Era querida por toda la nación, pero las leyes le impedían convertirse en su presidenta. Aung San Suu Kyi era una mujer divorciada y con hijos extranjeros, por lo que no podía ocupar dicho puesto en Birmania. Sin embargo, logró acumular mucho poder político y ahora es, en realidad, quien gobierna y no el mandatario Win Myint.
¿Por qué Aung San Suu Kyi no puede ser presidenta de Birmania?
¿Cómo logró tanto poder?
¿Por qué Aung San Suu Kyi no habla sobre el drama de los rohingya?
La historia de Aung San Suu Kyi podría iniciar luego del asesinato de su padre, considerado un héroe de la independencia, cuando viaja con su madre a la India y, más tarde, se traslada al Reino Unido.
De estudiar filosofía, política y economía en la Universidad de Oxford, pasó a ser una de las tantas manifestantes que, en 1988, tomaron las calles pidiendo apertura en el país, tras años de ser una república socialista. Y de allí a ser privada de su libertad.
Aung San Suu Kyi consideraba que las protestas pacíficas eran la mejor forma de rebelarse, pero se enfrentó a un golpe de Estado que la mandó a un arresto domiciliario hasta 1995. Allí fue que recibió el Premio Nobel de la Paz por ser “un ejemplo extraordinario de poder de los que no tienen poder”.
Entonces, se volvió una estrella mundial, al punto que U2 le dedicó la canción “Walk On”. “La escribí desde el punto de vista de su [difunto] esposo Michael [Aris]”, contó Bono.
Nuevamente, en el 2000, fue capturada por la dictadura militar romper su arresto domiciliario, y, más adelante, pagó con cárcel porque sus seguidores se enfrentaron al gobierno. Habría que esperar ocho años más para volverla a ver siendo protagonista de la política birmana cuando finalmente fue liberada. Entonces, participó en las elecciones presidenciales, pero fue marginada. En el 2012, se convirtió en congresista y líder de su partido.
Ya en el 2015, y luego de ganar las primeras elecciones libres en 25 años, Aung San Suu Kyi llegó al poder. Por supuesto, no como presidenta, sino como consejera del Estado, en un país donde el rol del Ejército sigue siendo preponderante.
UN PROYECTO INCONCLUSO
“Hemos empezado a construir varios caminos. Puede que no te parezca mucho porque vienes de un país en el que los caminos fueron creados desde la época de tus abuelos, pero para nosotros es muchísimo”. Así respondía Aung San Suu Kyi a los cuestionamientos de la BBC sobre su gestión como lideresa de Birmania.
Los primeros pasos que se estaban dando en un país donde la democracia no está asegura y las crisis son pan de cada día, eran suficiente para hacerla sentir orgullosa.
Una de las primeras metas fue la creación de trabajo. Para ello empezaron a llevar energía eléctrica a todas las casas, lo que empezó a dinamizar el mercado. Pero el objetivo más difícil que persigue es la pacificación de la nación.
“No podemos decir que ya hemos solucionado ese problema, pero creo que ha habido algunos éxitos”, señaló Aung San Suu Kyi.
Para la gran mayoría, sin embargo, la coyuntura no es tan esperanzadora.
Para empezar, habría que señalar que la Constitución de Birmania permite al ejército tomar decisiones por su cuenta -y tener votos para elegir al mandatario-. Ello se combina con la discriminación por creencia.
Teniendo en cuenta que quienes controlan el país, y son mayoría, son budistas, se explica la crisis de los rohingya, una minoría étnica de musulmanes que durante décadas han sufrido constante hostigamiento y son considerados ilegales.
En el 2017 ocurrió la masacre, cuando cientos de policías y militares quemaron casas y mataron a miles de rohingyas, haciéndolos huir hacia la frontera con Bangladesh. Se trataría, según la Naciones Unidas, de una forma de “limpieza étnica”. Y todo en las narices de Aung San Suu Kyi.
“El ejército no es libre para violar y torturar, pero sí puede ir y pelear, porque, tal como se anota en la Constitución, las cuestiones militares son resueltas por el ejército. Eso es algo que estamos tratando de cambiar, hemos sido claros al respecto”, se excusó la lideresa, quien luego fue enjuiciada por genocidio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Pero allí no acaba la polémica. Periodistas de la agencia Reuters fueron condenados por violar la ley de Secretos Oficiales, luego de publicar información sobre la matanza de los rohingyas. Más tarde, felizmente, fueron liberados.
Y son inolvidables las palabras que Suu Kyi tuvo para los generales que la acompañan en el gabinete: son “personas muy dulces”.
UN FUTURO... ¿PROMETEDOR?
Ahora, La Liga Nacional para la Democracia -partido que lidera Aung San Suu Kyi- ha sido elegido para cumplir un segundo mandato frente a Birmania. Pero ella es más cuestionada que nunca por su mutismo frente al terrorismo ejercido por el ejército birmano.
¿Por qué no se ha pronunciado al respecto? La verdad es que sí lo ha hecho, pero no de forma contundente.
“Esa pregunta se viene planteando desde el 2013 [...] y lo que pasa es que ellos quieren que tomen un lado [...] Se olvidan también que, desde que empezamos, hemos hecho un proceso de verificación nacional para otorgar la ciudadanía a todos quienes se lo merecen”, declaró a la “BBC News”.
“Y también hemos realizados otras actividades para traer estabilidad y armonía, porque muchos de los problemas se originan porque hay recursos limitados y las comunidades se ponen ansiosas sobre cómo van a vivir”, agregó.
También habló sobre los ataques del 2017. “Eso fue algo inesperado, sin ninguna razón que los explicara porque ya habíamos iniciado el proceso para hacerlos ciudadanos, con el proceso de traerlos de vuelta y darles un espacio. Pero todo se salió de control”.
Con esta nueva oportunidad en el gobierno, ¿será posible que pueda cambiar la Constitución?
“El País” advierte que la tarea es muy difícil, sobre todo si se toma en cuenta que el ejército tiene capacidad de veto para las enmiendas de ese tipo.
¿Logrará dar un paso más para llegar a la pacificación de la nación? Si a los problemas del país y a su descrédito se le suma la presencia de grupos insurgentes, como el Ejército de Salvación Rohingya de Arakán, el objetivo se hace casi imposible de conseguir.
Todo apunta a que Aung San Suu Kyi tuvo que cambiar a la fuerza porque, tal como escribió U2 en un comunicado sobre los terribles hechos del 2017, establecer un “gobierno requiere cierto pragmatismo”: “Aunque no hay excusa para su silencio, ella no tiene control constitucional o de otro tipo sobre las acciones militares”.
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