Solo alguien tan polarizante como Jair Bolsonaro puede hacer que la ultraderecha y la extrema izquierda se den cita en Anguillara Veneta, pueblito italiano en el que el diablo perdió el poncho.
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Después de darse cita en la reunión del G20 en Roma, el presidente de Brasil viajó al municipio de Padua -”dirigido por políticos considerados de derecha y extrema derecha”- para ser condecorado como ciudadano honorario.
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Hoy está allí, y junto a él la Asociación Nacional de los Partisanos de Italia (ANPI), grupo antifascista que se suma a otros que hacen sentir su voz desde el último viernes.
Tal como se recuerda, ese día la municipalidad amaneció con pintas en las paredes -que decían “Fora Bolsonaro”- y con excremento en las puertas.
El panorama de esta mañana fue distinto: los miembros de ANPI se sumaron a otros opositores de la condecoración y sumaron 200 personas.
Uno de los representes del grupo sostuvo sobre el homenaje:
“No es suficiente que el bisabuelo Vittorio haya nacido en Anguillara en 1878 y luego emigrase a Brasil con su familia. Según la junta de Anguillara, basta que uno sea nativo del lugar para que, aunque sea un delincuente, pueda convertirse en ciudadano honorario”.
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EL REBROTE DEL FASCISMO
La discusión sobre la necesidad de ilegalizar los movimientos fascistas italianos cada vez cobra mayor relevancia. Esto se debe a que grupos como Forza Nuova o CasaPound Italia se perfilan como peligros para la sociedad.
Valdría recordar, por ejemplo, que hace un par de semanas, estos grupos respondieron al llamado de las marchas en Roma para rechazar el ‘pasaporte verde’, que certifica que se han recibido las vacunas contra el coronavirus.
En esa oportunidad, los extremistas de derecha causaron desmanes, rompiendo puertas y ventanas de la sede de algunos sindicatos que sí estaban de acuerdo con las medidas sanitarias.
Ese tipo de eventos dan sentido al ANPI, que tiene bien clara una máxima: “El fascismo no es una opinión, sino un crimen”.
El especialista en el tema, Fabio Gentile, de la Universidad Federal de Ceará, dijo a la BBC:
“Hay una cultura antifascista dentro de la formación del Estado republicano italiano contemporáneo, que también se ha convertido en una red de asociaciones que, desde las décadas de 1940, 1950, defienden los valores antifascistas de la Constitución italiana. La más importante es la ANPI”.
EL ANPI EN LA HISTORIA
Según su página web, la Asociación Nacional de Partisanos de Italia cuenta con más de 120 mil miembros. Se fundó en Roma, el 6 de junio de 1944, “mientras el norte todavía estaba bajó ocupación nazi-fascista”.
Sus ideas originales son las siguientes:
- Restaurar la plena libertad del país y promover un régimen de democracia para evitar el regreso de cualquier forma de tiranía y absolutismo en el futuro
- Hacer valer y proteger el derecho adquirido de los partisanos a participar en primera línea en la reconstrucción moral y material del país.
- Impulsar la creación de centros y organismos productivos y laborales que contribuyan a paliar el paro
Con eso, décadas más tardes, Sandro Pertini, miembro de la ANPI, llegó a la presidencia italiana. Otras figuras como Ettore Gallo ocuparon importantes cargos, como la presidencia del Tribunal Constitucional.
La ANPI sostiene:
“Desde 1990 hasta hoy, la Asociación ha enfrentado, con la habitual y sólida lealtad a las instituciones democráticas, así como con determinación moral, los múltiples problemas nacionales que han caracterizado estas dos décadas”.
Y da ejemplos:
“Desde ‘Tangentopoli’ [proceso anticorrupción en 1992 que involucraba a los partidos políticos] a las ofensivas mafiosas, pasando por la gran batalla contra los serios intentos de modificación de la Carta Constitucional, que llevaron al resultado victorioso del referéndum de 2006, hasta la dura oposición en 2009 al proyecto de ley 1360 - luego bloqueado - con que el gobierno pretendía equiparar a los republicanos de Salò (un ejército irregular, además de subordinados a los nazis en sus crímenes) con los partisanos”.
Ahora, ir en contra de la decisión del municipio de Anguillara Veneta se suma a su historia.
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