Pablo Milanés, fallecido este martes en Madrid a los 79 años, fue todo un referente cultural del sistema socialista de Cuba y la izquierda latinoamericana.
Fundador de la Nueva Trova junto a Silvio Rodríguez y Noel Nicola, dedicó parte de su repertorio musical a las ideas enarboladas por la revolución liderada por Fidel Castro en 1959.
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Pero, si bien el régimen de los Castro perdura hasta hoy, el apoyo de uno de sus artistas de referencia se fue desvaneciendo.
Con los años Milanés llegó a calificar de “represivo” a gobierno de la isla, afirmó que el socialismo fue un “fracaso” y reclamó una transición del actual sistema de partido único a la democracia.
Un revolucionario demasiado liberal
Milanés, que de niño ya despuntaba en programas de televisión y grupos vocales, vio triunfar la Revolución cubana al inicio de su adolescencia.
Hijo de un soldado y una modista, como muchos jóvenes de la época se volcó en los ideales de humanismo y justicia social que proponía el nuevo régimen tras derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista (1952-59).
“El origen está en lo que significó Cuba en el año 59 para el mundo. Yo tenía entonces 15 años, y cuando profundicé en la realidad social de América Latina me convertí en un revolucionario”, explicó en una entrevista con el diario español El País en 2015.
En la década de 1960, marcada por la intensificación de la Guerra Fría entre EE.UU. y la URSS, Cuba adoptó el modelo soviético y, con él, sus inflexibles políticas culturales.
“Pablito era parte de quienes defendían la originalidad de la Revolución cubana; una originalidad que quedó en entredicho tras la alianza con la Unión Soviética, que supuso el fin del pensamiento crítico”, explica a BBC Mundo el politólogo cubano Carlos Alzugaray.
“Aunque apoyaban la revolución, estas personas veían las cosas de otra manera, eran más libertarias, centradas en los derechos de los individuos”, apunta.
Así, un día de 1966 agentes de la autoridad se presentaron en casa de Pablo Milanés.
“Me engañaron de aquella manera donde me dicen: 'Usted fue elegido para el servicio militar'. Y fui elegido para mandarme a un campo de concentración”, recordó el cantante en un documental de 2020 sobre su figura.
Fue uno de las decenas de miles de jóvenes enviados a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), los campos de trabajos forzados donde se encerraba a homosexuales, religiosos, artistas e intelectuales díscolos; en definitiva, a quienes se consideraba “despreciables”, en palabras del propio Milanés.
El cantante recordó la UMAP -de donde escapó para pronto volver a ser apresado- como una etapa “brutal” en la que recibió malos tratos y fue obligado a trabajar sin descanso desde la madrugada hasta la noche.
Décadas después, recriminó en varias ocasiones al gobierno cubano nunca haberle pedidodisculpas por aquello.
Milanés, que de niño ya despuntaba en programas de televisión y grupos vocales, vio triunfar la Revolución cubana al inicio de su adolescencia.
Hijo de un soldado y una modista, como muchos jóvenes de la época se volcó en los ideales de humanismo y justicia social que proponía el nuevo régimen tras derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista (1952-59).
“El origen está en lo que significó Cuba en el año 59 para el mundo. Yo tenía entonces 15 años, y cuando profundicé en la realidad social de América Latina me convertí en un revolucionario”, explicó en una entrevista con el diario español El País en 2015.
En la década de 1960, marcada por la intensificación de la Guerra Fría entre EE.UU. y la URSS, Cuba adoptó el modelo soviético y, con él, sus inflexibles políticas culturales.
“Pablito era parte de quienes defendían la originalidad de la Revolución cubana; una originalidad que quedó en entredicho tras la alianza con la Unión Soviética, que supuso el fin del pensamiento crítico”, explica a BBC Mundo el politólogo cubano Carlos Alzugaray.
“Aunque apoyaban la revolución, estas personas veían las cosas de otra manera, eran más libertarias, centradas en los derechos de los individuos”, apunta.
Así, un día de 1966 agentes de la autoridad se presentaron en casa de Pablo Milanés.
“Me engañaron de aquella manera donde me dicen: 'Usted fue elegido para el servicio militar'. Y fui elegido para mandarme a un campo de concentración”, recordó el cantante en un documental de 2020 sobre su figura.
Fue uno de las decenas de miles de jóvenes enviados a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), los campos de trabajos forzados donde se encerraba a homosexuales, religiosos, artistas e intelectuales díscolos; en definitiva, a quienes se consideraba “despreciables”, en palabras del propio Milanés.
El cantante recordó la UMAP -de donde escapó para pronto volver a ser apresado- como una etapa “brutal” en la que recibió malos tratos y fue obligado a trabajar sin descanso desde la madrugada hasta la noche.
Décadas después, recriminó en varias ocasiones al gobierno cubano nunca haberle pedidodisculpas por aquello.
En todo caso, tras su liberación Pablo Milanés se consolidó no solo como cantante y fundador de la Nueva Trova, sino también como una de las principales voces del movimiento de izquierdas latinoamericano que patrocinaba y abanderaba el régimen de Fidel Castro.
“Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló / Fidel la dignificó / Para andar por estas tierras”, compuso en 1976, en su famosa “Canción por la unidad latinoamericana” que recorrió el continente.
Las dictaduras militares de derecha en países como Chile, Argentina o Uruguay marcaron la década de 1970 en América Latina, por lo que las ideas de izquierdas, con Cuba como referencia, cautivaron a gran parte de los jóvenes de la región.
Muchos de ellos escuchaban a Milanés, Silvio Rodríguez y otros cantantes de la Nueva Trova que dedicaban parte de su música y sus esfuerzos a promover el socialismo, erigiéndose como referentes de la llamada “canción protesta”.
Sin olvidar que la mayoría de sus canciones hablan de amor y solo una minoría aluden a su compromiso político, la siguiente década de 1980 fue para Pablo de crecimiento y consolidación, no solo como artista sino como icono cultural de la causa cubana.
“Será mejor hundirnos en el mar / Que antes traicionar la gloria que se ha vivido”, entonó en “Cuando te encontré” (1989), un tema de culto para los revolucionarios de la época en la isla.
Los años 1990 fueron un período convulso para Cuba, que tras la caída de la Unión Soviética, su principal benefactor, quedó sumida en una profunda crisis económica -y, para muchos, existencial- conocida como el Período Especial.
Aunque a principios de la década fue diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) de Cuba, Milanés pronto comenzó a expresar en voz alta sus diferencias con el régimen.
“Soy un abanderado de la revolución, no del Gobierno. Si la revolución se traba, se vuelve ortodoxa, reaccionaria, contraria a las ideas que la originaron, uno tiene que luchar”, expresó entonces el artista, en una de sus primeras declaraciones críticas.
Más adelante explicó aquel cambio de postura que tomó a muchos por sorpresa: “En el año 1992 tuve la convicción de que definitivamente el sistema cubano había fracasado y lo denuncié”.
“Estaba defraudado como revolucionario porque insistieron en seguir con un tema que no funcionaba y que no funciona hasta ahora”, alegó.
Tras el Período Especial siguió criticando al gobierno cubano, pero nunca dejó de considerarse izquierdista e incluso en 2006 envió un mensaje de lealtad a un convaleciente Fidel Castro (que finalmente se recuperó y no moriría hasta diez años después).
“Prometo representarte a ti y al pueblo cubano como merece este momento: con unidad y coraje ante cualquier amenaza o provocación. Un abrazo, Tu Pablo Milanés”, escribió al dirigente, según recogió el periódico oficialista Granma.
En la siguiente década el artista expresó su admiración por líderes de izquierda más moderados de la región, como el expresidente uruguayo José Mújica.
Al mismo tiempo, el ganador de dos Grammy Latinos por mejor álbum de cantautor (2006) y excelencia musical (2015) fue endureciendo el tono en sus críticas a las autoridades de Cuba.
“El estalinismo sigue vigente, y la represión impide las protestas callejeras; la huelga es imposible porque no hay sindicatos independientes y la prensa cubana calla o es cómplice”, afirmó en una entrevista televisiva en 2015.
El gobierno cubano no tomó represalias contra él -como las prohibiciones de entrada y salida que aplica con frecuencia a otras voces críticas- y Milanés, que vivió en Madrid sus últimos años, visitaba frecuentemente La Habana, donde el pasado junio ofreció el que fue su último concierto en la isla.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, incluso le dedicó un emotivo obituario.
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Para el politólogo Carlos Alzugaray, Pablo Milanés “es una figura muy importante para los cubanos y el gobierno se ha dado cuenta de que, aunque algunas de las cosas que ha dicho le molesten, no tiene más remedio que abrazarlo”.
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