El cártel de Sinaloa es una de las organizaciones de narcotráfico más poderosas del mundo, con presencia en más de 50 países de varios continentes, según reconocen agencias de seguridad de Estados Unidos. Pero no siempre fue así.
Hace 14 años en el mapa del tráfico de drogas en México el grupo era el tercero en importancia, por debajo de los cárteles de Juárez y del Golfo.
En el camino para convertirse en el gigante multinacional que ahora es, se atravesaron varios factores, le dice a BBC Mundo el especialista Alberto Islas, director de la consultora en seguridad Risk-Evaluation.
Uno fue la guerra en Afganistán, que afectó la producción de heroína y abrió las puertas a la exportación de la droga producida en las montañas de Durango y Sinaloa.
A la misma vez, creció la demanda de drogas sintéticas en los países consumidores, especialmente en Estados Unidos. Los cárteles colombianos no pudieron desarrollar el producto pero la organización si tuvo éxito, lo cual le permitió controlar el mercado en poco tiempo.
La apertura comercial de México fue otro elemento que allanó el camino a la exportación e importación de miles de mercancías. El cártel aprovechó el canal para enviar sus productos.
Además, el cártel logró una plataforma logística para controlar, por la fuerza, las principales rutas de tráfico en la frontera con Estados Unidos, y otros dos elementos fundamentales:
La protección de autoridades en varios niveles, y la fuga en enero de 2001 de Joaquín Guzmán Loera, ‘El Chapo’, quien tras escapar de prisión se hizo cargo de la expansión y fortalecimiento del cártel.
NARCO EMPRESARIALPero esta mezcla de factores es sólo una parte de la historia secreta que explica el crecimiento del cártel de Sinaloa, añade el especialista Islas.
La clave, es que los líderes aplicaron un sentido empresarial en muchas de sus decisiones.
Aprovecharon, por ejemplo, los movimientos del mercado de drogas: cuando el consumo de cocaína empezó a bajar en Estados Unidos abrieron nuevas rutas hacia Europa y Asia, mientras que a los consumidores estadounidenses les surtieron con drogas sintéticas.
Y cuando organizaciones internacionales como la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) regularon la venta de precursores como efedrina y sus derivados –fundamentales en la elaboración de anfetaminas- el cártel contrató a especialistas en química para encontrar nuevas mezclas de sustancias para sustituir a las que estaban vigiladas.
Además, como cualquier compañía multinacional, la organización que encabezaba Guzmán Loera fue capaz de establecer un eficiente sistema de distribución de sus productos como cocaína, heroína, marihuana y drogas sintéticas.
“Pudieron consolidar la red de cargamento de cocaína desde cualquier país de América Latina, traerlos a México y de aquí llevarlos a Asia, Europa o Estados Unidos”, explica.
“Los jefes del cártel de Sinaloa son expertos en logística, en hacer rutas y en abrir nuevos mercados. Tienen representantes de ventas en muchos países del mundo y entregan la mercancía a precio y en tiempo”.
El anañista argumenta que un cargamento de droga que “ellos compran en Perú puede ser distribuido en Nueva York en menos de tres semanas, y aparte hacen la cobranza”.
Y subraya: “‘El Chapo’ Guzmán podría ser el jefe de operaciones de cualquier compañía multinacional de logística”.
ALIANZA DE SANGREAunque la operación logística del cártel es similar a la de muchas empresas, hay otros elementos que explican su expansión en la última década:
El primero es la alianza que fincó con grupos locales, como las pandillas de maras en Centroamérica o en ciudades de Estados Unidos para proteger y distribuir la mercancía.
Uno más es su capacidad de fuego. La organización ha logrado desplazar a cárteles rivales como el de Tijuana y Juárez, y obligó a Los Zetas a un pacto comercial para usar la ruta de tráfico que cruza por Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Pero los elementos centrales que explican la historia, coinciden especialistas, son la protección de las autoridades locales y federales, y la forma como se construyó la federación de bandas que conforman el cártel de Sinaloa.
Prácticamente todos los integrantes de la organización nacieron en el occidente de México. Los jefes son familiares, compadres o vecinos y así se ha mantenido la estructura desde 1973, cuando la operación militar Cóndor –para erradicar los cultivos de droga en Sinaloa- obligó al desplazamiento de la cúpula operativa a Guadalajara, Jalisco.
Esta alianza de sangre, como lo definen agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI), es una especie de blindaje para la organización, pues a diferencia de otros cárteles el vínculo que une a los grupos es el parentesco y no el dinero.
¿Hasta dónde esta forma de operación ha sido útil para el Cártel? Mucho, coinciden expertos, porque se ha logrado evitar fracturas y delaciones como frecuentemente ocurren en otros grupos.
Pero tras la captura de ‘El Chapo’ Guzmán todavía no queda claro si el material que une al cártel será suficiente para mantenerlo en el sitio que construyó desde hace catorce años.