En una inesperada evolución de los acontecimientos, el líder del grupo de mercenarios Wagner, Yevgeny Prigozhin, detuvo este sábado el avance de sus tropas hacia Moscú y les ordenó regresar a sus bases para “evitar un derramamiento de sangre”.
Medios estatales rusos informaron que Prigozhin partirá hacia Bielorrusia y se retirarán los cargos contra sus combatientes.
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La crisis comenzó cuando el líder del Grupo Wagner llamó a un levantamiento contra el ejército ruso. El presidente Vladimir Putin denunció el llamado a la rebelión como una “traición” y calificó el movimiento de tropas como “una puñalada en la espalda” en un discurso televisivo.
Prigozhin, una de las figuras militares más importantes de Rusia y aliado de Putin desde hace años, dijo que su objetivo no era “un golpe militar” sino “una marcha por la justicia”.
Aquí te contamos cómo se desencadenaron los acontecimientos que desembocaron en uno de los mayores desafíos contra Putin desde que asumió la presidencia del país hace más de dos décadas.
Yevgeny Prigozhin publicó un video el viernes diciendo que la justificación del Kremlin para invadir Ucrania se basó en mentiras inventadas por los altos mandos del ejército.
En una frenética serie de mensajes de audio advirtió que miles de combatientes se dirigían a Moscú.
“Aquellos que destruyeron a nuestros muchachos, que destruyeron las vidas de muchas decenas de miles de soldados rusos, serán castigados. Pido que nadie ofrezca resistencia”.
Prigozhin dijo que sus acciones no eran un golpe militar. El servicio de seguridad nacional ruso, FSB, advirtió que había abierto un caso penal en su contra por llamar a un motín armado.
Sus declaraciones son “llamados al inicio de un conflicto civil armado en territorio ruso”, señaló el servicio.
“Instamos a los... combatientes a no cometer errores irreparables, a detener cualquier acción de fuerza contra el pueblo ruso”, agregaron.
En la madrugada del sábado (hora local), el líder rebelde anunció que sus fuerzas habían cruzado la frontera desde Ucrania hacia el sur de Rusia y dijo que estaban listas para “ir hasta el final” contra los altos mandos militares.
Mientras, la agencia estatal de noticias, TASS, informó que la seguridad se estaba reforzando en Moscú, centrándose en los sitios e infraestructura gubernamentales más importantes de la capital.
“Antes de que sea demasiado tarde... deben someterse a la voluntad y orden del presidente del pueblo de la Federación Rusa. Detengan las columnas y devolverlas a sus bases permanentes”, dijo en un video el general del ejército Sergei Surovikin.
El líder del Grupo Wagner llevaba meses acusando abiertamente a funcionarios del alto mando, como el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y el máximo general de Rusia, Valery Gerasimov, de incompetencia y de negarle municiones y apoyo a su organización.
La gota que pareció haber colmado el vaso es la acusación de que el ejército ruso lanzó un mortal ataque con misiles contra las tropas de Wagner en la retaguardia de la guerra de Ucrania.
Los rebeldes avanzaron tomando el control de la ciudad rusa de Rostov del Don, en el sur del país, un enclave importante porque alberga la sede del comando ruso involucrado en repeler las contraofensivas ucranianas.
Mientras esto ocurría, el Ministerio de Defensa de Rusia emitió un comunicado apelando a los mercenarios a abandonar a su líder.
Fueron “engañados y arrastrados a una aventura criminal”, señalaba el documento.
Continuando la ofensiva, los miembros del Grupo Wagner tomaron el control de las instalaciones militares en la ciudad de Vorónezh, ubicada a unos 500 kilómetros al sur de Moscú.
Mientras las tropas mercenarias avanzaban hacia la capital, Vladimir Putin hizo un discurso televisado prometiendo aplastar lo que calificó como “un motín armado”.
El mandatario acusó al líder del grupo de traición, de embarcase en una rebelión armada y de darle a su país “una puñalada en la espalda”.
Posteriormente, helicópteros militares rusos abrieron fuego contra un convoy de mercenarios que estaba a más de la mitad del camino hacia Moscú en un avance relámpago después de tomar Rostov durante la noche.
Posteriormente, Sergei Naryshkin, jefe del servicio de inteligencia exterior ruso, dijo que estaba claro que el intento de Prigozhin de desestabilizar el país e iniciar una guerra civil fracasó, según la agencia estatal TASS.
Por su parte, el presidente de Turquía, Tayyip Erdogan, se comunicó con Putin y lo llamó a actuar con “sentido común”, según la información entregada por la presidencia turca.
Y el gobierno de Bielorrusia emitió un comunicado reafirmando su alianza con Rusia.
Mientras, la Casa Blanca informó que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se comunicó con los líderes de Francia, Alemania y Reino Unido, confirmando su apoyo a Ucrania.
Cuando la tensión y la incertidumbre alcanzaban su punto máximo, la agencia de noticias TASS informó que el gobierno les ofreció una amnistía a los combatientes de Wagner si deponían las armas.
Fue entonces cuando la oficina del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, anunció que había negociado un trato con Prigozhin.
En un radical vuelco de los acontecimientos, el líder de Wagner dijo que les dio la orden a sus combatientes de detener el avance hacia Moscú y regresar a sus bases para “evitar un derramamiento de sangre”.
Unas horas después, los medios estatales rusos informaron que Prigozhin partiría hacia Bielorrusia y se retirarán los cargos contra sus mercenarios tras la rebelión.
Los estrechos lazos de Prigozhin con el Kremlin y el mismo Putin se remontan a años atrás.
De hecho, se cree que el Grupo Wagner ha defendido los intereses rusos en Siria y Libia, así como Sudán o la República Centroafricana.
Sin embargo, en los últimos meses, Prigozhin acusó repetidamente al ministro de Defensa de Rusia y al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de desabastecer deliberadamente a las unidades de Wagner que luchan en Ucrania.
Los últimos acontecimientos dejaron en evidencia que el quiebre de las relaciones alcanzó rápidamente un punto de no retorno.
El traslado de Yevgeny Prigozhin a Bielorrusia y la absorción de los combatientes de Wagner por parte del ejército ruso podría significar el final del notorio equipo de mercenarios, según Andrew D'Anieri, del grupo de expertos Atlantic Council, con sede en EE.UU.
D'Anieri cree dice que es difícil saber exactamente qué sucederá, dada la naturaleza caótica y poco clara de la información que sale de Rusia.
Pero también cree que la retirada de Wagner no significa que todas las empresas militares privadas en Rusia hayan quedado “al margen”.
“Aunque técnicamente son ilegales en Rusia, hemos visto una proliferación de ellas en los últimos 12 meses más o menos”.
D’Anieri señala que ha quedado claro durante el último día “cuán pequeño es el círculo de toma de decisiones en Moscú” y cuán frágil es la autoridad de Vladimir Putin.
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