafío al liderazgo de Erdogan desde que ascendió al poder en 2003.
Durante la campaña, el opositor se hizo eco de las acusaciones contra el presidente por supuestamente haber fallado en preparar al país para un desastre como el devastador terremoto que azotó el sur del país el pasado mes de febrero.
Y también lo señaló de llevar al estacamiento de la economía turca en los últimos años.
Pero, ¿quién es Recep Tayyip Erdogan, el hombre que ha liderado a Turquía durante las últimas dos décadas?
Erdogan nació en 1954 y creció en una zona cercana al Mar Negro, en el norte del país.
Cuando tenía 13 años, su padre decidió mudarse a Estambul, con la idea de darle a sus hijos mejores oportunidades.
Entonces, Erdogan comenzó a vender limonada y unos panes conocidos como “simit” para ganar dinero extra.
Asistió a una escuela islámica antes de ingresar a la universidad y obtener el grado de administrador de empresas.
Este grado ha sido objeto de controversia por parte de la oposición que señala que nunca obtuvo el título profesional, si no un grado inferior, acusación que Erdogan siempre ha rechazado.
El actual presidente de Turquía siempre fue un apasionado del fútbol e hizo parte de varios equipos semiprofesionales hasta los años 80.
Pero su principal pasión fue la política. En los años 70 y 80 fue parte activa de los círculos islamistas, de hecho se hizo miembro del partido islamista que era liderado por Necmettin Erbakan.
Mientras el partido crecía en popularidad en los años 90, Erdogan fue candidato a la alcaldía de Estambul en las elecciones de 1994 y gobernó esa ciudad durante los siguientes cuatro años.
Erbakan, quien fue el primer primer ministro islámico de Turquía, solo estuvo un año en el cargo debido a un golpe de Estado perpetrado por el ejército en 1997.
Debido a esto, Erdogan se vio enfrentado a las fuerzas seculares del país.
Ese mismo año, él fue acusado y condenado por los cargos de incitar el odio racial por leer en una plaza pública un poema que incluía los versos: “Las mezquitas son nuestras barricadas, los domos nuestros cascos y los minaretes nuestras bayonetas y la fe de nuestros soldados”.
Después de pasar cuatro meses en prisión, regresó a la política. Pero en 1998, su partido fue prohibido por violar los principios seculares del Estado moderno de Turquía.
En agosto de 2001, Erdogan fundó un nuevo partido con bases islamistas junto con Abdullah Gul: el Partido Justicia y Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco).
La popularidad de Erdogan fue creciendo, especialmente en dos grupos: los turcos religiosos que se sentían marginalizados por las élites seculares y entre quienes habían sufrido reveses económicos durante las crisis que afectaron el país hacia finales de los años 90.
En 2002, el AKP ganó las elecciones parlamentarias y el año siguiente, Erdogan fue designado primer ministro. Ha permanecido como líder de su partido hasta hoy.
Desde 2003, Erdogan ocupó el cargo de primer ministro durante tres periodos. Desde allí, lideró el país hacia el crecimiento económico y fue visto como un reformador.
La clase media se expandió en Turquía y millones de personas pudieron salir de la pobreza a la vez que Erdogan impulsaba gigantescos planes de infraestructura.
También logró convencer a votantes de la minoría kurda durante sus primeros años en el poder.
Los derechos de los kurdos fueron ampliados y después de tres décadas de conflicto, un proceso de paz comenzó en marzo de 2013, lo que llevó al partido de los trabajadores del Kurdistan (PKK, por sus siglas en turco) a declarar un cese al fuego.
Pero el acuerdo solo duró dos años y el conflicto retornó al país.
Para 2013, muchos críticos comenzaron a advertir que Erdogan se estaba convirtiendo en un líder autocrático.
A mediados de ese año se presentaron varias movilizaciones en el país, principalmente impulsadas por los planes del gobierno de transformar un parque en el centro de Estambul, pero también para desafiar su tono autoritario.
Erdogan ordenó el desalojo de los manifestantes del parque Gezi y el exceso en el uso de la fuerza por parte de las autoridades desencadenó una ola sin precedentes de movilizaciones enormes en todo el país.
Esto marcó un punto de giro en su mandato. De acuerdo con sus críticos, el mandatario estaba actuando más como un sultán del imperio Otomano que como un demócrata.
El partido de Erdogan también logró cambiar la prohibición que tenían las mujeres de usar el velo islámico en las universidades y en las oficinas de servicio público, establecida después del golpe militar de los años 80.
La prohibición fue levantada también para las mujeres en la policía, el ejército y el sistema judicial.
Sus críticos han señalado que Erdogan ha erosionado los pilares que estableció Ataturk para la república secular.
El mandatario reelecto, quien siempre se ha visto como un hombre creyente, ha negado constantemente estas acusaciones señalando que solo desea respetar los derechos de los turcos que quieren expresar sus creencias religiosas en público.
Sin embargo, ha dicho de forma repetida dicho que el principal papel de las mujeres es “cumplir con los roles tradicionales de género”, que para ellas es, según él, “ser una madre y una esposa ideal” sobre todas las demás cosas.
De hecho, ha condenado el feminismo y ha dicho que los hombres y las mujeres no pueden ser tratados de la misma manera.
También ha sido un gran impulsor de causas islamistas y es cercano al partido político egipcio Hermanos Musulmanes.
En 2020, impulsó la conversión del histórico museo de Santa Sofía en una mezquita, lo que hizo enfurecer a los cristianos que viven en el país y a los musulmanes seculares.
Esta construcción tiene unos 1.500 años y fue erigida originalmente como una catedral y, luego, convertida en mezquita por los turcos otomanos. Ataturk, el padre de la Turquía moderna, la volvió museo, símbolo del nuevo Estado secular.
Tras un tercer mandato, Erdogan se vio obligado a dejar el cargo de primer ministro debido a que no podía presentarse a otro periodo.
Entonces, tomó la opción de presentarse al cargo ceremonial de presidente en unas elecciones directas sin precedentes.
Luego, reformó ese cargo con una nueva constitución, cuyos críticos señalaron que sería un desafío al establecimiento secular del país.
Pero a principios de su presidencia, tuvo que encarar dos problemas: su partido perdió la mayoría en el parlamento por varios meses en 2015 y al siguiente año, el 15 de julio, el país presenció el primer intento de golpe de Estado en décadas.
Cerca de 300 personas perdieron la vida en medio de los intentos de sacar a Erdogan del poder.
Se culpó del complot al movimiento Gulen, liderado Fethullah Gulen, un clérigo musulmán que vive en el autoexilio en EE.UU.
En ese momento, la historia del país cambió.
Tras el intento golpista de 2016, cerca de 150.000 funcionarios públicos fueron despedidos de sus cargos y unas 50.000 personas detenidas, incluidos soldados, periodistas, abogados, agentes de policía y políticos kurdos.
Esta persecución a la oposición causó alarma más allá de las fronteras de Turquía, lo que llevó al congelamiento de las relaciones con la Unión Europea, por lo que la aspiración de Turquía de convertirse en uno de los países de esa organización no ha progresado en años.
Y los señalamientos del aumento del influjo de migrantes a través de Grecia no han hecho otra cosa exacerbar el malestar con Ankara.
En 2017, Erdogan ganó de forma ajustada un referendo que le garantizó mayores poderes como presidente, incluyendo el derecho a imponer un estado de emergencia, designar funcionarios públicos e intervenir en el sistema judicial.
Durante sus dos décadas en el poder, Erdogan también creció como una figura importante dentro de la política internacional. Mostró la influencia de Turquía como potencia regional y su poderosa diplomacia irritó a sus aliados en Europa y otros países.
Aunque era el mandatario de un país de la OTAN, Erdogan ha mantenido vínculos estrechos con Vladimir Putin de Rusia y se ha posicionado como un juez dentro de la guerra de Rusia en Ucrania.
Erdogan ayudó a negociar un acuerdo que abrió un corredor seguro para las exportaciones de cereales de Ucrania a través del Mar Negro y evitó su colapso cuando Rusia decidió poner fin a ese acuerdo.
También mantuvo a Suecia y Finlandia a la espera en sus deseos de unirse a la OTAN
Al final aprobó la adhesión de Finlandia, pero mantuvo fuera a Suecia, alegando que el país albergaba a separatistas kurdos y otros disidentes que consideraba “terroristas”.
Muchos críticos vieron las elecciones locales de 2019 como el “primer golpe” al largo reinado de Erdogan, ya que su partido perdió en las tres ciudades más grandes de Turquía: Estambul; la capital, Ankara; y Esmirna.
Perder la alcaldía de Estambul por un estrecho margen ante Ekrem Imamoglu, del opositor Partido Popular Republicano (CHP, por sus siglas en turco), fue un duro golpe para Erdogan, quien había sido alcalde de la ciudad en la década de 1990.
Imamoglu buscaba extender este éxito a nivel nacional, al hacer campaña junto a Kemal Kilicdaroglu, el candidato presidencial de la oposición unida contra Erdogan.
Uno de los muchos desafíos que enfrentó Erdogan durante la campaña fueron las críticas a la falta de preparación y a la lenta respuesta del gobierno ante el devastador terremoto que mató a más de 50.000 personasen febrero de este año y dejó a millones de personas sin hogar en Turquía.
Otro es el mal estado de la economía, con millones que sufren una crisis por el costo de vida.
Ahora Erdogan tiene cinco años más para tratar de solucionar estos otros problemas.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- El misterio sobre cómo se tornó verde fosforescente el agua en un tramo de los canales de Venecia
- Asalto al Capitolio: ¿Quién es el extremista que recibió 18 años de cárcel y cuál es la situación de Donald Trump?
- Mujer pensó que había ganado 2.000 dólares en la lotería, pero en realidad eran 2 millones de dólares
- Siria acusa a Israel de lanzar ataque con misiles sobre Damasco
- Bomberos rescatan a un hombre de 250 kilos atrapado entre la basura en su departamento en España | VIDEO
Contenido Sugerido
Contenido GEC