No hay vuelta atrás. Así lo considera el gobierno de Alemania, que este sábado cerró sus últimas tres plantas de energía nuclear.
Isar 2, Emsland y Neckarwestheim 2 fueron desconectadas.
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Es “el final de una era”, dijo la empresa de energía RWE en un comunicado en el que confirmó que los tres reactores habían sido desconectados de la red.
La medida no sorprendió, pues había estado programada para finales de 2022. Sin embargo, la guerra en Ucrania obligó a su postergación: la interrupción del suministro del gas ruso a Alemania despertó los temores de una emergencia energética.
De hecho, hubo llamamientos y movilizaciones para que se volviera a retrasar el cierre de los tres reactores nucleares.
Para los activistas que se oponen a la energía atómica, se trata de una victoria en una batalla que se extendió 60 años.
Pero no todos en Alemania están contentos con la decisión.
La energía nuclear es una grieta ideológica que divide al país, es un tema que tiene una carga emocional como pocos.
Para analistas y políticos conservadores, el país es esclavo del dogma del Partido Verde, que desecha la energía nuclear doméstica en un momento en que el corte de la energía rusa significa un aumento de los precios.
Acusan al gobierno de aumentar la dependencia de los combustibles fósiles en lugar de utilizar la energía nuclear, que causa menos emisiones.
“Es un día negro para la protección del clima en Alemania”, dijo Jens Spahn, diputado conservador del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán), a inicios de la semana.
Así, ambos bandos se acusan mutuamente de ideología irracional.
Los partidarios del movimiento verde y de la izquierda, por su parte, argumentan que es ilógico aferrarse a la energía nuclear, que es más cara que la eólica o la solar.
El gobierno plantea que para mantener conectadas las tres centrales atómicas, que son antiguas, se necesitaría una gran inversión y que esos fondos deberían más bien destinarse a fuentes de energía renovable.
Los parlamentarios del Partido Verde dicen que les llama la atención que el CDU de repente abogue por la protección del clima, cuando los conservadores bloquean regularmente las medidas para expandir la infraestructura de la energía renovable.
Dada la lucha actual del CDU por la energía nuclear, es irónico que haya sido precisamente un gobierno conservador, dirigido por Angela Merkel, el que decidiera eliminar gradualmente la energía atómica, tras el desastre nuclear de Fukushima en 2011.
Su decisión fue popular entre los votantes debido al sentimiento antinuclear generalizado que provocó la catástrofe japonesa, aunque el país había estado buscando cómo dejar atrás la energía nuclear desde 2002.
En la actualidad, Alemania obtiene casi la mitad de su electricidad de energías renovables (el 44 % en 2022, según la Oficina Federal de Estadística) y solo el 6 % de la energía atómica.
El ministro de economía verde, Robert Habeck, cree que el 80% de la electricidad de Alemania será renovable para 2030 y ha impulsado leyes para que sea más rápido y fácil construir parques solares y eólicos.
Pero durante el último año, la proporción de energías renovables se estancó mientras que las emisiones de CO2 aumentaron, ya que Alemania se vio obligada a importar gas natural licuado y usar más carbón en lugar del gas ruso.
Esto ha provocado que incluso algunos votantes verdes y activistas que se oponen a la energía nuclear apoyaran la extensión temporal de la vida útil de las últimas tres centrales nucleares.
En un artículo publicado en la edición del viernes del periódico Der Tagesspiegel, la ministra de Medio Ambiente y miembro del Partido Verde, Steffi Lemke, escribió que Alemania estaba abandonando la energía nuclear porque nunca se pueden descartar accidentes catastróficos, “ya sea por un error humano como Chernobyl, desastres naturales como Fukushima... o ataques, como sufre Ucrania a causa de la guerra de Rusia”.
En su opinión, Alemania no necesita la energía nuclear porque las energías renovables son más seguras, más sostenibles, mejores para el clima y tienen más sentido económico.
A pesar de las predicciones de escasez y apagones, dicen los líderes del Partido Verde, Alemania produce más energía de la que necesita y exporta a Francia durante el verano, donde las centrales nucleares no pueden operar debido al clima extremo.
Los votantes están divididos en el país con la economía más grande de Europa.
Según la encuesta ARD-DeutschlandTrend de esta semana, el 59% de los alemanes está en contra de abandonar la energía atómica y solo el 34 % está a favor.
El apoyo a la energía nuclear es más fuerte entre los votantes mayores y conservadores.
Pero un cuestionario más detallado revela una imagen matizada.
En una encuesta de YouGov realizada a principios de esta semana, el 65% apoyó mantener las tres últimas centrales nucleares en funcionamiento por ahora. Pero solo el 33% quería que Alemania mantuviera la energía nuclear indefinidamente.
En otras palabras sería algo como: desconecten, pero todavía no del todo.
Esta semana, Christian Lindner, ministro de Finanzas y líder del partido liberal Partido Democrático Libre (FDP), que forma parte de la coalición de gobierno del canciller Olaf Scholz, volvió a rebelarse contra la línea oficial del gobierno y pidió que las tres centrales se mantuvieran activas en reserva.
Aunque puede ser visto como un momento de celebración para el Partido Verde, que tiene sus raíces en el movimiento antinuclear de la década de 1970, esa organización sabe que sus oponentes políticos están listos para culparlos por cualquier escasez de energía en el futuro, aumentos de precios o incumplimiento de los objetivos para reducir las emisiones de CO2.
El poder atómico alemán desaparecerá, pero políticamente, la energía nuclear seguirá dando de qué hablar dentro y fuera de ese país.
Una de las plantas de energía nuclear más grandes de Europa, Olkiluoto 3 en Finlandia, comenzó a generar electricidad, minutos después de que Alemania apagara sus últimos tres reactores nucleares.
La planta producirá el 30% de la electricidad de Finlandia y se espera que proporcione energía durante los próximos sesenta años.
Su puesta en funcionamiento refuerza la seguridad energética en una región afectada por el corte de suministro de gas y electricidad rusos.
TVO, el operador del reactor, señaló que Olkiluoto 3 era “el mayor acto climático de Finlandia”, y agregó que “aceleraría el avance hacia una sociedad neutra en carbono”.
El cierre nuclear de Alemania significa una dependencia continua de los combustibles fósiles hasta que se amplíe su programa de energía renovable.
En octubre del año pasado, la cadena pública alemana ARD entrevistó a Greta Thunberg y al preguntarle si sería mejor para el planeta que Alemania mantuviera en funcionamiento las tres centrales nucleares que le quedaban, la activista climática respondió:
“Si ya las tenemos en funcionamiento, creo que es un error cerrarlas para centrarnos en el carbón”.
*Este artículo se basó en una nota de Damien McGuinness, corresponsal de la BBC en Alemania.
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