El Talibán puede amenazar con un susurro. Después de 20 años de lucha violenta y la pérdida de decenas de miles de vidas civiles, tomaron el poder en Afganistán utilizando la fuerza bruta.
Aun así, hay mujeres afganas se niegan a dejarse intimidar.
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Tamana Zaryabi Paryani es una de ellas. Se necesita coraje puro para hacer frente a los hombres armados que quieren quitarte casi todo lo que has logrado en la vida.
El tercer fin de semana de enero se unió a decenas de mujeres para exigir el derecho al trabajo y el derecho a la educación.
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Combatientes talibanes rociaron a las manifestantes con gas pimienta, y varias dijeron que habían quedado inconscientes por descargas eléctricas.
Después de hacer oír sus voces, regresaron a casa. Algunas mujeres temían que las estuvieran siguiendo.
El miércoles por la noche, a las 20:00 horas, unos hombres armados entraron en el bloque de apartamentos de Tamana Paryani en el barrio Parwan 2 de Kabul.
Estaba en casa con sus hermanas cuando los hombres comenzaron a patear la puerta.
“Por favor, ayúdenme. Los talibanes vinieron a mi casa, mis hermanas están en casa”, suplicó. Paryani en un video publicado en las redes sociales.
“No los queremos aquí ahora”, gritó. “Vuelvan mañana. Podemos hablar mañana”, suplicó.
“No pueden ver a estas chicas a esta hora de la noche. Ayúdenme, los talibanes vinieron a mi casa”, exclamó antes de que terminara el video.
Desde que los talibanes tomaron el poder el 15 de agosto, las mujeres se han quejado de que ahora son prisioneras en sus propios hogares.
E incluso allí no están a salvo. Es una violación de la cultura afgana entrar en un hogar en el que solo hay mujeres.
Pero después de que despidieron a las mujeres policías, el Talibán no tiene personal femenino disponible para interrogar a las mujeres.
Tamana Paryani llevaba dos días desaparecida cuando fui a su apartamento para intentar localizarla.
No había nadie dentro de la casa. Todavía se veía la huella grande de una bota embarrada en la puerta principal.
Los vecinos me dijeron que se habían llevado a Paryani junto con dos de sus hermanas y que nadie había estado en el apartamento desde entonces.
Sólo decían que “un grupo armado” se había llevado a las hermanas.
Otras mujeres manifestantes fueron atacadas esa noche. Otra mujer, Parawana Ibrahimkhel, también está desaparecida. Aún así, el Talibán niega habérselas llevado.
En una entrevista con la BBC el jueves, Suhai Shaheen, quien espera convertirse en embajador del Talibán ante la ONU, dijo: “Si [los talibanes] las hubieran detenido, dirían que las han detenido, y si esa es la acusación, acudirán a los tribunales y se defenderán”.
“Esto es algo legal, pero si ellas no están detenidas, están montando escenas falsas y filmando películas para buscar asilo en el extranjero”.
Una de las amigas de Paryani contó una historia diferente.
Desde un lugar seguro, en una entrevista con la BBC, señaló: “Le dije: 'Sal de tu casa lo antes posible, tómate esto más en serio, estás en peligro'”.
“Cuando llegué a casa, una amiga, también manifestante, cuyo nombre no quiero mencionar, lloraba porque Tamana había sido arrestada por los talibanes y porque había publicado un video en las redes sociales”.
No se sabe si las autoridades están buscando a las mujeres.
La mayor parte del mundo se niega a reconocer al Talibán como gobernante legítimo de Afganistán.
Más de la mitad de la población pasa hambre debido a las sanciones impuestas por Occidente.
Bajo la autoridad del Talibán, Afganistán se ha convertido en el único país del mundo que limita públicamente la educación en función del género, lo cual es un punto de fricción importante en la búsqueda de legitimidad del grupo al frente del gobierno y en el levantamiento de las sanciones.
Que las mujeres protestan de manera regular por el tema es una fuente de vergüenza para el grupo.
Independientemente de quién tenga a Tamara Paryani, a sus hermanas y a sus amigas, los talibanes están castigando colectivamente a las mujeres afganas.
En los últimos 20 años, las mujeres aquí han abandonado los prejuicios culturales y familiares para vivir más libremente.
Son décadas de progreso que los talibanes parecen decididos a destruir.
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