Manila. Con más de 5.000 tripulantes y unos 70 aviones de combate a bordo, el portaaviones nuclear USS Ronald Reagan de la Marina de Estados Unidos recaló este miércoles en Manila tras navegar en una “misión pacífica” por las aguas del disputado Mar de China Meridional.
Aunque se encuentra fondeado a varias millas de distancia de la costa, su imponente silueta se aprecia entre la bruma desde el paseo marítimo de la capital, donde muchos curiosos apuran el zoom de su teléfono móvil para conseguir una instantánea de la nave, que visitó el puerto de Manila el año pasado por primera vez.
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Con 333 metros de eslora y 77 de manga, el USS Ronald Reagan es el buque insignia de la Séptima Flota del Pacífico, con base en el puerto japonés de Yokosuka, “un barco magnífico que garantiza la paz en la región”, según dijo el contraalmirante Karl Thomas, quien está al mando de esa flota.
“La belleza de este barco es que proporciona seguridad y estabilidad en la región, y permite crear un ambiente en el que cualquier tipo de disputas se puedan resolver de manera pacífica”, declaró Thomas a los medios invitados al barco.
El contraalmirante negó que la misión del USS Ronald Reagan en las aguas internacionales del Mar de China Meridional sea una exhibición de fuerza frente al “gigante asiático” o que tenga un “efecto disuasorio”.
“Creemos que todo el mundo debería tener libertad para operar en aguas internacionales, para volar o navegar en mares abiertos. Por eso, la presencia de portaaviones como éste contribuye a ese objetivo”, destacó.
Sin embargo, esta “misión pacífica” que arrancó hace unas semanas en Australia, coincide con un momento de tensión máxima en esas aguas, donde China ha desplegado centenares de barcos dentro de la zona exclusiva filipina y sigue construyendo islas artificiales en islotes, atolones y arrecifes para apropiárselas de facto.
En el 2017, cuando los lanzamientos de misiles de Corea del Norte estuvieron a punto de desatar un nuevo conflicto bélico, Estados Unidos también exhibió el poderío naval del USS Ronald Reagan frente a las costas coreanas para intimidar al enemigo.
Thomas insistió en que Filipinas es uno de los aliados más sólidos de las Fuerzas Armadas estadounidenses en la región y que esta visita a puerto pretende servir para reforzar ese vínculo.
De hecho alrededor del 10 % de la tripulación tiene origen filipino, por lo que este viaje les brinda una oportunidad para conectar con sus raíces e incluso visitar a familiares y amigos.
“Emigré a Estados Unidos con 20 años, gracias a un largo proceso de reunificación familiar que comenzó con mi tío, que se alistó en la Marina, y después mi padre”, cuenta el filipino-americano Ryan Cortes, de 35 años, que se dedica al mantenimiento de los motores del barco, “una maquinaria increíble”.
Cumple con “con orgullo, dedicación y disciplina militar” su estricto horario de trabajo, que va de 7 de la mañana a 7 de la tarde, al igual que Diana Ramolete, una filipino-americana que se ocupa del mantenimiento de los aviones.
“Quería formar parte de algo grande. Mi padre me sugirió que entrara en las Fuerzas Armadas, pero como ya tenía otros familiares que se enrolaron en el Ejército y la Fuerza Aérea, me decidí por la Marina”, relata Ramolete, que se alistó el año pasado con 25 años, después de emigrar a California con 18.
Está ansiosa por que llegue su día de permiso para salir del barco y reunirse con la familia y amigos de Manila para contarles “un montón de aventuras del último año”.
“Esto no es una vida normal, vivimos en un portaaviones nuclear. Pero al final es como una pequeña ciudad, donde tienes a tu alcance todo lo que necesitas para el día a día y acabas conociendo a todo el mundo”, explica.
La teniente Elizabeth Shaffer, con 26 años, cuenta con orgullo que es una de las pilotos del “Reagan” y atesora como un recuerdo inolvidable las inspecciones aéreas que ha realizado en esta misión pacífica sobre las aguas del Mar de China Meridional.
“Las vistas son increíbles, desde lo alto ves los diferentes países, sus costas. Definitivamente, no se aprecian las fronteras ni las tensiones territoriales desde el cielo”, bromea.
Con un coste de 4.500 millones de dólares, el “Ronald Reagan” fue el primer buque en recibir el nombre de un expresidente estadounidense vivo en el momento de su botadura y realizó su viaje inaugural el 21 de julio de 2003.
Fuente: EFE