A Natalia se le ilumina el rostro al recordar el momento de su liberación, cuando los invasores a los que odia se les forzó fuera de Novovoznesenske, el pueblo donde vive en la región sureña de Kherson.
Natalia solía cultivar en paz y tranquilidad hasta que llegaron los rusos el 29 de marzo. Lo que no destruyeron, lo robaron, dice Natalia, incluyendo tenedores, cucharas y los zapatos de esta pensionista.
MIRA: Ofensiva relámpago de Ucrania: Rusia admite que reagrupa fuerzas tras retirarse de ciudades claves en el este
“Eran una chusma”, me dice, retorciendo sus manos cuando revive el trauma.
Su libertad llegó finalmente el pasado 2 de septiembre.
“Cuando llegaron nuestras fuerzas armadas, nosotros estábamos en el sótano”, dice esta mujer de 50 años.
“Preguntaron, en ucraniano, si alguien estaba vivo. Allí me di cuenta que eran de los nuestros. Eran muy apuestos, bellos comparados con los fascistas (su término para referirse a los rusos)”.
“No sabía qué hacer con ellos, si abrazarles o agarrarles sus manos. Los toqué y me puse muy contenta”.
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Tras meses de estancamiento, ucranianos y rusos se enfrentan a una nueva realidad. De repente, el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial parece vivir un momento clave.
Según militares ucranianos, sus fuerzas han retomado 3.000 km² en una rápida contraofensiva en el este de Ucrania.
El notable avance, si se confirma, implicaría que las fuerzas de Kyiv han triplicado sus ganancias declaradas sobre el terreno en poco más de 48 horas.
El jueves por la noche, el presidente Volodymyr Zelensky fijó la cifra en 1.000 km² y luego en 2.000 km² el sábado por la noche.
La BBC no ha podido verificar estas ganancias y se ha negado el acceso de periodistas a la primera línea de combate.
Mientras las fuerzas ucranianas avanzan, los rusos se retiran con prisa desde ubicaciones críticas y estratégicas en la región oriental de Kharkiv.
Han perdido las ciudades de Kupiansk, un centro logístico crucial, e Izyum, una plataforma de lanzamiento de ataques.
“El ejército ruso se apresura a volverse famoso como el ejército más rápido del mundo. Sigan corriendo”, escribió en Twitter Andriy Yermak, jefe de personal del presidente Zelensky.
Las redes sociales han sido inundadas con imágenes de posiciones rusas destruidas o abandonadas y de fuerzas ucranianas izando su bandera en la nuevas zonas liberadas.
La velocidad y la amplitud de la contraofensiva sorprende a los invasores y a muchos ucranianos. Un colega afirma estar “agradablemente sorprendido”.
“Necesitamos una victoria fuerte para animarnos y parece que se produce un efecto dominó en Kharkiv. Sin embargo, siguen teniendo armas, tropas y mucho de nuestro territorio. La gente sigue entendiendo quién es nuestro vecino, pero hay menos miedo y más confianza”.
Los avances han dado un empujón a una nación devastada por la guerra, después de las pérdidas acumuladas durante el verano en la región de Donbás.
Cuando informamos desde allí en junio, no había indicios de que las fuerzas ucranianas pudieran montar un contraataque tan fuerte. “Es un milagro militar”, dice Mykhailo, un ingeniero informático de 38 años.
El “milagro” ha sido conseguido gracias a abundante armamento internacional, incluyendo sistemas de lanzamiento de misiles de largo alcance e inteligencia extranjera.
También parece que los ucranianos engañaron a los rusos, no por primera vez, al hablar de planes para contraatacar en la región sur de Kherson.
El Kremlin parece haber mordido el anzuelo, redistribuyendo algunas fuerzas allí y dejando sus posiciones en Kharkiv peligrosamente expuestas.
Pero la ofensiva también muestra que los ucranianos pueden vencer a los rusos en el campo de batalla, de acuerdo a expertos militares occidentales.
“Ahora vemos que los rusos son derrotados, no solo superados en maniobras”, dice el profesor Michael Clarke, exdirector del Royal United Services Institute. Clarke lo considera “un punto de inflexión temprano”.
Rusia admite que sus tropas se han retirado de zonas en Kharkiv, diciendo que se están “reagrupando” en lugar de estar siendo expulsados.
A pesar del reciente progreso ucraniano, los rusos siguen teniendo alrededor de una quinta parte del país, incluida la ciudad de Kherson.
Esta fue la primera gran ciudad ucraniana en caer tras la invasión. Está situada al norte de la península de Crimea (en manos rusas desde 2014).
Logramos comunicarnos con una mujer que aún vive allí y que no nombramos para protegerla. Dice que los rusos están comenzando a pasar desapercibidos.
“Durante los últimos dos o tres días, los militares parecen haberse calmado un poco”, nos dice.
“Están menos visibles en cafés y restaurantes. Si empiezan las peleas callejeras, será muy peligroso. Pero me sentaré en el sótano durante días o semanas si es necesario. Quiero ver a nuestro ejército aquí y agradecerles. Quiero ver la victoria”.
Una red de activistas dentro de la ciudad también espera la victoria. Se dedican a reunir información de inteligencia sobre posiciones militares que luego pasan a las fuerzas ucranianas.
Un miembro de la resistencia, a quien no podemos identificar, nos dice que son perseguidos.
“Los rusos están encontrando lugares donde se toman fotos”, dice.
“Hay registros masivos de apartamentos cerca de puntos estratégicos. Ha habido dos casos en la última semana en los que la gente fue sacada de las calles”.
Pero dice que las noticias del frente traen esperanza.
“La gente ahora está muy alentada por el avance alrededor de Kharkiv. Muchos esperan que seamos los siguientes”, agrega.
La batalla por la ciudad de Kherson será crítica, pero los avances hasta ahora han sido catárticos para Ucrania y tranquilizadores para sus apoyos occidentales. De mantenerse, los avances podría cambiar el curso del conflicto.
Nadie espera que el presidente Vladimir Putin arroje la toalla. Cuando se trata de Ucrania, adopta su visión (obsesiva) a largo plazo
Sin embargo, las primeras líneas rusas han colapsado por completo y sus tropas han huido. No es solo una derrota, es una humillación.
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