El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, reconoció este lunes durante su discurso sobre el estado de la nación que su sangrienta guerra contra las drogas resultó ser más difícil de lo que esperaba cuando al llegar al cargo en 2016 prometió terminar con el problema en medio año.
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“Cuanto al principio dije que terminaría con las drogas en seis meses, pensé que sería como en Davao”, dijo, en referencia a la ciudad en la que, como alcalde, se ganó la fama de antídoto contra la delincuencia por la dureza de sus medidas.
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“Puedes coaccionarles, intimidarles o sobornarles o darles dinero (a los criminales), les dije ‘idos de Davao, id a montar el lío a Luzón (la isla filipina donde se encuentra la capital, Manila), pero no aquí en Davao’”, afirmó el mandatario en referencia a su época como alcalde.
En su último discurso sobre el estado de la nación antes de terminar su mandato el próximo junio, Duterte se reafirmó en la validez de su estrategia contra las drogas y mandó un mensaje en tono de burla a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, que ha abierto una investigación contra él por delitos contra la humanidad durante su cruzada, que costó la vida a miles de personas.
“La CPI puede grabarlo: a los que destruyen mi país, os mataré. Y los que destrozan a la juventud de mi país, os mataré. Terminaré con vosotros porque amo mi país. Podemos hacerlo de manera legal, pero llevaría meses y años”, dijo Duterte, que comenzó su sangrienta cruzada en 2016.
CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD
El pasado 14 de junio, la Fiscalía de la CPI pidió autorización judicial para investigar supuestos crímenes contra la humanidad cometidos durante la guerra contra las drogas que inició Duterte tras convertirse en presidente.
“La información disponible indica que miembros de la Policía Nacional de Filipinas, y otros que actúan en connivencia con ellos, han matado de forma ilegal a entre miles y decenas de miles de civiles”, dijo la fiscal jefa saliente, Fatou Bensouda, en un comunicado.
En la solicitud de investigación, de 57 páginas, se dice que en el país se han sucedido “ejecuciones extrajudiciales” que “parecen haberse cometido de conformidad con una política estatal oficial del Gobierno filipino”.
En las últimas semanas muchos analistas sostienen que Duterte está apostando por postularse como vicepresidente en las elecciones de 2022 y que su hija Sara se convierta en presidenta para evitar terminar en La Haya, pero el mandatario rebajó los rumores al alabar a un senador como candidato al cargo.
“Es un buen hombre. Puede convertirse en un buen vicepresidente”, dijo durante su alocución en referencia al senador Vicente Sotto.
El último año y medio de mandato de Duterte se ha visto ensombrecido por la crisis de la covid-19, que ha costado la vida a más de 27.000 personas con más de un millón y medio de infectados y que amenaza con retomar fuerza ante la aparición de la variante delta y el miedo a las vacunas de buena parte de la población.
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