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Madrid (EFE)
El tratamiento que reciben los pacientes de ébola en África no incluye retrovirales, ni sueros experimentales, ni plasma inmune, tan solo hidratación constante, nutrición adecuada y antibióticos contra las infecciones con el fin de ayudarles a crear anticuerpos contra el virus.
Médicos Sin Fronteras (MSF) y Cruz Roja calculan que entre el 40 y 50% de los pacientes que atienden en los centros de Liberia, Sierra Leona o Guinea Conakry, el epicentro de la enfermedad, consiguen vencer al virus.
Cuando el ébola entra en el organismo humano se replica con agresividad y rapidez. Su objetivo es atacar las células del sistema inmunológico y puede llegar al hígado, riñones o pulmones provocando hemorragias y fallos orgánicos letales.
La capacidad de cada enfermo para generar anticuerpos que impidan el avance del virus es el principal caballo de batalla.
“En África no disponemos de fármacos experimentales. Damos un tratamiento de soporte para reforzar el sistema inmune de los pacientes y controlamos los síntomas: fiebre, dolor, náuseas...”, explica Lucía Benavent, enfermera de Cruz Roja que participó en la puesta en marcha del centro de Kenema, en Sierra Leona.
Este tratamiento consiste en mantener hidratado al paciente (ya que pierde mucho líquido con la fiebre, los vómitos y la diarrea) con agua y sales e, incluso, con refrescos, que suelen tolerar bien.
La dieta es rica en proteínas: pescado, pollo o huevos, productos caros en África que no se consumen con la frecuencia recomendada y que se cocinan en los centros sanitarios según las recetas locales.
Está prohibida la entrada de alimentos del exterior para evitar la propagación del virus.
Para pacientes con peor pronóstico, la dieta se complementa con suplementos nutricionales de frutos secos, una inyección de proteínas y calorías que ayuda al cuerpo a incrementar las defensas.
Los antibióticos son el tercer eje del tratamiento soporte. Sirven para evitar o luchar contra otras bacterias que aprovechan la debilidad de un organismo inmunodepresivo, en especial los gérmenes de la neumonía.
Si con estas medidas los anticuerpos no han sido capaces de frenar el avance del virus y éste alcanza los órganos vitales, la situación puede ser irreversible.
“Si se colapsa un órgano vital, no tenemos capacidad de reacción. El virus es tan veloz que solo nos queda acompañar al enfermo con cuidados paliativos”, indica Luis Encinas, responsable de Operaciones para África Occidental/Sahel de Médicos Sin Fronteras España, un enfermero con más de once años de experiencia en la lucha contra el ébola.
“Fuera del tratamiento de soporte para ayudar al sistema inmune contra el virus no podemos hacer más. Si una persona comienza con una insuficiencia respiratoria, por ejemplo, no tenemos capacidad para ponerle aerosoles o intubar”, apunta Lucía Benavent.
En esos casos se controlan los síntomas con fármacos con mayor poder de acción, como la morfina, “para ayudarles a morir con dignidad y sin sufrimiento”, añade la enfermera de Cruz Roja.
Y es que la dignidad y el trato humano también forman parte del proceso de atención al enfermo. “Debemos entender su sufrimiento, su aislamiento, su estigmatización...”, subraya Luis Encinas.
Intentan dar calor al paciente, aunque los trajes de protección, donde solo se les ve los ojos, les distancie. Por eso se escriben sus nombres en ellos y tocan al enfermo para transmitirle comprensión y ánimo.
Casi la mitad de los pacientes de estos centros de África le gana la guerra al ébola.
“Hay personas que son capaces de reaccionar rápido, generando anticuerpos, pero no depende solo de la juventud o de que tengan otras enfermedades, como la malaria. He visto pacientes con VIH que se han salvado por sí mismos y a jóvenes sanos que han muerto en seis horas”, señala Luis Encinas.
Y entre todas las víctimas hay un grupo especialmente vulnerable: las mujeres embarazadas. Ellas apenas sobreviven.
Los que vencen al ébola en África son unos triunfadores aunque en sus pueblos, en sus ciudades, en su entorno les sigan marginando por miedo al contagio.
Pero algunos empiezan a encontrar su camino, y la inmunidad que les otorga superar el virus les permite cuidar a otros enfermos. Y ya lo están haciendo en los centros sanitarios de las ONG's internacionales.