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Beijing, DPA
Las protestas en Hong Kong reflejan una grave crisis de confianza. Junto a la exigencia de más democracia hay otros tres motivos por los cuales la región china, bajo un régimen de administración especial, vive manifestaciones tan masivas: el creciente distanciamiento entre chinos y hongkoneses, una generación más joven y con mayor conciencia democrática y el duro curso que emprendió en China el jefe de Estado y de partido, Xi Jinping.
“El modelo de 'un país, dos sistemas' fracasó en la práctica”, dijo a la agencia DPA en Beijing el comentarista Zhang Lifan, crítico con el Ejecutivo chino.
“El gobierno de China apenas cuenta ya con credibilidad para mantener sus promesas”, añadió Zhang, que considera que la única reacción posible de Beijing ahora son negociaciones y concesiones. “Pero al Gobierno le falta astucia y capacidad de compromiso”, opinó.
Durante más de 150 años, Hong Kong fue una colonia del Reino Unido. Desde entonces, los siete millones de habitantes de Hong Kong cuentan con una identidad propia. Muchos de sus habitantes son ex refugiados de China que huyeron ante la guerra civil, las campañas tras la fundación de la república popular comunista de 1949 o el miedo ante la revolución cultural de 1966 a 1976.
Con la política liberal de los británicos y una fuerza de trabajo barata, la metrópolis portuaria creció hasta convertirse en un centro económico asiático. Dado que una convención firmada en 1898 entre China y el Reino Unido expiró tras 99 años y el gigante asiático demandó la entrega de Hong Kong, las dos partes acordaron en 1984 en una declaración conjunta la devolución el 1 de julio de 1997.
La dirigencia comunista, bajo el arquitecto de la reforma Deng Xiaoping, se comprometió a mantener el sistema capitalista con libertades. En base al principio “un país, dos sistemas”, a Hong Kong le fue asegurado “un alto grado de autonomía”, mantuvo sus fronteras aduaneras y de paso y goza de libertad de prensa y opinión.
China ganó en todo el mundo gran reconocimiento por el sabio acuerdo de 1984. También prometió a loshongkoneses elecciones directas a largo plazo, que ni siquiera les habían otorgado los británicos. El desarrollo separado regirá por 50 años.
Diecisiete años después del cambio de soberanía, China ganó terreno más rápido de lo esperado. Una importante afluencia de chinos ricos llena hoy día hospitales, escuelas y centros comerciales, impulsa los precios inmobiliarios hacia arriba y arrincona a los hongkoneses.
Las diferencias sociales crecen. Los ricos hombres de negocios de Hong Kong negocian con los poderosos de Beijing. Los hongkoneses de a pie pierden la sensación de que el Gobierno los protege y representa sus intereses. La corrupción hace que se reduzca la confianza en el servicio público de escuela británica, que alguna vez contó con gran renombre.
Las reformas democráticas fueron aplazadas dos veces. En agosto, Beijing autorizó por primera vez elecciones directas para el 2017, aunque quiere escoger los candidatos. La desilusión fue grande. Los estudiantes comenzaron una protesta que desembocó en una manifestación aún mayor.
“La nueva generación de estudiantes activistas de Hong Kong logró como en otras partes del mundo energía política a través del ciberactivismo y acciones que llaman la atención de los medios, y no solamente gracias a la construcción lenta de organizaciones políticas”, opinó el ex investigador en derechos humanos chino Nicolas Bequelin.
Los estudiantes sienten de forma parecida a sus colegas del “Movimiento Girasol” en Taiwán una identidad democrática propia más fuerte, que se alimenta de la represión en China. También son más radicales que la vieja oposición en el consejo legislativo de Hong Kong, que en su opinión fracasó.
Por último, los líderes de Beijing tienen bastante parte de responsabilidad en la forma en que está evolucionando el movimiento. La mano dura del nuevo presidente Xi Jinping ante los defensores de los derechos civiles o las minorías, como los tibetanos y uigures, movilizan a la oposición. Tampoco intimidan a los hongkoneses las amenazas veladas de una intervención del Ejército Popular de Liberación chino; al contrario.