Diez días después de que los talibanes volvieran al poder, Bibi Nazdana, de 20 años, estaba ayudando a su madre en la cocina cuando su padre volvió a casa.
Claramente angustiada, se acercó sigilosamente para escuchar lo que su padre le estaba diciendo a su hermano mayor.
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“Cuando escuché mi nombre mi corazón comenzó a latir muy fuerte y rompí en llanto”, dice Nazdana.
La corte talibana de su provincia natal, Uruzgan, había reabierto su caso, llamándola de nuevo a defender su divorcio con un hombre con el que nunca quiso casarse.
Cuando Nazdana tenía apenas siete años su padre acordó casarla cuando llegara a la adolescencia con Hekmatullah para resolver una disputa familiar.
Conocido como “mal matrimonio”, la práctica busca convertir a un “enemigo” de la familia en un “amigo”.
Cuando Nazdana cumplió 15 años, Hekmatullah llegó a buscar a “su esposa” para llevarla a su casa. Pero ella solicitó de manera inmediata la separación, consiguiendo eventualmente su libertad.
“En reiteradas ocasiones le dije a la corte que no estaba dispuesta a casarme con él”, dice Nazdana.
“Después de cerca de dos años de batallar, finalmente gané el caso. La corte me felicitó y dijo: ‘Ahora estás separada y eres libre de casarte con quien sea que tú quieras’”.
A modo de celebración, en su pueblo se realizó una reunión, donde se ofreció comida a amigos y vecinos en la mezquita local.
Pero un año después, los talibanes tomaron el poder y rápidamente impusieron una estricta interpretación de la Sharia (la ley islámica) a lo largo del país.
Su exesposo, recientemente incorporado al Talibán, solicitó a la corte revocar la decisión que había zanjado durante el gobierno anterior. En ese momento, Nazdana fue excluida del proceso conforme a la ley islámica.
“En el tribunal, los talibanes me dijeron que no debía volver a la corte porque iba en contra de la Sharia. Dijeron que en cambio mi hermano debía representarme”, cuenta Nazdana.
“Nos dijeron que si no accedíamos”, dice Shams, hermano de Nazdana de 28 años, “entregarían a mi hermana a él (Hekmatullah) por la fuerza”.
Pese a las súplicas de Shams ante el juez, en que señaló que un nuevo fallo pondría la vida de su hermana en grave riesgo, el tribunal anuló la decisión anterior y decretó que Nazdana debía volver con su exesposo de manera inmediata.
Nazdana apeló la decisión para ganar tiempo y poder huir. Junto con su hermano abandonó su ciudad natal y escapó a un país vecino.
El juez en Uruzgan no quiso hablar con la prensa, sin embargo logramos visitar la Corte Suprema del Talibán en la capital de Kabul para buscar respuestas.
“Nuestros jueces estudiaron el caso desde todos los ángulos y fallaron a favor de Hekmatullah“, dice Abdulwahid Haqani, responsable de prensa del Tribunal Supremo.
“La decisión de la anterior administración corrupta de cancelar el matrimonio de Hekmatullah y Nazdana fue contraria a la Sharia y a las normas del matrimonio, porque en el momento de la vista judicial, Hekmatullah no estaba presente”.
Intentamos conseguir una versión de Hekmatullah, pero no logramos comunicarnos con él.
El juicio de Nazdana es solo uno de los 355.000 casos que el gobierno talibán asegura que ha resuelto desde que tomó el poder en agosto de 2021, tras una reforma a su sistema judicial que está teniendo profundo impacto en la vida de la población.
Los talibanes afirman que sus jueces de línea dura no sólo están haciendo cumplir las leyes actuales, sino que están trabajando horas extra para llegar al pasado y revocar sentencias anteriores.
En una tarea de gran envergadura, se están ofreciendo apelaciones gratuitas al público en general.
Según el gobierno del Talibán, la mayoría de los expedientes son casos penales, un estimado de 40% son disputas sobre terrenos y más de un 30% son asuntos familiares, incluido el divorcio.
La BBC no pudo verificar las cifras entregadas por los talibanes.
Cuando los talibanes regresaron al poder prometieron acabar con la corrupción del pasado e impartir “Justicia”. Sistemáticamente removieron a todos los jueces y declararon que las mujeres no eran aptas para participar del sistema judicial.
“Las mujeres no están calificadas ni capacitadas para juzgar porque, según nuestros principios de la Sharia, el trabajo judicial requiere personas con un alto nivel de inteligencia“, afirma Abdulrahim Rashid, Director de Relaciones Exteriores y Comunicaciones de la Corte Suprema talibana.
Fawzia Amini es una ex jueza de la corte que fue removida por el Talibán. Ella dice que mujeres como Bibi Nazdana deberían estar protegidas por la ley.
“Si una mujer se divorcia de su marido y se dispone de los documentos judiciales como prueba, entonces es definitivo. Los veredictos judiciales no pueden cambiar porque cambie un régimen”, afirma Amini.
Amini también dice que la remoción de juezas frena nuevas protecciones legales para las mujeres.
“Hemos desempeñado un rol importante. Por ejemplo, la ley de Eliminación de la Violencia contra la Mujer de 2009 fue uno de nuestros logros. También trabajamos en la regulación de los centros de acogida para mujeres, la tutela de huérfanos y la ley contra el tráfico de personas, por nombrar algunas”.
Después de más de una década de trabajo en lo más alto del sistema legal afgano, la jueza Amini fue forzada a huir del país. Cuando los talibanes tomaron el poder, ella dice que comenzó a recibir amenazas de muerte de cada hombre que había condenado en el pasado.
“Nuestro código civil tiene más de medio siglo. Se practica desde antes incluso de el orígen de los talibanes”, dice Amini. “Todos los códigos civiles y penales, incluidos los del divorcio, se han adaptado del Corán”.
Ahora los talibanes responden que los antiguos líderes afganos simplemente no eran lo suficientemente islámicos.
En la Corte Suprema afgana se nos mostró una sala donde se guardaban pilas de casos judiciales en estantes: un pequeño espacio de oficina donde los miembros del personal, tanto del gobierno anterior como los recientemente nombrados por los talibanes, compartían escritorios.
Nos dijeron que la mayoría de los casos habían sido vistos durante el régimen anterior y que el nuevo sistema judicial los reabrió después de que se presentaran nuevas apelaciones.
“Los antiguos tribunales tomaban decisiones basadas en un código penal y civil. Pero ahora todas las decisiones se basan en la Sharia (la ley islámica)”, sostiene Abdulrahim Rashid.
Los talibanes se basan en gran medida en la Hanafi Fiqh, jurisprudencia religiosa que data del siglo octavo y que era practicada ampliamente a lo largo del mundo islámico en lugares como el Imperio Otomano, y que sigue vigente hasta hoy en diferentes países islámicos.
Desde su huida a un país vecino, Nazdana ha pasado un año refugiada bajo un árbol, en una pequeña sección de pavimento entre dos carreteras altamente transitadas.
Está sentada sosteniendo en sus manos un fajo de documentos bien encuadernados, la única prueba de su identidad como mujer soltera y libre.
“He llamado a muchas puertas pidiendo ayuda, incluida la ONU, pero nadie ha escuchado mi voz. ¿Dónde está el apoyo? ¿No merezco la libertad como mujer?”.
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