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Angola.Mientras que algunos ven el suyo como un caso de éxito empresarial, otros apuntan a su progenitor, presidente actual de ese país José Eduardo dos Santos, como verdadero artífice de su ascenso y la acusan de beneficiarse de un régimen tachado de “corrupto” por diferentes organismos internacionales.
Nacida en Azerbaiyán del primer matrimonio de su padre, Isabel dos Santos -la hija mayor de la familia- se crió en Luanda, donde también reside actualmente. Casada con el congoleño Sindika Dokolo, quien se define a sí mismo como hombre de negocios y coleccionista de arte, tiene tres hijos.
De regreso a la capital angoleña tras su experiencia británica, arrancó su trayectoria en los negocios convirtiéndose en socia de un restaurante llamado “Miami”, con apenas 24 años.
“El papel que desempeñaba entonces era de relaciones públicas. No había muchos sitios en la ciudad de calidad y ellos aprovecharon ese vacío, se convirtió en una referencia gastronómica, con música en vivo y exposiciones”, recordó un periodista angoleño residente en Portugal.
SU IMPERIOSus defensores consideran que su imperio comenzó a tomar forma con su entrada en la empresa de telecomunicaciones Unitel, hoy un gigante en Angola con voluntad de convertirse en uno de los grandes operadores del continente.
“Siempre ha tenido buen ojo para invertir en el momento adecuado. Cuando el mercado internacional apenas miraba hacia Angola, decidió apostar por Unitel, que en poco tiempo creció enormemente por la expansión de la telefonía móvil e Internet”, dijeron las fuentes.
Después vinieron sus negocios en el área petrolífera, sector en el que entró capital portugués. Las relaciones creadas entonces facilitaron su salto a Lisboa.
Sólo en Portugal cuenta con participaciones en la petrolera Galp, en el Banco Portugués de Inversiones (BPI) y en la empresa de telecomunicaciones NOS, tres firmas “de bandera” para la antigua metrópoli.
Además de Unitel -con negocio en otras naciones de lengua portuguesa como Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe-, posee también acciones del banco angoleño BIC y se le atribuyen participaciones en compañías del sector de los diamantes y del petróleo, dos áreas fundamentales para su país natal.
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Angola, antigua colonia lusa, ha crecido en la última década con fuerza -algunos ejercicios hasta los dos dígitos-, aunque presenta “elevados índices de pobreza”, en palabras de su propio presidente, José Eduardo dos Santos.
El país es considerado el segundo mayor productor de petróleo de toda África y tiene una gran riqueza natural, pero sigue siendo uno de los países con menor esperanza de vida del mundo (55 años) y presenta elevadas tasas de mortalidad infantil.
Entidades como la ONG Transparencia Internacional o Human Rights Watch denuncian la corrupción en el país y acusan a su presidente de impedir el desarrollo de una democracia real.
Todo ello hace que las ambiciosas inversiones de Isabel dos Santos levanten ciertas suspicacias en Portugal entre algunos sectores.
Por el momento, el deterioro en las relaciones entre los dos países -de dominio público- no parece afectar a los negocios de la “Princesa” angoleña, como es conocida en su país natal.