La llegada al poder de los talibanes en Afganistán quizá haya sumido al país en la incertidumbre y agravado su situación económica, pero el vendedor de armas Khan Mohammad le está sacando partido a la situación.
Situada entre una farmacia y una tienda de alimentación general, su tienda, situada en el distrito de Panjwai, en Kandahar (sur), cuna de los talibanes, ha renovado sus existencias.
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Entre chalecos de camuflaje y cartucheras colgando de las paredes, Khan Mohammad va mostrando todo lo que tiene: pistolas Smith & Wesson, ametralladoras, cinturones de munición, granadas, walkie-talkies, vasijas llenas de balas...
El final del conflicto llevó a muchos a pensar que ya no necesitan sus armas, por lo que decidieron venderlas, explica Mohammad.
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“Gente que tenía armas en casa desde hacía años nos las trajo”, explicó.
“Nosotros las compramos y las vendemos [...] a los muyahidines”, explica, en alusión a los talibanes. “Los talibanes no dejan que nadie más las tenga”.
Mohammad no solo vende armas, sino también accesorios, como gorras de béisbol blancas con la profesión de fe musulmana estampada y banderas del movimiento islamista.
Otro puesto del mercado, decorado con banderas talibanas y fotografías de los principales líderes del movimiento, propone rifles de asalto (variantes del AK-47 y M4 y M16, de fabricación estadounidense) y hasta ametralladoras ligeras.
Durante los años, los talibanes han comprado sus armas y municiones en el mercado negro. También han recuperado armas y equipos encontrados en el campo de batalla, indican la ONU y observadores occidentales.
El creciente colapso del ejército militar ha supuesto un maná de armas para los milicianos.
Ahora, los talibanes cuentan no solo con armas de infantería de fabricación estadounidense, sino también con equipos y vehículos punteros, como los “humvee”, vehículos blindados de transporte de tropas y, al menos, un helicóptero Black Hawk en buen estado de funcionamiento.
En paralelo, continúan sacando provecho de las bases militares afganas y occidentales abandonadas.
En julio conquistaron el distrito de Panjwai, aprovechando la retirada de las tropas lideradas por Estados Unidos de Afganistán.
En el polvoriento mercado de Panjwai, todo lo que fue los talibanes encontraron en la base del distrito está puesto a la venta.
“Compramos todas estas cosas de los talibanes después de que se apoderaran de la base del ejército afgano”, comenta Murtaza, un mercader que prefirió callar su apellido. “Ahora, venimos al mercado para venderlas”.
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