La vida de Linda Sun ya no será la misma. La lujosa y apacible estancia que durante décadas construyó a pulso en Nueva York se interrumpió la mañana del pasado martes 3 de septiembre de manera irreversible.
Después de una extensa investigación de las autoridades de Estados Unidos, la ciudadana estadounidense, nacida hace 41 años en Nanjing (China), fue detenida junto a su marido, Chris Hu, tras ser acusada de haber actuado como espía para Pekín.
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En su mansión de Long Island, que fue allanada por agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la pareja vio desmoronarse años de esfuerzos por -según acusaron los fiscales- mantener en el más extremo sigilo las actividades ilícitas que cometieron en plena coordinación con el Partido Comunista chino.
Las autoridades de EE.UU. acusaron a Linda Sun, quien llegó a los 5 años a ese país junto a sus padres, de haber utilizado su posición de poder en distintos cargos de la gobernación de Nueva York para favorecer los intereses de la potencia liderada por Xi Jinping.
En el tribunal, los fiscales y el FBI revelaron que quien llegó a ser vicejefa de gabinete de la actual gobernadora de Nueva York, Kathleen Hochul, ejerció su cargo “para promover encubiertamente” la agenda china, “amenazando directamente la seguridad nacional de nuestro país”.
Con un rostro imperturbable, sin maquillaje, vestida de negro y de la mano de su marido, Sun llegó esta semana a un tribunal de Brooklyn.
Allí, ambos se declararon inocentes de la cerca de decena de cargos que se les imputan, entre ellos, conspirar y violar la ley de Registros de Agentes Extranjeros, lavado de activos, falsificación de documentos de identificación y facilitación fraudulenta de visados para extranjeros.
A cambio de su supuesta posición de agentes, Sun y su marido recibían grandes cantidades de dinero desde China, según detalla la acusación.
“El plan ilícito enriqueció a la familia de la acusada con millones de dólares”, declaró el fiscal estadounidense Breon Peace esta semana tras destaparse el caso que ha conmocionado a las esferas políticas de Nueva York.
Lo más sorprendente es que la pareja, que fue imputada por ocho cargos criminales, no escatimaba en gastos ni ocultaba su fortuna obtenida presuntamente de forma ilícita.
Por el contrario, el matrimonio aprovechó ese dinero para construir poco a poco un estilo de vida de alta opulencia.
Según la acusación, Sun y Hu lavaron millones de dólares que les permitieron comprar propiedades de lujo.
Entre las más llamativas está la mansión en la que ambos viven en la zona de Saxony Court, Manhasset, valorada en cerca de US$3,5 millones.
La pareja además se compró un piso con vistas al mar en Honolulu, Hawái, espacio que ambos utilizaban como un escondite para descansar de su ajetreada vida en Nueva York.
El valor de esa propiedad asciende a US$2,1 millones.
Además, el matrimonio se daba la licencia de presumir de las últimas novedades de la industria automotriz; entre ellas, un Mercedes 2022 y un Ferrari Roma 2024.
Según los fiscales federales, Sun y su marido se beneficiaban además de prebendas, regalos y viajes pagados supuestamente por China en el marco de su rol como agentes no declarados.
El 30 de enero de 2018, cuando Sun viajó de Nueva York a Pekín para participar en una conferencia, funcionarios chinos gestionaron los arreglos de su estadía, incluyendo “la reserva de una suite presidencial utilizada anteriormente por la primera dama Michelle Obama durante su estancia” en la capital china, según se lee en la acusación.
El documento también detalla que Sun viajó en otras oportunidades a distintas ciudades de su país de origen, recibiendo en su cuenta bancaria varios miles de dólares desde una cuenta con sede en China.
El FBI ha señalado que Sun mintió en los interrogatorios que se le hicieron sobre el motivo y recursos con los que financió sus viajes, en los que a veces la acompañaba su marido.
Los fiscales también detallan que los funcionarios chinos agasajaban a Sun y Hu con invitaciones a eventos culturales como conciertos de ópera y presentaciones de ballet, entre otros.
Pero Sun y su familia también disfrutaban de regalos gastronómicos.
Los fiscales aseguran que la mujer de 41 años, su marido y sus padres recibieron en varias ocasiones un plato típico de la cocina china, patos salados al estilo Nanjing, que eran cocinados por el chef personal de uno de los funcionarios del gobierno con que Sun mantenía contacto permanente.
De acuerdo a la indagatoria de las autoridades estadounidenses, Sun utilizaba un sofisticado método que le permitía actuar “por orden, solicitud o dirección” de agentes chinos sin ser percibida.
La funcionaria de la gobernación de Nueva York fue contratada en 2012 durante el mandato de Andrew Cuomo, época en que asumió diversos roles, incluidos gerente de Comercio Global de Nueva York, directora de Extensión Asiática para la Oficina del Gobernador, representante regional de Queens y directora de Diversidad.
Luego, durante el mandato de la actual gobernadora, en septiembre de 2021, fue vicejefa de gabinete, cargo en el que permaneció durante cerca de 15 meses. En 2022, en tanto, se desempeñó en el Departamento de Trabajo de Nueva York.
Hasta que las alertas se encendieron.
La propia Hochul dijo esta semana, según informó la BBC, que las acciones de Sun implicaron una “traición absoluta” de confianza y que en cuanto se percataron de que algo no estaba bien desvincularon a la funcionaria y entregaron los antecedentes al Departamento de Justicia.
Pero el daño ya estaba hecho.
Durante años, gracias a las altas esferas de poder a las que pudo acceder en los puestos que tuvo en la gobernación de Nueva York, Sun hizo de todo, según la acusación.
Desde falsificar la firma de la propia Hochul, bloquear actividades con las autoridades de Taiwán (que no es reconocido como un país independiente por China) o facilitar la obtención de visados ilegales hasta incidir bajo los intereses de la potencia comunista en los discursos públicos de altas autoridades estadounidenses.
La fiscalía considera que la mujer de 41 años hacía todo eso en plena coordinación con funcionarios del Consulado General de la República Popular China en Nueva York, donde tenía contacto diario con personeros dependientes del gobierno de Xi Jinping.
“'Todo se ha solucionado satisfactoriamente', se jactó Sun en un mensaje de 2016 a un funcionario consular chino después de desviar con éxito a un importante político de Nueva York de un evento organizado por Taiwán”, escribió el periodista de la BBC Sam Cabral esta semana.
“Y cuando la presidenta de la isla viajó a la ciudad de Nueva York en 2019, Sun incluso fue fotografiada uniéndose a una protesta a favor de Pekín contra la visita”.
Sun, además, se encargó de eliminar cualquier mención en los discursos de sus superiores a la detención de uigures, un grupo étnico mayoritariamente musulmán en la provincia de Xinjiang, por parte de China.
A su vez, la exfuncionaria utilizaba su cargo para darle acceso a información privilegiada a funcionarios del gobierno de Xi Jinping.
Uno de los hitos más llamativos que recoge el escrito acusatorio de los fiscales federales es que Sun dejó ingresar a uno de ellos en una conferencia telefónica privada del gobierno estatal en que se abordaron las diversas respuestas que se estaban gestionando ante la pandemia de covid-19.
En enero de 2020, según los fiscales, Sun estuvo en contacto con funcionarios chinos para coordinar envíos de equipos de protección individual a China y, una vez iniciada la pandemia en Estados Unidos, haría lo mismo para la obtención de respiradores para el estado de Nueva York.
“Durante estas comunicaciones, Sun pidió repetidamente al consulado de la República Popular China que promocionara” a una empresa de logística ligada a los negocios de su marido.
“Cómo se salió con la suya durante tanto tiempo será un tema de investigación en curso, pero parece que tomó numerosas medidas para evitar ser atrapada, supuestamente mintiendo al FBI, a la Oficina del Inspector General del estado de Nueva York y a otros cuando fue interrogada, y tomando otras medidas para ocultar su papel”, le dijo a la BBC el exfiscal de Nueva York Howard Master.
De lo que no cabe duda es que, al menos durante una década, Sun se las arregló para pasar inadvertida en ambientes de alta influencia gubernamental en EE.UU.
Quizás su carrera académica, donde destacó llegando al Barnard College y a cursar una maestría en docencia en la Universidad de Columbia, tuvo algo que ver.
En una entrevista que dio hace cuatro años, Sun mostraba su compromiso con el servicio público, llamando a que más y más asiáticos se sumaran a las administraciones gubernamentales.
“A Linda Sun, de 2006, le gusta decir que se inició en el servicio público de una forma muy privada: siendo traductora de sus padres chinos inmigrantes”, se lee en el artículo que recoge la página web del Bernard College.
“Desde los 8 años, Sun ayudó a sus padres a realizar toda una serie de tareas (rellenar formularios, pagar impuestos) que fueron fundamentales para que comprendieran cómo funcionaban las cosas, y cómo funcionaban para ellos, en Estados Unidos”, continúa.
“Tener voz en el gobierno, por mundano que parezca, es en realidad la esencia de los elevados ideales democráticos que subyacen a lo que mucha gente -y muchos inmigrantes- sigue considerando un excepcionalismo estadounidense.'Estados Unidos', señala Sun, 'sigue siendo el único país que tiene un sueño'”, agrega el texto.
Esas reflexiones, sin embargo, se ven hoy muy lejanas.
A Sun y su marido solo les queda preparar su defensa ante los graves delitos de los que se les acusa en Nueva York.
A finales de este mes se espera que ambos se presenten ante un juez, luego de haber quedado en libertad tras el pago de las fianzas respectivas.
De momento, a Sun se le prohibió cualquier contacto con el consulado chino en la misión de esa ciudad.
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