Donald Trump ha vivido toda su vida como si estuviera tratando de probar la teoría de que toda publicidad (buena o mala) es positiva.
Su comparecencia este martes ante un tribunal penal como imputado por un presunto pago ilegal a la ex actriz porno Stormy Daniels pondrá a prueba ese cliché hasta el límite.
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Este caso ciertamente lo ha vuelto a poner en el centro de atención.
Su viaje desde Mar-a-Lago, su hogar en Florida, hasta Nueva York fue transmitido en vivo por varios canales de televisión estadounidenses.
Supuestamente estuvo discutiendo con sus asesores cómo debería aparecer durante todo el proceso judicial: ¿sonriendo desafiante o luciendo sombrío y serio?
Guste o no, esta cita en la corte también es un evento de campaña de cara a las elecciones de 2024. La gran pregunta es si Trump realmente puede convertir un proceso penal en un activo electoral.
Sus decisiones en el pasado en momentos de crisis política sirven de guía de qué podremos ver de aquí en adelante.
A lo largo de su campaña presidencial para las elecciones de 2016, el político millonario se inclinó hacia el conflicto cuando otros podrían haber retrocedido.
¿Condenado por criticar al héroe de guerra John McCain? Trump reforzó sus ataques. ¿Acusado de acoso sexual antes de un debate con Hillary Clinton? Dio una conferencia de prensa con tres mujeres que acusaron a Bill Clinton de agresión sexual.
Durante su presidencia, fue la misma historia a lo largo de dos juicios políticos, una investigación de un fiscal especial sobre la intromisión de Rusia en las elecciones e innumerables controversias menores.
La mejor defensa, como dice el refrán, es un buen ataque.
En las últimas semanas, Trump le respondió al fiscal de distrito de Manhattan, Alvin Bragg, presentándolo como un fiscal progresista empeñado en buscar represalias políticas contra él. Con su discurso, busca posicionarse como una víctima de la élite progresista.
Y este martes, horas antes de presentarse ante el juez, escribió en la plataforma Truth Social: “La izquierda radical demócrata ha criminalizado el sistema judicial. Esto no es como Estados Unidos se suponía que fuera”.
Su equipo de campaña se jacta de la cantidad de dinero que ha recaudado gracias al proceso judicial; aseguran que entre el jueves 30 de marzo, día en que se anunció la acusación en su contra, y el lunes 3 a la noche sumaron más de US$8 millones.
Y el propio Trump citó en su cuenta de Truth Social una encuesta de Reuters/Ipsos que muestra una ampliación de la ventaja electoral con su principal rival en potencia dentro del Partido Republicano, el gobernador del estado de Florida, Ron DeSantis, en los últimos días.
El 20 de marzo el expresidente tenía el 44% de las preferencias dentro de los votantes republicanos frente al 30% de DeSantis. El lunes 3 de abril, el 48% de los encuestados respondió que votaría a Trump, y solo 19% al gobernador, por lo que amplió la brecha con el segundo candidato a 29 puntos.
A Trump no le tomaron una foto policial, pero antes de saberse esto su exportavoz de la Casa Blanca Hogan Gidley declaró jocosamente que sería “la foto policial más varonil, más masculina y más hermosa de todos los tiempos”.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, y otros destacados funcionarios electos le han hecho el juego a Trump y se hacen eco de su retórica al condenar la investigación de Nueva York como un ataque político ilegítimo.
“Varios periodistas me han preguntado si una acusación me llevaría a quitarle mi respaldo a Donald Trump”, dijo el senador de Ohio JD Vance.
“La respuesta es: ¡claro que no! Un enjuiciamiento por motivos políticos fortalece el argumento a favor de Trump. Simplemente no tenemos un país real si la justicia depende de la política”, agregó.
Lo que resulta particularmente interesante es observar la forma en que los opositores políticos de Trump dentro del Partido Republicano se han sentido obligados a salir en su defensa.
DeSantis, por ejemplo, dijo el jueves en Twitter que “la utilización del sistema legal como arma para promover una agenda política pone patas arriba el estado de derecho”, algo que calificó como “antiestadounidense”.
También señaló al fiscal de distrito de Manhattan como “respaldado por [George] Soros”, el magnate acusado por grupos conservadores de financiar a políticos y grupos de presión de izquierda en el mundo.
Y añadió que no brindaría ayuda si hubiera una solicitud de extradición de Trump de Florida a Nueva York.
Finalmente eso no ocurrió porque Trump viajó voluntariamente.
Mike Pence, exvicepresidente de EE.UU. durante el gobierno de Trump, opinó que la acusación envía un “mensaje terrible” al mundo sobre la justicia de su país.
Obviamente creen que eso es lo que sus votantes quieren escuchar.
Entonces, tal vez Trump pueda usar un juicio penal a su favor durante las primarias electorales, cuando los republicanos leales son los que votan.
John McGuigan, un ferviente seguidor de Trump que estaba el lunes afuera de la Trump Tower en Manhattan, cree que este caso judicial ayudará a su campaña presidencial.
“Aquellos que ya están convencidos de que Donald Trump es la encarnación del diablo no se verán afectados por el resultado, ni tampoco los partidarios acérrimos de Trump”, opinó.
Pero “para aquellos votantes que están en algún lugar en el medio, esto puede terminar siendo más una ventaja que un perjuicio para la campaña de Trump de 2024”, observó.
Esta táctica podría resultar contraproducente cuando se trata de las elecciones generales.
Al convertir una acusación en un espectáculo político, Trump corre el riesgo de alienar a los mismos votantes que necesitaría para recuperar la Casa Blanca en noviembre de 2024.
Dejando de lado esta causa, sus problemas legales que incluyen investigaciones de funcionarios de Georgia y un fiscal especial federal, resaltan los rasgos de carácter que muchos votantes republicanos han dicho que menos les gustan de él.
Su personalidad beligerante en internet y su falta de disciplina personal fueron objeto de ataques de DeSantis semanas atrás.
También puede ser una distracción importante para el expresidente y su equipo de campaña, que tendrán que reaccionar ante eventos en Nueva York que están totalmente fuera de su control, en un contexto en el que las comparecencias en la corte competirán en el calendario de Trump con los debates republicanos y las elecciones primarias para conseguir la nominación de su partido.
Y si el exmandatario superara los obstáculos y ganara la nominación republicana, es mucho más probable que sus tribulaciones legales sean un componente negativo frente al candidato demócrata.
“Al final, ser acusado nunca ayuda a nadie”, dijo el exgobernador republicano de Nueva Jersey Chris Christie durante una entrevista con ABC News. “Donald Trump no es alguien que podría ser un candidato ganador de las elecciones generales del Partido Republicano”, opinó.
Si bien Trump ha sobrevivido durante los últimos ocho años al tipo de escándalos e investigaciones que aniquilarían a otros candidatos, la suerte puede agotarse e incluso el mejor de los instintos políticos puede fallar cuando las circunstancias cambian.
Incluso el más resistente de los barcos puede naufragar en aguas desconocidas.
* Con información de los periodistas de la BBC Sarah Smith y Anthony Zurcher.
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