Se dice que cuando Robert Louis Stevenson escribió “La isla del tesoro”, el clásico literario de capa y espada, se inspiró en las visitas que hizo de niño a la isla de Fidra, una de las tres islas rocosas del estuario del Forth, frente a la costa escocesa de North Berwick.
El joven Stevenson desconocía los mitos, leyendas y misterios que supuestamente albergaba otra isla, situada a casi dos kilómetros al este. Conocida como Lamb, apenas atrae la atención de los remeros, ocasionales observadores de aves y amantes de la fauna. Pero podría convertirse en una verdadera isla del tesoro por sí misma.
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Al menos, ésa es la posibilidad que baraja su pintoresco, carismático y controvertido propietario, el más famoso doblador de cucharas del mundo y legendario “vidente” Uri Geller.
Ahora, 13 años después de comprarla, Geller, un maestro de los gestos grandilocuentes, ha decidido elevar el estatus de Lamb de isla privada escocesa a país, con bandera, constitución e himno.
Mientras Escocia está ocupada debatiendo su propio camino hacia una posible independencia, la aparición de la “República de Lamb”, del tamaño de un campo de fútbol, significa que su comparativamente gigantesco vecino acaba de hacerse, en teoría, un poco más pequeño.
“Lamb es un lugar como ningún otro”, dice Geller, desde su casa en la vieja Jafa, Israel, “y merece su propia identidad. Esta es una forma adecuada de hacerlo”.
Lamb no es la primera micronación: se han declarado docenas desde el siglo XIX, algunas serias y otras no.
Algunas han emitido sus propios sellos, monedas y ciudadanías (el efímero Reino de Lovely, nacido de un programa de televisión y con sede en un piso del este de Londres, podría reclamar el título de mayor número de ciudadanos, con más de 58.000 que se registraron en internet).
Geller también ofrece la ciudadanía, y todos los ingresos se destinan a Save a Child's Heart, una organización benéfica israelí que trata a niños con afecciones cardíacas de todo el mundo.
Dice que quiere que Lamb sea un emblema de la paz, y que el único criterio para ser miembro es “la voluntad de existir en armonía con los compatriotas de Lamb”. No se permite el asentamiento en la isla, cuyos únicos habitantes son frailecillos, araos y otras aves marinas, y hasta hace poco una rata solitaria.
“Siempre quise tener una isla, ser como James Bond”, dice Geller, de 75 años, que se enteró de la existencia de Lamb cuando leyó que estaba a la venta en el periódico The Times.
Pero fue la intrigante -algunos dirán que dudosa- afirmación de un estudioso aficionado de la Historia la que cautivó la imaginación de Geller y le convenció de que tenía que comprarla. Porque, según el investigador de origen escocés Jeff Nisbet, Lamb tiene similitudes inexplicables con las pirámides de Giza.
Nisbet señaló la disposición de Lamb y de las dos islas a ambos lados, que, según él, refleja exactamente la de las tres pirámides. El preciso diseño geométrico de las pirámides ha sido durante mucho tiempo una fuente de fascinación para matemáticos y egiptólogos.
De hecho, Nisbet no fue la única persona que planteó la idea de los vínculos escoceses con el antiguo Egipto.
Una crónica del siglo XV, descrita por la Biblioteca Nacional de Escocia como “probablemente el relato medieval más importante de la historia temprana de Escocia”, afirma que Egipto dio origen a la nación escocesa.
Afirma que Escocia fue fundada en realidad por la princesa Scota, la hija exiliada del faraón cuyo ejército -en el relato bíblico- se ahogó persiguiendo a Moisés y a los israelitas a través del Mar Rojo.
Una figura notable que da gran importancia a esta historia es el magnate de origen egipcio Mohamed Al Fayed, residente en el Reino Unido desde mediados de los años 60. Al Fayed es un ferviente partidario de la independencia de Escocia y se ha ofrecido a ser el primer presidente de una Escocia soberana.
El antiguo propietario de los lujosos almacenes Harrods guardaba un ejemplar de esta crónica en su oficina y se lo contó a Geller cuando ambos se conocieron en 2010. Más tarde, Al Fayed le envió otro ejemplar como regalo.
Geller dice que, según lo que recuerda, Al Fayed le contó la historia de que Scota ancló su barco frente a Lamb y enterró allí un tesoro. Aunque no hay pruebas documentales de ello, Geller, que al parecer hizo una fortuna con la prospección de empresas petroleras y mineras mediante la antigua práctica de la radiestesia, dice que empleará el mismo método para buscar el tesoro.
La isla forma parte de una zona de protección especial, lo que significa que las excavaciones están descartadas (aunque un equipo de arqueólogos de campos de batalla se ha ofrecido a explorarla).
El tesoro no es lo único que podría contener la isla. Geller, un autodenominado mistificador, cree que los huesos de las víctimas de los infames juicios por brujería de North Berwick en la década de 1590 podrían haber acabado allí también, transportados desde el continente por autoridades supersticiosas.
Sin embargo, los expertos afirman que todas las pruebas conocidas apuntan a que los restos fueron enterrados cerca de donde las víctimas fueron quemadas en la hoguera.
Uno de los objetos favoritos de Geller en su museo de Jafa es un antiguo juego de seis esferas de cristal fino, verdes, plateadas y doradas, conocidas como bolas de bruja. Este tipo de objetos se colgaban en los hogares de las Islas Británicas en el siglo XVII para ahuyentar a los malos espíritus.
La idea de convertir Lamb en una micronación se le ocurrió a Geller después de explorar la posibilidad de comprar el título de baronía que venía con el territorio que históricamente había incluido la isla.
Sin embargo, Lamb perdió la baronía cuando Geller la adiquirió del actual barón de Dirleton -un empresario luso-brasileño judío ortodoxo- a quien el título había sido legado por el anterior titular.
“No pude conseguir la baronía, así que decidí ir más allá y crear mi propio pequeño país” -dice Geller- “pero lo que lo hace particularmente especial es que tiene todas estas conexiones poderosas, significativas y espirituales. No es un lugar ordinario”.
Algunas de estas conexiones fueron identificadas por Nisbet, quien afirmó que Lamb se encuentra en una confluencia de líneas ley, supuestas vías de energía que unen lugares de importancia histórica.
Una de ellas atraviesa Lamb desde la Isla de Mayo, supuesto lugar de enterramiento del legendario Rey Arturo, hasta la Colina de Tara, en Irlanda, supuestamente un antiguo lugar de coronación de monarcas y cargado de mitología.
Según la tradición irlandesa, la famosa Piedra del Destino, o Piedra de Scone, fue traída de Jerusalén a Tara en el siglo VI a.C. por el profeta Jeremías y la hija del último rey de Judá.
Esta historia fue relatada en un discurso en la Cámara de los Lores británica por Lord Brabazon de Tara en 1951. Se dice que la piedra fue utilizada como almohada por Jacobo en el relato bíblico y que posteriormente se guardó en el templo del rey Salomón.
Se afirma que la piedra fue llevada de Irlanda a Scone por invasores escoceses, antes de ser robada y llevada a Inglaterra por orden del rey inglés Eduardo I el 8 de agosto de 1296. Este es el día elegido por Geller “en reconocimiento a la orgullosa historia de Escocia” para declarar la condición de Estado de Lamb.
Geller también ve una señal en un curioso hallazgo realizado por arqueólogos bajo el edificio de la época otomana que ahora alberga su museo en la antigua Jafa.
Desenterraron entre cientos de artefactos un ladrillo escocés de Forth fabricado en la costa de la isla de Lamb, después de que, según dice, percibiera algo enterrado allí utilizando sus habilidades de adivinación. Geller califica el descubrimiento del ladrillo de “sincronicidad”.
Podría decirse que la sincronización también jugó un papel cuando Geller intentaba encontrar un himno para su estado semiindependiente (dice que no es un acto político y que las leyes de su tierra seguirán siendo las vigentes antes).
El año pasado, el amigo de Geller, el mentalista y lector de mentes escocés Drew McAdam, originario de East Lothian, condado al que pertenece Lamb, realizó la primera grabación de una pieza musical llamada Our Land. Hizo que le pusieran una nueva letra a la canción que compuso su bisabuelo, James Russell, en 1909.
“Unos dos días después, Uri me preguntó si conocía a algún compositor, ya que estaba buscando un himno para su isla... y eso estaba ahí”, dice McAdam, que se lo ofreció a Geller. “Me alegró el mero hecho de escuchar la melodía después de todos estos años, y me encanta que se utilice en un proyecto tan cercano”.
Desde entonces, McAdam ha descubierto que su bisabuelo, fallecido en 1928, está enterrado en el cementerio de Larkhall, al sureste de Glasgow, y, a sugerencia de Geller, planea tocar el himno (llamado “Mi isla”) desde su iPhone en la tumba de Russell.
Geller pasó una noche en Lamb en 2010 junto con su cuñado Shipi Shtrang y Andy Strangeway (un aventurero originario de Yorkshire que tiene el honor de haber dormido en las 162 islas de Escocia).
Geller describió su experiencia en este trozo de roca basáltica como “dura, helada e incómoda, pero merece la pena por todos los dolores y molestias”.
Los barcos no pueden atracar en Lamb, lo que le ha valido el macabro apodo de “isla del suicidio”, para que nadie que se aventure allí acabe encallado. El trío fue recogido al día siguiente, y Geller dejó como recuerdo de su visita un cristal que fue propiedad de Einstein.
La de Geller no es la única isla de propiedad privada en la ría. Fidra pertenece a la RSPB (Sociedad Real para la Protección de Aves), mientras que Craigleith y Bass Rock son desde hace siglos propiedad de la aristocrática familia Dalrymple.
“Cuando llevo a la gente de excursión, lo que más genera reacciones es el hecho de que Uri Geller es el propietario de Lamb”, dice el veterano patrón local Dougie Ferguson, que lleva décadas recorriendo las islas y surcando las aguas del estuario en su barco, el Braveheart.
“Conocía a todos los antiguos propietarios y nunca había oído hablar de la conexión con las pirámides de Giza. Pero se trata de zonas de vida silvestre importantes, y si atrae a la gente a verlas, eso sólo puede ser bueno”, concluye Ferguson
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