El 17 de enero de 1995 ha quedado en los libros de historia de Japón como el día en que un poderoso terremoto destruyó la ciudad de Kobe. El Gran Terremoto de Hanshin-Awaji, como lo llaman los japoneses, sorprendió a los habitantes del noreste del país exactamente a las 05:46 a.m., cuando gran parte de ellos aún dormía.
El terremoto de magnitud de 7,3 grados en la escala de Richter tuvo su epicentro en el extremo norte de la isla de Awaji, a unos 20 kilómetros de Kobe. Fue tan catastrófico que mató a más de 6.400 personas, dejó 40.000 heridos y causó daños estimados en 100.000 millones de dólares.
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El sismo, que tuvo una duración de 20 segundos, provocó numerosos derrumbes e incendios en edificios donde sus residentes quedaron atrapados. Según los datos oficiales,100.000 hogares quedaron completamente destruidos. La ciudad de Kobe fue la más afectada pues era la urbe más poblada de la zona (tenía 1,5 millones de habitantes en ese entonces).
El Gran Terremoto de Hanshin, cuyo epicentro se encontraba a 16 km de profundidad, tuvo su origen en la falla de Nojima en el extremo norte de la isla Awaji. Se propagó hacia el suroeste por la isla de Awaji y hacia el noreste por las fallas de Suma y Suwayama, las cuales discurren por el centro de Kobe.
Las fotos de los daños en autopistas elevadas y túneles en Kobe fueron las imágenes más conocidas de la tragedia. Según el diario español “El País”, “las imágenes de su autopista elevada que atraviesa la ciudad volcada sobre los pilares doblados y arrancados por la fuerza del seísmo dieron la vuelta al mundo y empequeñecieron la ficción de King Kong”.
Así, diez tramos de la autopista elevada Hanshin en Kobe y Nishinomiya colapsaron, bloqueando la arteria que conduce el 40% del tráfico entre Osaka y Kobe. La autopista fue reabierta el 30 de setiembre de 1996.
El 80% de las 6.434 víctimas mortales perdieron la vida por aplastamiento. Muchos de los habitantes de Kobe se salvaron de morir debido a que, por la hora, aún no habían tomado el auto ni acudido a sus lugares de trabajo.
“Las investigaciones posteriores revelaron que no se habían respetado muchas de las estrictas normas de construcción, introducidas a finales de la década de los ochenta”, indica “El País”.
Pero Kobe logró recuperarse y hoy casi no hay rastro de los daños causados por el terremoto. La reconstrucción de Kobe, realizada garantizando amplias mejoras en factores de seguridad, duró más de dos décadas y costó a las arcas del Gobierno regional aproximadamente 1 billón de yenes (8.146 millones de euros). Más de un millón de voluntarios ayudaron a volver a levantar la ciudad.
En el 2002 se inauguró al este del casco urbano el Museo Conmemorativo del Terremoto de Kobe, cuyo nombre oficial es Institución Conmemorativa del Gran Terremoto de Hanshin-Awaji para la Reducción de Desastres y la Recuperación Humana. El museo tiene la misión de recordar a las víctimas sobre la tragedia e informar a la ciudadanía sobre la prevención ante los desastres naturales.
Otro recordatorio de lo ocurrido es el famoso Kobe Luminarie, un montaje luminoso que adorna el centro de la ciudad la dos primeras semanas de diciembre. La obra fue donada por el gobierno italiano para recordar a las víctimas del terremoto.
El suceso también inspiró la obra del novelista japonés Haruki Murakami “Después del terremoto”.
Aunque el de Kobe es considerado una de las peores tragedias que ha vivido Japón, el terremoto fue superado en número de víctimas por el terremoto y tsunami de marzo del 2011, que acabó con la vida de más de 15.000 personas.
Japón, que se asienta sobre el llamado anillo de fuego, es uno de los países más vulnerables del mundo a los terremotos, tifones y tsunamis, con un promedio de 1.500 al año.