Luego de meses de idas y venidas, que incluyeron una persecución fiscal y un intento parlamentario de bloquear la formación del nuevo Congreso, Bernardo Arévalo de León finalmente asumió la madrugada de este lunes 15 la presidencia de Guatemala.
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Lo vivido el domingo en el Parlamento guatemalteco no fue más que una pequeña muestra de uno de los retos más grandes que tendrá al frente el flamante mandatario, comentaron diferentes analistas a El Comercio.
“Eso es lo que se puede esperar de aquí en adelante, a una oposición irracional e ilegal que mantiene el control de las cortes y a un Ministerio Público seguirá actuando con ese grado de impunidad. Dependerá mucho del liderazgo que muestre el presidente electo para contrarrestar a ese pacto”, comentó el domingo a este Diario Manfredo Marroquín, analista político de la organización Acción Ciudadana y parte de Transparencia Internacional en Guatemala.
- Un país dividido -
“El domingo último se vio una versión resumida de lo que prevemos que serán los cuatro años de gobierno de Arévalo. Porque si bien ha llegado a la presidencia con apoyo popular, tiene a un Congreso muy fraccionado y en Guatemala el mayor poder está en el Congreso”, comenta por su parte Juan Diego Godoy, analista guatemalteco y periodista especializado en política.
Arévalo llegó a la presidencia luego de derrotar a la exprimera dama presidencial Sandra Torres en un balotaje. Debido a esto, el ahora oficialista Movimiento Semilla tiene apenas 23 de los 160 escaños que posee el Congreso de Guatemala.
El resto de escaños está dividido entre 17 partidos, siendo la principal fuerza legislativa para este periodo, precisamente, la Unidad Nacional de la Esperanza de Torres. Sin embargo, el mismo domingo otro giro inesperado tuvo lugar en el hemiciclo y llevó a que Samuel Pérez, del Movimiento Semilla, obtuviera la presidencia de la Mesa Directiva.
“Torres es una férrea enemiga de Arévalo. Sin embargo, en los últimos días se vio un divorcio entre sus miembros, 21 de sus 28 diputados abandonaron el barco el domingo, dejaron a Torres solo con 7 diputados y se aliaron con Arévalo. Así el Movimiento Semilla sumó 44 votos, eso cambió toda la marea de votos y le permitió presidir la junta directiva. Pero ese favor que le debe a esos 21 diputados se lo van a cobrar caro, así que yo no me atrevería decir que tienen el poder total del Congreso”, explica Godoy.
Sin embargo, Arévalo no solo tendrá como reto negociar con un Congreso sumamente heterogéneo sino también unificar a un país fuertemente dividido. “Guatemala es un país conservador que ha tenido una seguidilla de gobiernos de derecha moderada. Arévalo despierta una preocupación en la clase alta que teme que sea un Pedro Castillo o un Gustavo Petro. El presidente tendrá que conciliar a ese sector de la población con el otro sector, el de los liderazgos indígenas, que fueron su estandarte principal en octubre”, señala Godoy.
- La corrupción, el gran problema -
Edgar Ortiz, abogado constitucionalista y analista político guatemalteco, dijo a El Comercio el domingo que Arévalo es “un tipo muy conciliador, con virtudes de negociación. Él es un experto en la construcción de la paz”. Una cualidad que se pondrá a prueba durante sus cuatro años de gestión si pretende llevar adelante la agenda anticorrupción con la que ganó el balotaje.
Al frente, el mandatario se encuentra a un país que acumula más de una década sumido en una crisis por corrupción, ocupando actualmente el puesto 150 de 180 posibles en el índice percepción de la corrupción elaborado por Transparencia Internacional.
“Durante el gobierno de Otto Pérez Molina, quien renunció por presión ciudadana y fue sentenciado por tres casos de corrupción, estuvimos en el puesto 118. Así que imagínate cómo fue el gobierno de (Alejandro) Giammattei”, comenta Godoy.
El predecesor de Arévalo terminó su gobierno con el 74,7% de desaprobación y apenas un 7% de guatemaltecos confiando en él, según la Encuesta Libre 2023 elaborada por el diario local Prensa Libre. La principal razón detrás de la terrible percepción sobre Giammattei fue la de las innumerables sospechas por corrupción que lo rodearon durante sus cuatro años en el poder.
Esto incluyó acusaciones de cooptar al sistema judicial y aliarse con la Fiscal General Consuelo Porras a cambio de no ser investigado. Dicha alianza, además, habría propiciado la obscena persecución fiscal sufrida por Arévalo desde que pasó a la segunda vuelta electoral en el 2023.
La gran pregunta que Arévalo deberá responder en ese sentido será cómo combatir la corrupción cuando el sistema judicial está infiltrado por esos mismos actores a los que debería perseguir?
“Se necesitan fiscales y jueces que persigan a la corrupción y no a quienes buscan combatirla. Hay una serie de elecciones clave que se darán durante el gobierno de Arévalo: en octubre se renueva la Corte Suprema de Justicia y las Cortes de Apelaciones. Arévalo tendrá muchísima influencia, podría poner jueces incorruptibles. El momento para limpiar al sistema es ese. Además, en el 2026 acaba el mandato de la Fiscal General Consuelo Porras, Arévalo tendrá la oportunidad de elegir a un fiscal que persiga a los corruptores para los próximos cinco años. Son dos oportunidades de oro, pero necesitará poder en el Congreso y una buena popularidad para que la población confíe en sus decisiones”, señala Godoy.
- Otros retos para Arévalo -
Más allá de eso, Guatemala enfrenta grandes desafíos que tendrán que ser atendidos con urgencia. “Hay cifras de desnutrición bastante altas, el gobierno cierra con 90 mil casos de desnutrición crónica aguda en menores de 5 años. Luego tienes una necesidad de infraestructura también. Además, Arévalo ha dicho que apostará por temas medioambientales y ecológicos, tiene un plan bastante verde”, señala Ortiz.
Ortiz agrega a esta lista la extensa labor que tendrá por recuperar la institucionalidad y hace especial énfasis en la urgencia por renovar la infraestructura nacional.
“El retroceso democrático ha sido tan grande que el simple hecho de conseguir reconstruir ese tejido institucional es un desafío muy grande. Luego, existen otros retos en materia educativa y de sanidad, son las dos grandes deudas sociales y los elementos que permitirían a Guatemala crecer económicamente. En tercer lugar, la infraestructura. Somos un país con una infraestructura muy atrasada”, comentó el domingo a El Comercio.
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