Trípoli. Un tribunal libio condenó el martes a Saif al Islam, hijo y heredero político de Muamar Gadafi, a morir a manos de un pelotón de fusilamiento tras condenarlo por asesinato e incitación al genocidio durante la Primavera Árabe de 2011 en el país.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
La corte de Trípoli que condenó a Saif al Islam, que actualmente está detenido por una milicia que se niega a entregarlo al Gobierno Central, impuso la pena capital a otras ocho personas, incluyendo el antiguo jefe del espionaje libio Abdulá al Senusi, custodiado por el gobierno.
Se desconoce si las sentencias del multitudinario juicio a 38 personalidades de la era Gadafi, de las que solo 29 estuvieron presentes, llegarán a ejecutarse. Otras seis personas recibieron una pena de cadena perpetua y cuatro fueron absueltas.
El primogénito de Muamar Gadafi, de 43 años, estaba considerado un reformista llamado a suceder a su padre antes de la revolución que acabó con su régimen.
De hecho, Saif al Islam, cuyo nombre significa “Espada del Islam”, había sido designado por su progenitor como su sucesor al frente de la Yahamiriya, el nombre que Gadafi dio a la nueva República libia en 1977.
Nacido en Trípoli el 25 de junio de 1972, estudió arquitectura en Austria y completó su formación en la London School of Economics, antes de presidir la Fundación Gadafi para el Desarrollo, creada en 1997 y desde la que actuó como mediador en conflictos o secuestros de grupos terroristas.
Su nombre saltó a la esfera internacional en el 2000, precisamente al mediar en la liberación de un grupo de rehenes occidentales del grupo islamista Abu Sayaf en la isla filipina de Jolo.
También jugó un importante papel en las indemnizaciones que Libia tuvo que abonar en el 2003 a las víctimas por el atentado de Lockerbie, y por los ataques contra una discoteca de Berlín en 1986 y un avión de la compañía UTA en 1989, de los que se responsabilizó al Estado libio.
En el 2007 fue pieza clave en la resolución del caso de las enfermeras búlgaras y el médico palestino condenados a muerte por un tribunal libio, acusados de contagiar el sida a más de 400 niños en un hospital de Bengasi y que finalmente fueron puestos en libertad.
Al frente de la Fundación también negoció en el 2009 con las autoridades escocesas la excarcelación del principal acusado por el atentado de Lockerbie, al hallarse enfermo de cáncer.
Además, su gestión en torno al desmantelamiento del programa nuclear permitió el regreso de Libia a la comunidad internacional.
Compaginó ese perfil eminentemente internacional con el cargo de coordinador de los comités populares y sociales del país, el segundo en importancia en Libia.
Durante las revueltas contra la dictadura de su padre, que estallaron en Libia en febrero del 2011, reprimió la revolución, causando más de 10.000 muertos.
Por ello, la Corte Penal Internacional pidió su arresto junto con el de su padre bajo acusaciones de crímenes de lesa humanidad.
Fue presuntamente capturado por las fuerzas rebeldes el 21 de agosto del 2011, aunque posteriormente apareció ante la prensa y negó esta detención.
El 20 de octubre, el Consejo Nacional de Transición anunció la captura y muerte de su padre y el 19 de noviembre Saif fue finalmente detenido en la ciudad de Zintán, a 159 kilómetros al suroeste de Trípoli, por milicianos que se han negado siempre a entregarlo al Gobierno de Trípoli.
Hoy, el tribunal de lo penal de la capital libia lo ha condenado a muerte.
Saif al Islam Gadafi había sido requerido por la Corte Penal Internacional (CPI) para juzgarlo por crímenes contra la humanidad, aunque las autoridades rechazaron su entrega con el argumento de que el juicio del hijo del dictador, en su día considerado su sucesor, era un derecho del pueblo libio.
Fuente: EFE / AP