Su imagen aparece por todos lados en Astaná, la capital de Kazajistán.
Y su nombre lo honran en los aeropuertos, las calles, las escuelas y las plazas de todo el vasto y helado territorio nacional.
Una ley incluso protegerá su imagen después de muerto, pero Nursultán Nazarbayev, el único presidente de la nación centro asiática desde su salida de la Unión Soviética en 1991, renunció finalmente este martes de forma sorpresiva al cargo.
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Fue a través de un mensaje de televisión: dijo que había sido una decisión difícil, pero no explicó la causa.
Anunció que el líder de la cámara alta del Parlamento de Kazajstán, Kassym-Jomart Tokayev, que anteriormente se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores y primer ministro, actuaría como presidente interino hasta el próximo periodo electoral, que tendrá lugar en 2020.
Su inesperada salida después de casi 30 años en el poder generó titulares más allá de las fronteras del noveno país más grande del mundo.
Y es que Nazarbayev no es solo uno de los hombres que por más tiempo se han mantenido en el poder, sino que es visto por algunos como un héroe que colocó a su país en el mapa del desarrollo y, por otros, como un déspota y un megalómano.
Lazos con Occidente
Desde 2001, con la guerra de Afganistán, Kazajistán se convirtió en un aliado estratégico de Occidente y, en especial, de Estados Unidos.
Nazarbayev ha sido uno de los pocos mandatarios de Asia Central que se ha reunido, y a veces en más de una ocasión, con todos los presidentes de Estados Unidos que han gobernado en lo que va de siglo XXI.
Pero no solo de este país.
Aunque pueda parecer contradictorio, Kazajstán mantiene también “excelentes” relaciones con la Unión Europea, de un lado, y con Moscú y Pekín, del otro.
Dada su ubicación entre Rusia, China, Turkmenistán, Uzbekistán y Kirguistán, esta nación, la segunda productora de petróleo en el área, es vista como un corredor indispensable entre Asia Oriental y Oriente Medio.
Es la mayor economía de las antiguas repúblicas soviéticas y cuenta, además, con gigantescas reservas de gas, volframio, zinc o plata. También es el principal exportador de uranio a nivel internacional.
Pero ¿quién es el controvertido líder que gobierna desde hace 27 años este inmenso territorio de 2,5 millones de kilómetros cuadrados?
De líder comunista a empresario capitalista
Nazarbayev, de 78 años, llegó al poder antes de que Kazajistán existiera como nación independiente.
Nacido en 1940 en una familia que se hizo nómada en las montañas para escapar de la pobreza, según cuenta su biografía oficial, fue el todopoderoso primer secretario del Partido Comunista Kazajo entre 1980 y 1991.
Con la caída de la Unión Soviética ese año, se presentó entonces como el único candidato a las elecciones para escoger al primer presidente de la nueva república.
Ganó por amplia mayoría, con más de 90% de los votos.
Y aunque se suponía que sería por solo cuatro años, emitió un decreto que le permitió mantenerse en el poder por otros siete.
Finalmente, el Parlamento kazajo aprobó una ley que lo exime (únicamente a él) de la restricción constitucional de gobernar por dos períodos y lo autoriza a presentarme indefinidamente.
Así, desde hace 28 años, ha seguido ganado todas las elecciones por un margen superior al de la primera votación, lo que ha hecho que la perseguida oposición del país e, incluso, algunos observadores internacionales, tilden de manipulados los comicios.
Lo cierto es que, durante ese tiempo, Nazarbáyev se ganó la admiración y el rechazo de muchos tanto a nivel nacional como internacional y se ubicó, a su vez, en la lista mundial de los presidentes que han gobernado por más tiempo.
Las reformas
Sus admiradores resaltan los cambios estratégicos que implementó en la economía y que llevaron a ubicar a su país, una nación sumamente empobrecida durante la era soviética, en el mapa de desarrollo de la región.
Al mismo tiempo, estos cambios lo convirtieron en uno de los hombres más ricos de Asia Central, con una fortuna calculada en los US$1.000 millones, según la revista Forbes.
Con su llegada al poder del nuevo país, Nazarbáyev promovió unas inusitadas reformas de mercado que eliminaron las barreras para la inversión extranjera, lo que ha supuesto unas ganancias de más de US$200.000 millones en inversión directa, según cifras oficiales.
Estableció, además, unas férreas política de control estatal, que pese a los cuestionamientos de sus opositores, convirtieron a ese país multiétnico, con más de 17 millones de habitantes, en una de las naciones más estables en una región afectada por la violencia étnica.
Desarrolló también una política exterior llamada de “múltiples vectores”, que consiste, básicamente, en establecer relaciones comerciales con la mayoría de las naciones, independientemente de las alianzas políticas.
Esto explica sus estrechos lazos tanto con Estados Unidos como con Rusia y China o el bloque europeo.
El gobernante convirtió a su país en una de las naciones exsoviéticas con más protagonismo en el campo político internacional, al punto de participar en el Consejo de Seguridad de la ONU y tener un fuerte programa de no proliferación de armas de destrucción masiva.
Pero su figura ha estado marcada también por los cuestionamientos sobre su uso del poder, que ha implicado desde mudar la capital del país, hasta perpetuarse en el gobierno o cambiar, por decisión propia, el alfabeto nacional.
“Megalomanía”
De acuerdo con un informe de Amnistía Internacional, la “lucha por la sucesión” y el deterioro de la situación económica, dada la caída de los precios del petróleo y la crisis en Rusia, ha conllevado que la situación de los derechos humanos en en Kazajistán se debilite considerablemente.
El organismo internacional asegura que son frecuentes allí los procesos judiciales, las agresiones y las citaciones de los servicios de seguridad a opositores, mientras los medios de comunicación e internet están totalmente controlados por el gobierno.
Otro informe anual de Reporteros sin Fronteras explica que la ley kazaja contempla serias restricciones a la libertad de prensa y establece penas de prisión por el delito de atentar contra “el honor y la dignidad” del presidente.
Pero esta no es la única normativa que vela por la imagen del mandatario.
Nazarbáyev promovió una ley especial que le garantiza que estará a salvo de cuestionamientos incluso después de muerto.
Opositores que han escapado del país, como Amirzhan Kosanov, han denunciado al mandatario en foros internacionales por silenciar la voz de la disidencia interna y por una supuesta “megalomanía” que lo lleva a promover el culto a su personalidad y ordenar decisiones cuestionables que implican a todo el país.
Y es que, según sus opositores, Nazarbáyev ha promovido la difusión de su imagen en bustos y pancartas, y su nombre se le ha puesto a centros comerciales, calles, plazas, edificios incluso, al aeropuerto internacional de Astaná, una capital, que por cierto, no siempre lo fue.
Cambio de capital
En 1994, Nazarbáyev tomó la decisión de mudar la sede del gobierno desde Almaty hacia una región del norte, asolada por el frío de las estepas.
Mandó a construir la nueva capital desde cero y convocó a renombrados arquitectos para diseñar la nueva ciudad, marcada por edificios de corte faraónico en los que abundan las pirámides, los conos y estructuras de curiosa geometría.
Fue considerado uno de los proyectos de urbanización más caros del mundo y, desde que quedó concluida en 1998, Astaná ostenta el récord de ser la segunda capital más fría del mundo, después de la mongola Ulán Bator.
Uno de los últimos ejercicios de poder de Nazarbáyev que más ha sido cuestionado en los últimos tiempos fue su propuesta de cambio de alfabeto nacional.
El mandatario ordenó que el país abandonara la forma de escritura cirílica, que se adoptó en 1940, y comisionó a un grupo de expertos para trabajar en un nuevo alfabeto basado en el latino.
El líder kazajo aseguró que la transición se completará en ocho años.
Cuando entre finalmente en funciones en 2026, si es que todavía pasa, sería uno de sus últimos legados.