Las predicciones que están manejando los expertos tras la erupción del volcán en Islandia apuntan que ni la lava ni la nube tóxica de dióxido de azufre van a afectar a núcleos de población durante los próximos días.
La erupción del volcán ha sido de tipo “fisural” -no en un solo cono- y ha alcanzado una longitud de casi cuatro kilómetros de largo, localizados en la península de Reykjanes, en el suroeste del país y a unos cuatro kilómetros de la localidad de Grindavik, el municipio poblado más próximo al lugar donde se están produciendo las erupciones.
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Los modelos de predicción utilizados por los organismos islandeses y que están siendo replicados por algunos de los centros de investigación volcánica y sismológica españoles revelan cómo la nube de dióxido de azufre generada por el volcán se desplazó durante la pasada madrugada en dirección sur y sureste y posteriormente giró hacia el norte y noroeste, hacia el Atlántico Norte y alejándose de los núcleos poblados, entre ellos la capital Reikiavik.
El vulcanólogo Raúl Pérez, del Instituto Geológico y Minero de España del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IGME-CSIC), observó a EFE que las partes más tóxicas de esa nuble, en las que se acumulan hasta 9.000 microgramos de dióxido de azufre por metro cúbico, no se han acercado a las poblaciones.
Raúl Pérez incidió, en línea con las argumentaciones que están utilizando los expertos islandeses, en que el volcán ha “roto” en una de las mejores ubicaciones de la isla para ello, ya que la grieta se ha abierto en un lugar alejado de núcleos de población, porque la propia topografía del terreno hace muy previsible el camino que va a seguir la lava y porque el régimen de vientos en la zona hace previsible que esas “nubes” se alejen de la isla.
El Instituto de Geociencias (IGEO) dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha replicado también en la red social X un modelo en el que se aprecia sobre el mapa el comportamiento previsible de las coladas de lava hasta el 25 de diciembre, y no se aprecia tampoco que esas coladas vayan a afectar a núcleos poblados.
Este modelo se basa en que el flujo de lava era de 300 metros cúbicos por segundo al inicio de la erupción, aunque fue disminuyendo hasta llegar a un equilibrio de unos 30 metros cúbicos de lava por segundo.
Los expertos de este centro de investigación han insistido en que la erupción de este volcán no tiene nada que ver con la del Eyjafjallajökull en 2010, que tuvo un gran impacto sobre el espacio aéreo europeo debido a la gigantesca emisión de cenizas a la atmósfera.
El IGEO ha recordado que erupciones “fisurales” ya se han repetido en la península islandesa de Reykjanes en 2021, en 2022 y también el pasado mes de julio.
Como en estas ocasiones, la erupción de ayer no tiene nada que ver con la de 2010, ya que esta nueva fisura no se localiza, como aquella, bajo un glaciar, por lo que no se producirá la fusión de hielo y un aumento de gases que sí aumentarían la explosividad y la fragmentación de magma en cenizas, expandiéndose -como en 2010- por la atmósfera.
Las emisiones en directo de las cámaras instaladas en las inmediaciones del volcán muestran cómo ha decrecido la magnitud de la erupción con el paso de las horas, y aunque el volcán sigue emitiendo coladas ya casi no se aprecian en esas cámaras.
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