A pesar del despliegue de la Guardia Nacional, las protestas de cientos de ciudadanos indignados por la muerte del joven negro Michael Brown, de 18 años, a manos de un policía blanco, continúan por novena noche consecutiva en la ciudad estadounidense de Ferguson (Misuri).
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La policía ha tenido que disparar gases lacrimógenos, bombas de estruendo y balas de goma para dispersar a los manifestantes, pero estos se han reagrupado y se han colocado a pocos metros de una barrera policial.
El gobernador de Missouri, Jay Nixon, ordenó este lunes el despliegue de la Guardia Nacional en Ferguson, sacudido desde el 9 de agosto por disturbios relacionados con la muerte de Brown, y levantó el toque de queda que estaba vigente desde el sábado.
El domingo por la noche, después de una jornada de protestas pacíficas, la policía usó gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a manifestantes que habían empezado a saquear negocios en la periferia de Ferguson.
La policía sostiene que el policía pidió a Brown que saliera de la calle y se subiera a una acera, pero este se acercó al patrullero y forcejeó con el agente para quitarle su arma de servicio y recibió un disparo.
Un amigo de Brown, Dorian Johnson, de 22 años, y al menos otro testigo dijeron que el policía extendió la mano a través de la ventanilla del auto para agarrar a Brown y que el adolescente estaba tratando de escapar cuando el agente abrió fuego.
Brown levantó las manos en señal de rendición, pero el policía se bajó de su auto patrulla y le disparó seis veces, dijeron los testigos.