El partido de ultraderecha español Vox lleva tiempo luchando por cambiar el término “violencia de género”, que dice que está politizado, y sustituirlo por “violencia intrafamiliar”.
Este cambio de término reabre un debate pasado, de un tiempo en el que las agresiones y asesinatos de mujeres se consideraban un problema de la esfera privada.
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Y ocupa un lugar central en la campaña para las elecciones generales del próximo 23 de julio en España.
Los esfuerzos de Vox por cambiar el lenguaje se han intensificado en los últimos meses, especialmente después de haber firmado pactos de gobierno con el Partido Popular (PP) en ayuntamientos (alcaldías) y comunidades autónomas como Extremadura o la Comunidad Valenciana, la cuarta región más importante de España por población.
Allí, Vox ha conseguido eliminar cualquier alusión oficial a la violencia de género o violencia machista; en su lugar sólo se encuentra el término de violencia intrafamiliar.
Desde Vox insisten en que la violencia no tiene género.
“El género es un concepto ideológico que nosotros no compartimos”, señaló recientemente en una entrevista su líder y cabeza de lista para las elecciones, Santiago Abascal.
Para Vox, “hay una violencia reprobable que hay que combatir contundentemente y es esa violencia contra las mujeres, los niños y los ancianos” que Abascal enmarcó en el “ámbito intrafamiliar” y dentro del objetivo del partido de proteger a todas las víctimas de violencia por igual, sin distinción, sean hombres, mujeres, dependientes, ancianos o niños.
Esto también quedó recogido en el programa electoral presentado la semana pasada por el partido de ultraderecha, donde escriben: “Derogaremos la Ley de Violencia de Género y toda norma que derive de la teoría de género, que atente contra la presunción de inocencia o establezca tribunales de excepción según el sexo del agresor o la víctima. Eliminaremos los Juzgados de Violencia sobre la mujer”.
Mientras, el conservador PP se desmarcó de Vox al anunciar: “Erradicar la violencia machista y cualquier forma de violencia contra la mujer es un objetivo prioritario para nuestra formación. No admitiremos pasos atrás”.
Este mensaje va en línea con las declaraciones de su presidente y candidato a la presidencia del gobierno, Alberto Núñez Feijóo, que señaló que “la violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad”.
El término de violencia intrafamiliar no está recogido en ningún ordenamiento español.
Sí existe por el contrario el concepto de violencia doméstica, que se refiere a la violencia perpetrada por cualquier miembro de la familia por diversos motivos, y que no contempla a las mujeres asesinadas fuera de ese ámbito.
La violencia de género, por el contrario, engloba toda violencia ejercida sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo.
“La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad”, comienza la Ley Integral contra la Violencia de Género aprobada por unanimidad durante el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004.
“Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”, agrega la ley orgánica, que fue pionera en Europa y se convirtió en todo un referente para países como Italia, Francia, Suecia o Alemania.
De la misma manera lo recoge el Convenio de Estambul del Consejo de Europa de 2011 donde se puede leer que “por violencia contra las mujeres por razones de género se entenderá toda violencia contra una mujer porque es una mujer”. Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) también lo reconocen así.
En este marco, los expertos insisten en la importancia de distinguir lo que es la violencia sobre la mujer, que puede ser por miembros de la familia o por personas de fuera de la familia, de lo que es la violencia familiar, que es aquella que se puede producir de padres a hijos o entre hermanos, o sobre los ancianos, o de la mujer al varón.
La violencia de género puede ser intrafamiliar o no intrafamiliar.
Las estadísticas también son diferentes y muestran el abismo que las separa. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 hubo 32.644 mujeres víctimas de violencia de género (un 8,3% más que en 2021) frente a las 8.151 víctimas de violencia doméstica (un 1,1% menos que el año anterior), de las cuales 4.949 fueron mujeres y 3.202 hombres.
“En un primer momento la noción de violencia de género nace en el ámbito familiar, del esposo hacia la esposa, y de ahí que se hablara primero de violencia doméstica”, explica a BBC Mundo la catedrática de Derecho Penal de la Universidad de Valencia Paz Lloria García.
“Conforme vamos avanzando y evolucionando, la idea de violencia doméstica desaparece y hablamos de violencia de género, de violencia sobre las mujeres, porque no es solo la que se produce en el ámbito de la relación de pareja”, indica.
“Nuestro Código Penal castiga todas las actuaciones que supongan una discriminación de género con un agravante específico. Da igual que sea dentro del ámbito de la familia o fuera del ámbito de la familia. También se castiga la violencia institucional o la violencia de un extraño por razones de discriminación de género.
“Por eso, hablar de violencia intrafamiliar, primero supone desconocer que las mujeres también sufrimos violencia por hombres que no pertenecen a nuestra relación de pareja. Y el segundo desconocimiento es intentar de alguna manera que aquello vuelva al ámbito privado. Esto supondría un atraso absoluto en el sistema de protección de las mujeres”, declara.
En 2022, 49 mujeres fueron asesinadas por violencia de género en España. Es la segunda cifra anual más baja, junto con los años 2016 y 2020, también con 49 mujeres asesinadas. En este contexto, Vox reconoce que existe violencia contra las mujeres, pero niega que sea violencia de género e insiste en no diferenciar entre asesinatos.
Para Miguel Lorente Acosta, delegado del Gobierno para la Violencia de Género en 2008, este negacionismo lo que hace “es negar una realidad que cuestiona tu modelo de sociedad, tu modelo androcéntrico”.
“No reconocer la violencia de género es, por ejemplo, como si no reconoces la hepatitis B. Puedes decir, voy a poner un tratamiento contra la hepatitis y claro, eso no es eficaz, porque hay hepatitis tóxica, hepatitis metabólicas, hepatitis infecciosas. Cada una requiere su tratamiento”, explica a BBC Mundo.
“Entonces, el argumento es tan absurdo y tan falaz como decir voy a tratar a todas las hepatitis igual”, agrega el médico forense y profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y uno de los mayores expertos a nivel nacional en violencia de género.
“Son violencias diferentes y tratar de mezclarlas con esa imposibilidad de abordar su causa específica es una irresponsabilidad en términos de profesionalidad, como cuando un médico trata una patología equivocadamente”, indica.
De la misma manera lo ve la catedrática Lloria García. “Cada violencia responde a unas causas muy concretas y hay que conocerlas para poder prevenirlas”, afirma.
“Yo siempre pongo el ejemplo de que cuando uno tiene fiebre puede ser un virus o una bacteria. Si es una bacteria daré antibiótico, si es un virus no puedo darle antibiótico. Pues aquí pasa lo mismo. Una muerte es una muerte, o unas lesiones son unas lesiones, pero tengo que saber por qué se producen para saber cómo combatirla y cómo evitarla”.
Sin embargo, la repetición de un mensaje semana tras semana puede acabar calando en la sociedadt, reconoce el experto. “Los bulos, las verdades alternativas, tienen éxito porque vienen a defender el modelo existente. Se acepta aquello que refuerza lo que la gente quiere creer, necesita creer. Al final el negacionismo es una posición ideológica”, afirma Lorente.
“No puedo aceptar la violencia de género porque si acepto que existe una construcción cultural social por la que los hombres minimizan, normalizan, justifican el uso de la violencia contra las mujeres, entonces tengo que cuestionarme muchas cosas. Es más cómodo decir que es un invento ideológico, que las mujeres también maltratan, que las mujeres denuncian falsamente”.
Pero para Vox, el cambio de término no significa hacer menos por la protección de las mujeres e insisten en que piden aumentar las penas incluyendo prisión permanente.
El uso del término violencia intrafamiliar supone “que en las relaciones afectivas se puede generar violencia, y la víctima, que muchas más veces es una mujer, como es cierto, estará más protegida con penas más duras por parte de los gobiernos en los que Vox esté“, apuntó por su parte, José María Llanos, portavoz adjunto de Vox en las Cortes Valencianas.
Mientras, el líder de Vox, Santiago Abascal, afirmó este lunes en la cadena de televisión Antena3 que la Ley Integral de Violencia de Género “ha servido para criminalizar a los hombres” y “no para proteger a las mujeres”, ya que aseguró que “el número de mujeres asesinadas no desciende con esta ley”.
La ley española de violencia de género ha sido impugnada unas 200 veces ante los tribunales, sobre todo por considerar que los hombres tenían demasiadas dificultades para defenderse de acusaciones infundadas o que vulneraba el principio de igualdad. Sin embargo, su constitucionalidad quedó avalada por el Tribunal Constitucional en 2008.
Derogarla como quiere Vox requeriría de una mayoría absoluta en el Congreso para conseguir dictar una norma puramente derogatoria o una norma que sustituyera a esta derogando la anterior. Para ello se precisa de mayoría absoluta, porque es una Ley Orgánica ya que afecta a derechos fundamentales.
Si bien es improbable la derogación de la ley, lo que ya está consiguiendo Vox en ciudades como Valladolid, Burgos o Toledo, entre otras, es la eliminación de las concejalías de Igualdad que pasan a ser sustituidas por las de Familia.
¿Qué supone esto? Para Paz Lloria García, más que un cambio de nombre que puede ser importante por su valor simbólico, puede acarrear una disminución de la financiación de instrumentos que dependen de los gobiernos autonómicos o municipales, como por ejemplo el Centro Mujer 24 horas u otros que ayudan a una mejor protección de las mujeres.
“La norma no solamente contiene aspectos penales, sino que la norma, como el resto de normas transversales que tenemos, contiene muchos aspectos de otras ramas del ordenamiento jurídico, por ejemplo, derechos laborales o aspectos sociales y preventivos y educativos”, explica la experta.
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