Los niveles de contaminación registrados este invierno en Beijing alcanzaron hoy peligrosos niveles. Las autoridades decretaron la alarma e instaron a los alrededor de 20 millones de ciudadanos a evitar actividades al aire libre y a protegerse con una máscara cuando tengan que salir de casa. El alcalde, Wang Anshun, prometió “esfuerzos drásticos” para disminuir el smog.
Durante la noche, el índice de la embajada estadounidense para las partículas más peligrosas e inferiores a 2,5 micras (PM2,5) llegó a alcanzar los 671 microgramos, 26 veces más que el máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de la primera vez en este invierno que los valores superan la marca de 500.
Para luchar contra la contaminación, el alcalde de Beijing plantea reducir el consumo de carbón de la metrópolis en 2,6 millones de toneladas. En el centro de la ciudad se retirarán las calderas que funcionan con carbón y se reforzará el gas, anunció Wang durante la inauguración anual del Congreso del Pueblo municipal. En las afueras también se limitará el uso del carbón, añadió sin dar más detalles.
Sin embargo, la población no está satisfecha. “El gobierno no hace nada”, critica un taxista. “Las fábricas grandes contaminan el aire, lo único que quieren todos es ganar dinero”. Apenas se ve el sol a través de la nube de smog. El campo de visión se reduce a unos pocos cientos de metros, por lo que varias autopistas como las que unen Beijing con Shanghai, Harbin o Pinggu se encuentran cerradas.
El aire huele a carbón y azufre. “Me arden los ojos y me pica constantemente la garganta”, se queja un estudiante de 24 años. “Es horrible”. Los rascacielos del barrio comercial de la ciudad también desaparecen entre la nube de contaminación, que se prevé que se prolongue al menos hasta mañana.
La elevada contaminación se produce justo un año después de la meganube de smog de enero del 2013, cuando se midieron más de 800 microgramos. Además, se trata de la segunda oleada de contaminación del aire desde diciembre, cuando Shanghai y parte del centro y este de China sufrieron altos niveles de smog poco habituales en esas zonas.
El elevado uso del carbón para calentar los hogares durante el invierno, las emisiones de las centrales térmicas y el creciente tráfico, sumado a las malas condiciones atmosféricas, hacen que los niveles de estas partículas dañinas suban drásticamente.
La elevada contaminación del aire provocada por la quema de carbón tiene como consecuencia que unos 500 millones de chinos residentes en el norte del país mueran 5,5 años antes como promedio, según un estudio de investigadores y internacionales y locales.
Este establece que la esperanza de vida se reduce en tres años con una exposición prolongada a niveles de 100 microgramos de partículas en suspensión (PM10) por metro cúbico, cinco veces más que lo que se pensaba hasta ahora.