Este martes, la ONU publicó un esperado informe en el que acusa al Gobierno de China de cometer “graves violaciones de los derechos humanos” contra los uigures y otras minorías étnicas presentes en su territorio.
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En su reporte, que fue retrasado en diversas oportunidades debido a la protesta de Pekín y al cual calificaron como “falsa” tras su publicación, las Naciones Unidas detallan haber encontrado un patrón de detenciones masivas y “evidencia creíble” de tortura contra el marginado pueblo.
Pese a ello, las Naciones Unidas no calificaron como un genocidio la situación que enfrentan los uigures, un término que sí ha sido empleado por Estados Unidos y otros países occidentales.
Pero, ¿quiénes son los uigures y por qué son perseguidos por China?
ANTIGUO IMPERIO
Los orígenes del pueblo uigur se remonta al siglo VIII y, aunque aún existe un debate sobre sus primeros asentamientos, la evidencia actual indica que se habrían localizado en la actual Mongolia, según explicó el historiador francés Alexandre Papas, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, para un artículo de la BBC.
Durante el siglo VIII, este pueblo consiguió formar un “kanato”, una suerte de imperio que se extendió por al menos un siglo; controlaban un vasto territorio, practicaban el maniqueísmo y mantenían relaciones con China a través de la Ruta de la Seda.
Su influencia ha sido tal que el histórico conquistador mongol Gengis Khan aprendería de ellos la escritura en el siglo XIII. Se estima, además, que proceden del mismo pueblo de Asia Central del que luego se desarrollarían los actuales turcos, quienes migraron hacia el oeste para luego mezclarse con griegos, armenios y otros pueblos.
Los uigures se caracterizaban, además, por llevar una vida híbrida, nómada y sedentaria, precisa el artículo del medio británico.
Estas características llevaron a que una parte se mantuviera asentada en los países de Asia Central, mientras que otro grupo se traslade a la actual región de Xinjiang durante el siglo IX, tras la caída del “kanato”.
Quienes llegaron hasta este nuevo territorio cambiaron de religión, convirtiéndose algunos en budistas y otros adoptando el nestorianismo, una rama antigua del cristianismo. Esto volvería a cambiar un siglo más tarde, con la expansión del islam y la conversión de la mayoría de uigures a musulmanes.
Durante el reinado de la dinastía Ming, los uigures y otros grupos étnicos vivieron sin problemas en el territorio chino, el cambio llegaría a mediados del siglo XVIII, con la dinastía Qing en el poder.
PERSECUCIÓN EN CHINA
Xinjiang se extiende en el lejano oeste de China y representa una sexta parte de su superficie continental.
Rica región con desiertos, praderas y cordilleras montañosas, Xinjiang limita con ocho países, incluidos Rusia, Afganistán y Pakistán. Posee importantes recursos naturales como carbón, petróleo y gas, además de valiosos minerales y metales.
Su control ha entrado y salido de los dominios chinos a lo largo de los siglos. Para el siglo XVII, por ejemplo, la dinastía Qing impuso un control total sobre la región, encontrando resistencia principalmente de los uigures que por entonces representaban a la mayoría poblacional.
En 1933, más de 20 años después del imperio chino, los uigures consiguieron independizarse y fundar la primera república del Turquestán Oriental, aunque esta solo duró un año el sentimiento independentista se mantuvo y llevó a la creación de una segunda república entre 1944 y 1949 amparados bajo la protección soviética.
Para 1949, con el Partido Comunista controlando China, los uigures caerían derrotados por el Ejército de Liberación del Pueblo comandado por Mao Tse Tung.
Desde entonces, la composición demográfica de Xinjiang comenzaría a variar. Un censo citado por el último informe de la ONU calcula que en 1953 el 75% de la población en dicha región eran uigures, mientras que apenas el 7% era de la etnia china han.
Con la llegada de la Revolución Cultural de Mao Tse Tung aumentaría la represión china contra las minorías religiosas en el país, principalmente en Xinjiang. La región se terminó convirtiendo en un gran campo de trabajos forzados a que se enviaban a los acusados de revolucionarios o burgueses provenientes de toda China.
Esto provocó que muchos uigures tuvieran que exiliarse hacia Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán.
Para la década de 1980, con la llegada de Deng Xiaoping al poder, el panorama pintó más favorable para los uigures, al menos por un tiempo. Esto volvería a cambiar, sin embargo, tras la matanza de Tiananmen en 1989.
REPRESIÓN DE LOS ÚLTIMOS AÑOS
Tras lo sucedido en Tiananmen, el régimen chino calificó a todas las reuniones como focos de separatismo uigur y da inicio a una nueva cacería de la minoría. En 1997 se registra una violenta represeión contra las meshrep -asambleas festivas de hombres jóvenes- que deja un centenar de muertos y miles de heridos.
Luego de los atentados terroristas del 2001 en Estados Unidos, China acusa a los uigures de ser aliados de Al-Qaeda.
El régimen comunista, además, emprendió una repoblación de Xinjiang a través de una inyección de presupuesto y desarrollo industrial al que tienen acceso principalmente los miembros de la etnia han, mayoritaria en el país. Esto ha convertido a los uigures en una minoría que representa al 45% de la población de Xinjiang actualmente.
Pekín los acusa de separatistas y terroristas en muchos casos, llevando a que diversas figuras influyentes sean encarceladas o deban huir del país. Además, sus actividades religiosas, culturales y comerciales se han visto reducidas.
En 2009, enfrentamientos violentos entre los uigures y chinos causaron la muerte de 200 personas en la capital regional, Urumqi.
Una serie de aparentes atentados ocurrieron en los años siguientes, incluyendo un ataque en 2013 en la plaza de Tiananmen de Pekín y un ataque suicida con bomba en la estación de tren de Urumqi en 2014.
Todo esto llevó a reforzar el discurso de Pekín sobre el extremismo islámico comandado por los uigures y ha ponerse como objetivo principal erradicarlo desde el 2017.
Actualmente, China está acusada de encarcelar a un millón de uigures y otras minorías musulmanes en una red de centros de detención en Xinjiang.
En el 2018, las autoridades locales legalizaron los denominados “centros de formación profesional”, donde se pretende reeducar a la población pero que encierra desapariciones a gran escala.
Activistas y uigures en el exilio denuncian múltiples abusos en estos centros, desde tortura, a trabajos forzados, esterilización forzosa y adoctrinamiento político.
Estados Unidos y otros gobiernos occidentales han calificado la situación de Xinjiang como un genocidio, mientras que la ONU se ha limitado a resaltar que hay indicios “creíbles” sobre estas denuncias.
Desde China, mientras tanto, califican las acusaciones como “la mentira del siglo” y señalan que forma parte de una campaña de desprestigio emprendida desde Occidente.
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