¿Cómo se mantiene neutral un país europeo cuando la guerra hace estragos en Europa?
Suiza lo logró durante la primera y la segunda guerra mundial, pero ahora, viendo el ataque de Rusia a Ucrania, muchos suizos se están replanteando su posición.
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Es una postura diplomática establecida hace mucho tiempo: a Suiza se le otorgó la “neutralidad eterna” en el Congreso de Viena en 1815.
Este movimiento pragmático y geopolítico recibió apoyo porque el país era visto como un amortiguador inofensivo entre las grandes potencias de Europa: Francia por un lado, Austria y Prusia por el otro.
Además la decisión preservó la seguridad de Suiza mientras sus vecinos se masacraban unos a otros.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la neutralidad suiza fue más pragmática que heroica.
El país movilizó a todos sus hombres aptos para defender sus fronteras, pero también acumuló oro saqueado por los nazis y, en un movimiento vergonzoso diseñado para mantener distante a Alemania, rechazó a miles de refugiados judíos, una política por la que finalmente se disculpó en el 1990.
Sin embargo, la gratitud por haber evitado participar en dos guerras mundiales está, dice Markus Haefliger, corresponsal político del periódico Tagesanzeiger, “casi en nuestros genes. Eso hace que la neutralidad sea tan importante para los suizos”.
Durante décadas, la neutralidad ha disfrutado de un apoyo casi universal entre los suizos: las encuestas de opinión han mostrado índices de aprobación superiores al 90%.
Pero ahora, dice Haefliger, los suizos están haciendo un examen de conciencia.
“Se preguntan cómo podemos permanecer neutrales en una guerra como la de Ucrania. Está muy claro quién es el bueno y quién el malo”.
Cuando Rusia invadió a su vecino en febrero, miles de ciudadanos suizos salieron a las calles condenando la agresión y exigiendo apoyo para Ucrania.
Miles también ofrecieron sus hogares a refugiados ucranianos, a quienes el gobierno suizo ha ofrecido protección colectiva sin visado.
Para los jóvenes suizos en particular, la idea de que su país pudiera mantenerse al margen en tal conflicto parecía impensable.
La Operación Libero es un movimiento político joven, no alineado, que lucha por lazos más estrechos con Europa -Suiza no es miembro de la UE- y una estrategia menos aislacionista.
Su presidente, Sanija Ameti, cree que esta nueva guerra ha sido una llamada de atención.
“Los suizos se están dando cuenta de que son parte de esta familia europea de democracias liberales. Esta es una lucha entre sistemas: por un lado en el que estamos, y el sistema autocrático y cleptocrático del [presidente ruso] Putin”.
Esa es una opinión compartida por la mayoría de los partidos políticos y la mayoría de los miembros del gobierno suizo, que pese a vacilar al principio se sumó a la adopción de todas las sanciones de la UE contra Rusia.
Es un gran cambio con respecto a hace apenas 40 años, cuando, para vergüenza permanente de muchos suizos, el país no se sumó a las sanciones contra el apartheid en Sudáfrica.
La adopción de sanciones fue recibida con titulares en todo el mundo, sugiriendo que Suiza había abandonado la neutralidad.
De hecho, cuando se trata de sanciones, el concepto de neutralidad se ha estado desgastando durante algún tiempo, dice Stefanie Walter, profesora de política en la Universidad de Zúrich.
“Suiza ha cambiado mucho de posición en las últimas dos décadas”, señala.
Se unió a las sanciones de las Naciones Unidas contra Irak en la década de 1990, y a las de la ex Yugoslavia.
“Y en este momento, además de las impuestas en la guerra de Ucrania, hay otras 23 sanciones en vigor”.
Pero aunque la mayoría de los suizos pueden apoyar las sanciones, cualquier asistencia militar parece en principio fuera de discusión.
La neutralidad de Suiza está legalmente definida por la Convención de La Haya de 1907 y prohíbe el envío de armas a países en guerra, al igual que la ley nacional suiza sobre exportaciones de armas, que fue recientemente renovada.
Y así, cuando Alemania le pidió a Suiza que permitiera la exportación de municiones fabricadas en ese país para tanques que Berlín está enviando a Kiev, los suizos dijeron que no.
Esa decisión provocó críticas inusuales, cuando el líder del partido centrista Die Mitte tuiteó que, en su opinión, sería legítimo enviar armas en defensa de la democracia europea.
Otros políticos de centro han sugerido que se estrechen los vínculos entre Suiza y la alianza militar de la OTAN, incluido el sistema común de defensa aérea y la participación en los ejercicios militares de la organización.
Tales opiniones habrían sido inimaginables hace solo unos meses, y encuentran una feroz resistencia en el partido de derechas, donde el Partido Popular Suizo amenaza con un referéndum para incluso ilegalizar las sanciones.
Y en la izquierda del arco parlamentario, donde los socialdemócratas y los verdes se oponen a cualquier participación militar.
Pero poco a poco, muchos suizos comienzan a contemplar una nueva identidad y una nueva estrategia de seguridad para su país.
Una encuesta de opinión reciente mostró que, mientras dos tercios de los suizos todavía se oponían a la idea de unirse a la OTAN, más de la mitad (52%) estaban a favor de adherirse a una unión de defensa europea.
Este plan, conocido en Bruselas como Pesco (cooperación militar estructurada permanente), implicaría el compromiso de los países con una política común de seguridad y defensa.
Los ejércitos trabajarían juntos y los aviones de combate, tanques y otras armas se adquirirían conjuntamente. El objetivo final: tener un ejército europeo común.
La idea de que Suiza, neutral y no miembro de la UE, se involucrara en algo como esto habría sido impensable hace solo unos meses, pero la guerra en Ucrania claramente ha cambiado las opiniones.
“Estoy realmente seguro de que la neutralidad suiza se encamina a un lugar diferente de donde estamos, pero no estoy seguro de cuál será la nueva posición”, dice Markus Haefliger, corresponsal de política, periódico Tagesanzeiger.
Sanija Ameti cree que Suiza tiene la responsabilidad de defender la democracia liberal europea.
“Realmente necesitamos un debate sobre si tenemos que proteger nuestro sistema con armas”, explica.
“La consecuencia sería dejar de ser neutral”.
El profesor Walter no va tan lejos, pero sugiere que “Suiza tiene que definir de nuevo el concepto de neutralidad”.
Para Markus Haefliger, la guerra en Ucrania ha aclarado la posición de Suiza en un mundo nuevo y polarizado.
“Suiza es tan claramente parte del mundo occidental, sus valores, su economía, sus tradiciones, todo”, dice.
“La gran pregunta es, ¿podemos ser neutrales en el sentido tradicional en este nuevo orden mundial?”
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