“Si son insultados a causa del nombre de Cristo, felices ustedes, porque la gloria y el Espíritu de Dios descansan sobre ustedes. Sería una lástima que alguno tuviera que sufrir por asesino, ladrón, malhechor o delator; pero si sufre por ser cristiano, no tiene por qué avergonzarse, sino que más bien debe dar gracias a Dios por llevar ese nombre”.
Lo dice Pedro en su Primera Carta a los Romanos (capítulo 4, versículos 12-16). El mismo que negó a Cristo tres veces, pero que fue crucificado de cabeza en su nombre y se convirtió en la primera piedra de la Iglesia.
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Los primeros cristianos conocieron el martirio a causa de su fe, y aún hoy siguen siendo estigmatizados, perseguidos e incluso asesinados en algunas partes del mundo solo por profesar la religión.
El informe del 2019 de la organización Open Doors, que desde hace 25 años se encarga de registrar y documentar la persecución a los cristianos en el mundo, señala que de los dos mil millones de fieles, unos 245 millones sufren hostigamientos –la mayoría en Asia y el Medio Oriente– y 4.136 han sido asesinados por su fe durante el 2018.
- Primeras persecuciones -
La tradición dice que fue Nerón, el emperador romano, quien inició la persecución a los cristianos en el año 64 d.C., al culparlos por el incendio en Roma que él mismo propagó. Pero el propio Jesús y sus primeros seguidores ya eran mal vistos en la misma Judea por los sumos sacerdotes judíos. Según dicen los evangelios, Anás y Caifás lo arrestaron, lo enjuiciaron y decidieron llevarlo ante Poncio Pilatos, la autoridad romana, para que lo ejecutaran.
La animadversión de los sumos sacerdotes no solo se debía a lo que predicaba Jesús, que era considerado un revoltoso y peligroso transgresor de las normas, sino también porque los líderes judíos debían regirse bajo las leyes romanas, que consideraban un acto de sedición cualquier actividad que pusiera en amenaza el imperio. Si los cristianos hablaban de Jesús como el rey de los judíos y condenaban la idolatría, eso iba en contra del paganismo romano.
Pese a ello, en las primeras décadas el cristianismo era considerado una secta más, como otras que había en el vasto territorio del Imperio Romano, pero su rápida propagación empezó a incomodar a los gobernadores de turno.
Después de Nerón –bajo cuyo mandato habrían muerto los apóstoles Pedro y Pablo–, siguieron las persecuciones intermitentes de los emperadores Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximino Tracio, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano. Durante los primeros tres siglos, los cristianos fueron quemados vivos, crucificados o sirvieron de carne para los leones en el circo.
Fue con el emperador Constantino, en el año 313 d.C., cuando el cristianismo se legalizó dejando de ser una religión clandestina para luego, en las próximas décadas, convertirse en la religión oficial y dominante. De ser perseguidos, los líderes cristianos se convirtieron en perseguidores. De ello hablan las cruzadas, la extirpación de idolatrías y el antisemitismo.
- Sin resolver -
Ya en el siglo XXI, la reconciliación de la que hablaba Jesús es todavía un asunto pendiente. Los cristianos siguen siendo perseguidos en países donde son minoría y donde el ejercicio de su fe no es tolerado, sea por otras religiones dominantes o por dictaduras que los consideran peligrosos. Más de dos mil años después, siguen poniendo la otra mejilla.