Se dice que para entender al presidente Vladimir Putin primero es necesario comprender la forma de pensar de Aleksandr Dugin.
El analista y estratega, conocido por sus puntos de vista ultranacionalistas, es considerado por algunos como el pensador más influyente de Rusia.
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Y por su ascendencia sobre el presidente ruso, alguno lo llaman el “Rasputin de Putin”, en referencia a Grigori Rasputín, el místico que cautivó a la corte imperial de Rusia hace un siglo.
Se cree que Dugin fue el cerebro detrás de la anexión de Crimea ordenada por Putin en 2014. Y también defendió hace años que era necesaria la intervención militar en el este de Ucrania -a la que llama Novorossiya (Nueva Rusia)- “para salvar la autoridad moral de Rusia”.
Y ahora, mientras el mundo observa la invasión rusa en Ucrania, muchos están volviendo a revisar las ideas de Dugin y su influencia en las acciones de Putin.
La filosofía de Dugin se conoce como eurasianismo.
Sostiene que la Rusia ortodoxa no es ni de Oriente ni de Occidente, sino una civilización separada y única, un “imperio eurasiático” comprometido en una batalla por el lugar que le corresponde entre las potencias mundiales.
Y la misión principal de esta civilización, cree Dugin, debe ser desafiar la dominación de Estados Unidos en el mundo.
Sus teorías han recibido amplio apoyo tanto entre la “nueva derecha” de Europa como en la “alt right” (derecha alternativa) de EE.UU.
Nacido en Moscú en 1962, Dugin trabajó como periodista para después involucrarse en la política poco antes de la caída del comunismo.
En 1987, durante el segundo año de gobierno de Mijaíl Gorbachov, Dugin se unió al liderazgo de la notoria organización nacionalista rusa antisemita Pamyat, y durante los siguientes años se desempeñó como miembro del Consejo Central de la agrupación.
A principios de la década de 1990, cuando la Unión Soviética estaba cerca de colapsar, Dugin comenzó a asumir un papel político de más alto perfil.
Formó una asociación con “patriotas estatistas” en el campo comunista y estuvo, durante un breve período, cerca de Genadii Zyuganov, el líder del Partido Comunista de la Federación Rusa.
En un artículo en el sitio web del Centro para Europa de la Universidad de Stanford, el experto en política rusa John B. Dunlop escribe que en 1991, cuando colapsó la URSS, Dugin conoció a un importante escritor neofascista con vínculos con elementos del ejército ruso, Aleksandr Prokhanov, cuya revista Den' sirvió para divulgar las ideas de la “oposición rojo-marrón” (socialista-fascista).
“Dugin pronto emergió como uno de los principales ideólogos de Den'”, señala Dunlop.
Poco después comenzó a editar su propia revista, Elementy, y fundó la editorial Arktogeya.
Pero, según Dunlop, fue en 1998 cuando la carrera de Dugin dio un salto al ser nombrado asesor de geopolítica de Gennadii Seleznev, quien era presidente de la Duma y un importante actor en la política rusa.
Un año después, Dugin fundó el Centro de Experiencia Geopolítica en Moscú.
En un artículo en su revista explicó que el centro podría convertirse en “un instrumento analítico de la Plataforma Euroasiática para, simultáneamente, la Administración Presidencial, el Gobierno de la Federación Rusa, el Consejo de la Federación y la Duma Estatal”.
Sus ideas y estrategias parecieron afianzarse en el año 2000 cuando conoció a Gleb Pavlovskii, uno de los principales ideólogos del gobierno del entonces recién electo presidente Vladimir Putin.
Y todo pareció quedar claro cuando ese año Putin declaró públicamente que “Rusia siempre se ha percibido a sí misma como un país euroasiático”.
Dugin después dijo que la admisión de Putin era “histórica, grandiosa y revolucionaria” y que lo cambiaba “todo”.
Desde entonces Dugin se ha desempeñado como profesor de la Universidad Estatal de Moscú, ha planificado cursos para instituciones militares rusas y a menudo aparece en los principales canales de televisión de Rusia.
En 2015, el gobierno de EE.UU. lo sancionó por su proximidad al Kremlin y su aparente influencia en la anexión de Crimea el año anterior.
Dugin fundó en 2001 el Partido Eurasia para promover sus ideas euroasiáticas.
Entonces dijo que el movimiento enfatizaría la diversidad cultural en la política rusa y se opondría “a la globalización al estilo estadounidense, y también se resistiría a un regreso al comunismo y al nacionalismo”.
Fue en 1997 cuando publicó “Los fundamentos de la geopolítica: el futuro geopolítico de Rusia”, un libro fundamental en el que establece los detalles para que Rusia reconstruya su poder a nivel mundial.
Algunos analistas aseguran que ese libro marcó la visión de Putin sobre Rusia y su lugar en el mundo y que todos los generales del ejército ruso lo leen en algún momento.
En él escribe que, para lograr sus objetivo geopolíticos, Rusia necesitará “la desinformación, la desestabilización y la anexión”.
Además, señala que agentes rusos deberían fomentar las divisiones raciales, religiosas y regionales dentro de Estados Unidos mientras promueven las facciones aislacionistas en ese país.
También indica que en Reino Unido las operaciones psicológicas deberían centrarse en exacerbar las rupturas históricas con la Europa continental (adelantándose 2 décadas al Brexit), y los movimientos separatistas en Escocia, Gales e Irlanda.
Dugin también plantea que Europa occidental debería verse atraída hacia Rusia por sus recursos naturales: petróleo, gas y alimentos, mientras la OTAN colapsa desde adentro.
Dugin también escribió que uno de los objetivos de las anexiones de Rusia debería ser Ucrania. Su idea es que una Ucrania independiente se interpone en el camino para que Rusia se convierta en una superpotencia transcontinental.
“Ucrania como Estado independiente con ciertas ambiciones territoriales representa un peligro enorme para toda Eurasia”, escribe, y “sin resolver el problema ucraniano, en general no tiene sentido hablar de política continental”.
Muchos ven que las acciones de Rusia en los últimos años -inmiscuyéndose en las elecciones en EE.UU. y en el proceso del Brexit, y con conflictos como los de Georgia o el del este de Ucrania-, son un ejemplo de la influencia de las ideas eurasianistas de Dugin sobre Putin y sus colaboradores.
Para lograr esta “nueva realidad rusa”, Dugin se ha apoyado en un marco filosófico cuidadosamente construido en el que la verdad parece haber quedado de lado.
“La verdad es una cuestión de creencia”, dijo Dugin en una entrevista con el programa Newsnight de la BBC en 2017.
“La posmodernidad muestra que en cada supuesta verdad lo único que cuenta es lo que tú crees”.
“Así, creemos en lo que hacemos, creemos en lo que decimos. Y esta es la única manera de definir la verdad. Así que nosotros tenemos nuestra verdad rusa especial y usted tiene que aceptarlo”, expresó.
Y agregó: “Si Estados Unidos no quiere comenzar una guerra, se debe reconocer que Estados Unidos ya no es un único amo”.
“Y [con] la situación en Siria y Ucrania, Rusia le está diciendo: 'No, tú ya no eres el jefe'. Esa es la cuestión de quién gobierna el mundo. Solo la guerra puede realmente decidirlo”.
Según escribió David Von Drehle en The Washington Post, la obra de Dugin “se puede resumir en una idea: la alianza equivocada ganó la Segunda Guerra Mundial”.
“Si tan solo Hitler no hubiera invadido Rusia, Reino Unido podría haberse roto. Estados Unidos se habría quedado en casa, aislado y dividido, y Japón habría gobernado a la antigua China como socio menor de Rusia”.
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